Haciendo gala del espíritu aventurero de sus ancestros, que se embarcaron a explorar nuevos mundos en la época de la Antigua Grecia, Dimitar Sasselov (Sofía, Bulgaria, 1961) es cazador de planetas, en concreto, de aquellos que están fuera del sistema solar, los exoplanetas.
Sasselov forma parte de la misión Kepler de la NASA que, desde que se lanzó al espacio en 2009, ha conseguido detectar miles de exoplanetas, entre ellos, unos 30 similares a la Tierra y en zonas de habitabilidad, es decir, con condiciones óptimas para la vida.
Por si fuera poca aventura, el científico, que es catedrático de Astronomía en la Universidad de Harvard (EEUU), está diseñando moléculas en el laboratorio para recrear las condiciones y formas de vida que podrían darse en mundos lejanos y que sueña con descubrir.
El astrónomo ha impartido una conferencia en el ciclo La ciencia del cosmos, la ciencia en el cosmos, organizado por la Fundación BBVA. Sasselov comparte las ideas colonizadoras de Elon Musk, aunque averiguando primero si hay alguna forma de vida en el planeta rojo para no acabar con ella antes de descubrirla.
La misión Kepler K2 –la extensión de la original Kepler– termina el año que viene. ¿Cuántos planetas como la Tierra descubrirá antes de que finalice?
Probablemente solo un puñado más, entre dos y cinco. A diferencia del Kepler original, K2 no puede mirar en la misma dirección durante mucho tiempo y tiene que moverse, lo que dificulta que descubra planetas en zonas de habitabilidad. Solo puede analizar estrellas pequeñas, con el área de habitabilidad muy cerca y la órbita más corta. Por eso la NASA ha aprobado otra misión que lanzará en marzo del año que viene: TESS. Descubrirá más planetas como la Tierra en zonas de habitabilidad y podremos estudiarlos con la próxima generación de telescopios.
¿Qué mejoras tendrá TESS respecto a Kepler?
Funcionará como Kepler, buscando planetas en tránsito –que pasan por delante de su astro– con imágenes de muchas estrellas. La mayor diferencia es que Kepler miraba una pequeña parte del cielo mientras que TESS lo escudriñará todo. Además, con Kepler observábamos estrellas muy lejanas y con TESS vamos a ver las cercanas, las más brillantes de una noche estrellada y eso es muy importante porque con nuestra tecnología solo podemos estudiar los planetas que están próximos a las estrellas cercanas. Los hallados por Kepler están demasiado lejos.
Con los futuros telescopios espaciales como el James Webb tendremos pistas de la atmósfera de los exoplanetas. ¿Qué información nos dará el estudio de esas capas?
Cuando analizamos planetas lejanos no tenemos más elección. Estudiamos la atmósfera no porque sea lo mejor, sino porque es lo único que podemos hacer. Dicho esto, lo primero es determinar qué es exactamente la atmósfera y qué hay en ella, empezando por la temperatura, la presión y los elementos básicos: ¿hay vapor de agua?, ¿hay evidencias de agua líquida o intercambio de vapor con los océanos?, ¿hay dióxido de carbono, monóxido de carbono o nitrógeno? Tenemos que estar seguros de que entendemos el contexto del planeta: cuál es la geología básica, la geofísica y la geoquímica. Una vez hecho esto, buscamos moléculas más especiales, como oxígeno, metano combinado con oxígeno, ozono y otros gases. Todas estas moléculas podrían ser indicios de vida, como ocurre en nuestro planeta.
Pero estudiar las atmósferas no nos da pruebas directas de vida, ¿no es cierto?
Exactamente. Esa es la pregunta más difícil [ríe]. La respuesta es que podremos conseguir buenos datos con la nueva generación de grandes telescopios. Otra cuestión es entenderlos. Es un gran desafío. Cuando observamos un planeta es como si tomáramos una instantánea en un momento de su historia. Por eso tenemos que entenderlo en contexto. Afortunadamente tenemos muy buenos registros geológicos de la historia de la vida en la Tierra para intentar compararlos, pero es difícil. Todavía no entendemos la naturaleza y el origen de la vida. Es posible que la vida tenga diferentes manifestaciones, diferente química. Por eso estamos trabajando en paralelo en los laboratorios, con experimentos químicos que analizan la cuestión. Fue la motivación para poner en marcha el centro que dirijo en Harvard, la Iniciativa Orígenes de la Vida.
