A pesar de inclinarse precariamente en un ángulo de cinco grados, la Torre de Pisa, de 58 metros de altura, ha sobrevivido sin daños de, al menos, cuatro fuertes terremotos desde 1280. Este es un viejo misterio que ha desconcertado a los ingenieros hace muchos años, y que ahora ha sido esclarecido por un equipo de ingenieros liderado por el profesor Camillo Nuti en la Universidad Roma Tre.
Dada la vulnerabilidad de la estructura, que apenas logra mantenerse vertical, cabe esperar que sufriera un daño grave o incluso un colapso debido a la actividad sísmica moderada. Sorprendentemente, esto no ha sucedido. Después de estudiar la información sismológica, geotécnica y estructural disponible, el equipo de investigación concluyó que la supervivencia de la Torre se puede atribuir a un fenómeno conocido como interacción dinámica entre suelo y estructura (DSSI).
La considerable altura y rigidez de la Torre combinada con la suavidad de la base del suelo, hace que las características vibratorias de la estructura se modifiquen sustancialmente, de tal manera que la Torre no resuene con el movimiento del terreno sísmico. Esta ha sido la clave de su supervivencia. La combinación única de estas características le otorga a la Torre de Pisa el récord mundial de efectos DSSI.
El profesor de ingeniería sísmica y geotécnica George Mylonakis, de la Universidad de Bristol, señala en un comunicado que, "irónicamente, el mismo suelo que causó la inestabilidad inclinada y llevó la torre al borde del colapso ha quedado acreditado por ayudarla a sobrevivir a estos eventos sísmicos".
Los resultados del estudio se han presentado en talleres internacionales y se anunciarán formalmente en la 16ª Conferencia Europea de Ingeniería de Terremotos que tendrá lugar en Tesalónica, Grecia, del 18 al 21 de junio de 2018.