"Esta noche, a las tres serán las dos". Una coletilla que llevamos escuchando desde 1981 en España y que hoy, sábado 27 de octubre de 2018, pronunciaremos por última vez si los planes de la Comisión Europea salen adelante. El 31 de marzo de 2019 es la fecha designada para ajustar por última vez el reloj para un eterno horario de verano, respondiendo a una "demanda creciente" en los estados miembros y que comparte España.
Y es que un 84% de los 4,6 millones de participantes en la consulta online convocada por Bruselas se declararon en contra del ajuste horario, con una animosidad que llegó a tumbar la web por la cantidad de visitas. El clamor popular ha encontrado eco en las autoridades de la Unión, que consideran que el mantra del ahorro energético está refutado desde hace años. Por el contrario, los perjuicios a la salud del cambio de hora están más que demostrado: de la alteración del sueño al deterioro cognitivo, y un incremento desde los accidentes de tráfico a los cardiovasculares.
Europa se ha puesto por fin de acuerdo en que el cambio de hora bianual es dañino y poco eficaz, pero eso no significa que todo el continente tenga las mismas necesidades. El dilema entre horario de invierno y de verano frustra especialmente a los países escandinavos: la hora a la que amanezca en Helsinki hace poco por cambiar la vida de sus ciudadanos cuando tienen seis horas de Sol en enero y diecisete en agosto. En cualquier caso, los estados podrán elegir: en España, el 58% de los participantes prefirió el estival.
La idea de vivir en un horario de verano sin fin concita imágenes de largos atardeceres y cenas al aire libre todavía con luz solar. Pero más allá de nuestras idiosincrasias, ¿es realmente lo más conveniente para nuestro país? La situación se complica por un factor adicional, el huso horario. El meridiano de Greenwich pasa por España - a la altura de Alicante, concretamente- y, por tanto, nos correspondería el horario de Reino Unido, Irlanda, Portugal y las Islas Canarias: GMT+0. Y así fue hasta 1940, cuando el gobierno de Franco se puso a la "hora alemana". Es decir, adoptó el horario de Berlín y París, que equivale al GMT+1 y también se denomina Central European Time (CET).
GMT equivale a 'tiempo medio de Greenwich' y es el estándar con el que los países ajustaron su horario al día solar. España ya parte por tanto con una hora de retraso, la realidad detrás del cliché de que los españoles hacemos todo más tarde, de comer a salir del trabajo. Pero esto rige en el tiempo de invierno, el GMT+1, el 'normal'. Hace que amanezca antes de las ocho de la mañana en octubre y que anochezca antes de las ocho de la tarde, pero lo que nos parece un adelanto aún sigue por detrás: por lo que respecta al Sol, él sale a las seis.
Es fácil ver cómo el desajuste se nos va de las manos en verano: adelantar el reloj nos coloca en GTM+2 y ya son dos horas las que les debemos al día solar. Nuestra latitud meridional nos otorga abundantes horas de luz durante esos meses, por lo que el impacto no parece exagerado: de hecho, Baleares se adelantaba un año a la petición europea y pedía en 2017 mantenerlo todo el año para prolongar la temporada turística. La idea fue rechazada por motivos administrativos: imaginemos el trabalenguas para los locutores de explicar que "son las siete, una hora menos en Canarias y una más en Baleares".
Mantener el horario de verano en los meses de otoño e invierno se notaría especialmente en las provincias más occidentales, en particular en Galicia, otra comunidad que ya planteó la excepcionalidad horaria para ponerse a la par que Portugal. Según calculó el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, esto implicará que el Sol no salga hasta las nueve de la mañana e incluso las diez en los días más cortos del año. Las tardes luminosas se alargarán, pero el efecto será el de arrastrar nuestros hábitos ya de por sí descolocados con respecto a los ritmos circadianos.
Mucho más ventajoso, según los expertos, sería mantener el horario de invierno todo el año: "Con esta modificación, el Sol saldría una hora antes desde final de marzo hasta final de octubre facilitando un despertar más natural, se acercarían los horarios a la hora solar que le corresponde a España y se adelantarían los horarios de alimentación y sueño"- resumía José María Fernández-Crehuet, profesor de Economía e Innovación en la Universidad Politécnica de Madrid. Unas ventajas a las que también nos acercaríamos cambiando nuestro huso horario, de GMT+1 a GMT+0 en todo el país.
Y esa última opción está también sobre la mesa: el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, aseguró que es algo "a plantearse" aprovechando el debate en el Parlamento Europeo: "Quizá España tiene que estar en otro huso horario. Francamente, no lo sé". Hay que resaltar que los grupos en la oposición, Partido Popular y Ciudadanos, llevaron en campaña medidas para el ajuste horario. Mariano Rajoy llegó a anunciar algo que los medios británicos tradujeron como "la prohibición de la siesta". No es descabellado, por tanto, que la solución sea intermedia: un horario de verano perpetuo en una España en hora inglesa.
[Más información: Domingo 31 de marzo de 2019: ¿Último cambio a la hora de verano en la UE?]