¿Cree que hay vida en otros planetas?
¡Sí! Soy muy optimista porque si no, no estaría haciendo esto [ríe]. Trabajaría con estrellas o en el origen de los elementos. Estoy entusiasmado con la oportunidad de intentar responder a esta pregunta y creo que es que la primera vez en la historia de la humanidad que tenemos una oportunidad de lograrlo. Lo fascinante es que podemos hacerlo y que no sabemos lo que nos vamos a encontrar.
¿Los seres vivos serán microorganismos?
La mejor forma de buscar vida es buscar microbios. Si observas la historia de la vida en la Tierra, que es la única que conocemos, la biosfera de microbios es la más importante en cuanto a cambios en la atmósfera, los océanos y la superficie. Si queremos descubrir evidencias de vida en otro planeta y seguimos el ejemplo de lo que hemos visto en la Tierra en los últimos cuatro mil millones de años, es la forma más práctica de hacerlo.
¿Puede haber formas de vida en las lunas Encélado y Europa?
Eso espero. Por eso creo que merece la pena intentar buscar vida allí, donde hay agua líquida que interactúa con las rocas y minerales. Tenemos pruebas directas de esto en Encélado (luna de Saturno) e indirectas en Europa (satélite de Júpiter). Los géiseres producen directamente agua que proviene del océano bajo la superficie. Aunque yo trabaje con exoplanetas apoyo la idea de que, en paralelo, tenemos que enviar sondas que tomen muestras. Hay investigadores que están intentado observar estos géiseres desde la Tierra en busca de moléculas orgánicas, pero lo mejor es enviar sondas y que cojan muestras.
¿Cuándo descubriremos estos seres vivos: en cincuenta, en cien años?
Espero que en un siglo no [ríe]. Lo vamos a intentar muy pronto. Con los exoplanetas hay un calendario que empieza en seis meses con el lanzamiento de TESS. En dos años habrá conseguido muchos objetivos, aunque ya tenemos varios que podemos observar. Sobre la próxima generación de telescopios en el espacio, el James Webb se lanzará en 2019. También está la nueva generación de telescopios terrestres, que se conectarán en cuatro años. En Encélado y Marte hay proyectos para dentro de cinco a diez años. Encélado está un poco más lejos por lo que llevará más tiempo, digamos de diez a quince años para los experimentos. Es decir, que en unos quince años vamos a probar al menos tres formas diferentes de buscar vida y alguna podría producir resultados. No estamos hablando de cincuenta años o un siglo sino de mucho antes. ¿Se van a conseguir evidencias con una probabilidad del 100%? Probablemente no y eso llevará más trabajo, pero el primer paso es el más emocionante y está ocurriendo ahora.
El proyecto Breakthrough Starshot en el que participa Stephen Hawking calcula llegar en veinte años al sistema Alfa Centauri, a unos 4,3 años luz, donde está el exoplaneta más cercano en la zona habitable de su estrella. ¿Qué le parece?
El proyecto va bien, su cronograma es bastante bueno y se basa en dos cosas. La primera, el desarrollo de la electrónica y las comunicaciones que deben instalarse en pequeños satélites como este [y señala la punta del dedo]. Es lo más fácil porque ya está bien desarrollado y es un campo que mejora cada semana, al usarse mucha electrónica en los smartphones. La segunda parte es la propulsión, la energía para impulsarlos. Se hará con láseres y la mejor forma es con una matriz sincronizada. Ahora mismo no hay láseres que lo hagan pero esta tecnología también se está desarrollando muy rápidamente. Además, tienen suficiente financiación para los primeros diez años e ingenieros y científicos muy buenos, jóvenes y con mucha energía. Calculo que de aquí a diez años veremos los primeros prototipos que van a usar en el sistema solar y que tendremos una sonda lista para partir a Alfa Centauri en veinte años o incluso menos.
