Si pedimos a un niño que dibuje a un cavernícola, probablemente pintará a un individuo robusto y achaparrado, de frente estrecha y entrecejo saliente, y bruto como él solo, de los que aporrean a su pareja y la arrastran por los pelos. En definitiva, un hombre de Neanderthal, o la imagen que la cultura popular tiene de esta especie que convivió con nuestro ancestro, el homo sapiens. Unos clichés que, a medida que avanza nuestro conocimiento sobre ellos, parecen cada vez más alejados de la realidad.
El consenso científico atribuía hasta ahora el privilegio de la cultura simbólica material al hombre modernos: representaciones, adornos, tótems y reliquias transmitidos de generación en generación. "Artefactos cuyo valor funcional no reside tanto en su uso práctico, sino simbólico, son indicativos de un aspecto fundamental de la cognición humana tal y cómo la entendemos" - explica Dirk Hoffmann, del Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology. "Son uno de los principales pilares que sostienen lo que nos hace humanos".
La máxima expresión de la cultura simbólica prehistórica, por encima de la ornamentación de herramientas y los adornos, es el arte rupestre. Hasta fecha reciente, los paleontólogos se veían obligados a datarlo en función de los materiales, y en el caso de las pinturas, era un proceso en el que se corría el riesgo de destruirlas. Una nueva técnica, sin embargo, permite obtener una datación mediante Uranio-Torio (U-Th) a partir de las costras carbónicas en la superficie de los pigmentos.
Se trata de una técnica muy precisa basada en la desintegración radiactiva de los isótopos de uranio en torio, y determina la edad de las formaciones de carbonato de calcio hasta 500.000 años atrás, con un alcance mucho más remoto en el tiempo que el método de radiocarbono. De este modo se ha descubierto que el arte rupestre más antiguo encontrado en Europa, en cavernas de España, es anterior a los humanos modernos en al menos 20.000 años y, por lo tanto, tiene que ser de origen neandertal.
Las pinturas pertenecen a tres cuevas: Ardales (Málaga), La Pasiega (Cantabria) y Maltravieso (Cáceres). "Las figuras se realizaron con pigmento de color rojo, hematites o un ocre. El colorante se reducía a polvo machacándolo y se mezclaba con agua. La aplicación en las manos de Maltravieso se hizo soplando el pigmento mediante un aerógrafo rudimentario formado por dos cánulas de hueso o vegetal. En la cueva de La Pasiega se utilizó, muy probablemente, el dedo o un pincel. Y en el caso de Ardales, todo apunta a que fue pigmento aplicado con los dedos", explicaba el investigador Marcos García Diez, coautor del trabajo en la Universidad Isabel I de Burgos.
"Los neandertales creaban símbolos con sentido en lugares con sentido" - explica Paul Pettitt, de la Universidad de Durham, que ha colaborado en el estudio. García Diez incide en la idea de que el homo neandertalensis tenía capacidad y herramientas para desarrollar un lenguaje gráfico perdurable como es el arte rupestre. "Había defensores, como el compañero [Joao] Zilhão, que apoyaban la complejidad simbólica de los neandertales, centrada en la decoración corporal, pintándose e incluso adornándose con plumas o colgantes. Hoy sabemos algo más: que pintaban para transmitir ideas en soportes a través de formas perdurables en el tiempo y en un espacio concreto".
Son las conclusiones a las que llega otro equipo hispano-germánico y publicado en la revista Science Advances sobre los restos de caparazones marinos decorados que se hallaron en otra cueva española, la de Los Aviones en Cartagena. La datación con uranio-torio de los pigmentos rojos y amarillos revelaron que dos de las cuatro muestras analizadas son de hace 115.000 años, mucho antes de que el hombre moderno llegara a la región. Fueron obra, por tanto, de neandertales.
Zilhão, de la Universidad de Barcelona, ha estado involucrado en ambas investigaciones. "De acuerdo a los nuevos datos, neandertales y humanos modernos compartían el pensamiento simbólico y habrían sido cognitivamente indistinguibles" - declara. "Cuando busquemos los orígenes del lenguaje y la cognición humana avanzada, debemos buscar mucho más atrás en el tiempo, más de 500.000 años atrás, hacia el ancestro común de neandertales y sapiens".
Neandertales y sapiens se cruzaron
Entre 7.500 y 14.000 años atrás, las poblaciones de Eurasia compartían similitudes genéticas, lo que sugiere una mayor interacción entre poblaciones geográficamente distantes. Así lo revelaron recientemente científicos de la Academia de Ciencias de China en un estudio publicado en Trends in Genetics.
Estos análisis también detectaron al menos dos eventos de mezcla con poblaciones de neandertales, uno aproximadamente entre 50.000 y 60.000 años atrás y otro hace más de 37.000 años. Este ancestro neandertal disminuyó gradualmente en ancestros arcaicos en los europeos que datan de aproximadamente entre 14.000 y 37.000 años atrás.
"Es un gran momento para estudiar la genética evolutiva humana porque el desarrollo de la tecnología de secuenciación y los recursos informáticos minimiza la destrucción de muestras y maximiza la generación y el almacenamiento de datos" - declara la paleóntóloga Qiaomei Fu.
"Con grandes conjuntos de datos genómicos actuales y una mayor colaboración internacional para manejar los muchos conjuntos de datos antiguos recientemente secuenciados, existe un gran potencial para comprender la biología de la prehistoria humana de una manera que nunca antes había sido accesible".
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