Comentaba que dirige la Iniciativa Orígenes de la Vida en Harvard. ¿Uno de sus proyectos es crear vida artificial?
Sí, aunque no lo llamamos vida artificial sino sistema químico que se comporta como un sistema vivo.
¿No es como la vida artificial diseñada por Craig Venter?
No pero es una buena comparación. Trabajo en proyectos con Venter. Su enfoque y el de muchos científicos es el conocido como top-down (de arriba hacia abajo). El nuestro es bottom-up (de abajo hacia arriba). Su estrategia se basa en utilizar una bacteria que existe o un microbio y simplificarlo hasta el punto que se convierte en un mínimo celular, algo que se parece a la célula del origen de la vida. Tiene lo mínimo, solo genes, moléculas y lo necesario para sobrevivir. Nuestro enfoque usa la química para sintetizar moléculas, las mismas que hemos visto en la vida como la conocemos, y dan lugar al mínimo celular, la protocélula. Es un sistema químico mientras que el enfoque de Venter es biología minimizada. Nuestro equipo decidió seguir la estrategia bottom-up porque pensamos que podemos conseguir buenos resultados dentro de dos a cinco años y porque es el sistema que comprendemos completamente.
Estas moléculas de laboratorio, ¿cómo nos ayudarán a encontrar vida en otros planetas?
La fuente de luz, la luz ultravioleta que provoca las reacciones químicas, es la fotoquímica y es la misma que existe en las atmósferas de planetas como la Tierra. Cuando estoy estudiando la síntesis de biomoléculas en el laboratorio, estoy analizando simultáneamente la fotoquímica en la atmósfera.
Elon Musk dice que debemos colonizar otros mundos para evitar la extinción de la especie. ¿Cuál es su opinión?
Es muy ambicioso y tiene grandes metas, con lo cual coincido, pero no creo que debamos colonizar, sino que lo haremos. El hombre siempre ha explorado otros lugares. Yo mismo vengo de una pequeña ciudad de colonizadores, que era como los antiguos griegos llamaban a esas familias que se embarcaban en navíos y empezaban una vida en algún lugar lejano. Entonces, la distancia que había entre Atenas y mi ciudad natal, cerca del Mar Negro, era casi la misma que la que hay hoy entre la Tierra y Marte. Visto en retrospectiva, es bueno que los humanos exploren nuevos territorios porque probablemente por eso sobrevivieron como especie y prosperaron. Se podría decir que somos así porque está en nuestra naturaleza. Estoy de acuerdo con Musk en que es positivo aspirar a hacerlo e inspirar a los jóvenes a que piensen en el futuro. Con personas como él y jóvenes motivados, ocurrirá más pronto que tarde y lo vamos a ver.
¿Qué pasará si colonizamos otros planetas y resulta que había vida?
La NASA y las demás agencias tienen oficinas de protección planetaria. Al principio se tenía miedo de que los microbios procedentes de otros lugares pudieran infectar la Tierra. Muy pronto descubrimos que la Luna y otros cuerpos eran muy hostiles en radiactividad, radiación ultravioleta y otras radiaciones y las biomoléculas o las bacterias no podían sobrevivir. Es posible pero es muy difícil. Cuando se empezó a buscar vida extraterrestre, se acordó internacionalmente que toda la exploración espacial tomara medidas especiales para no infectar otros lugares. El más difícil es Marte porque tenemos la esperanza de que puede haber formas de vida autóctona microbiana y sería una tragedia eliminarla antes de descubrirla. ¿Qué pasará si la gente empieza a trasladarse a Marte? Los humanos estamos llenos de microbios, nuestro microbioma, y los llevaremos allí. La cuestión es si debemos explorar el planeta previamente y la respuesta es sí. Hay suficiente tiempo antes de que se trasladen miles de personas.
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