El sexo es, o debería de serlo, sinónimo de placer. Aunque la ciencia ha demostrado que algunas posturas mejoran las posibilidades de llegar al clímax y que existen trucos para alargar el orgasmo, los datos también explican que no todo el mundo disfruta con el sexo, más allá de las situaciones en las que éste no es consensuado.
Sucede que hay personas que no sólo no llegan al orgasmo sino que, además, lo pasan mal literalmente. Y lo hacen porque las prácticas sexuales les duelen, por un simple dolor físico asociado al coito. El asunto cuenta incluso con una denominación científica: dispareunia o coitalgia y puede tener distintas causas, que van desde las psicológicas a anatómicas o estructurales. Aunque el problema afecta más a las mujeres, los hombres no están exentos de sufrir molestias en el pene durante la penetración.
Más allá de la recomendación lógica de acudir al especialista si este dolor es recurrente, persiste o impide disfrutar de las relaciones sexuales con normalidad, existen posturas y prácticas más relacionadas con la presencia del dolor, incluso en personas que no sufran este trastorno. Evitarlas o reducir al máximo su práctica es un consejo de manual para que el sexo siga siendo sinónimo de placer.
Las prácticas sexuales que pueden ser más dolorosas
La postura del 'perrito'
Se denomina así al coito que se produce cuando el varón, apoyado sobre sus rodillas, penetra a la otra persona que está apoyada en la superficie plana sobre las palmas de sus manos y las rodillas, simulando a la forma de practicar el sexo de los perros y otros mamíferos. Puede ser una postura dolorosa porque es más difícil calcular el ángulo de la penetración, por lo que se puede rasgar la vagina. Otra posibilidad es que el penetrador se confunda de orificio e inserte el pene en el ano en lugar de en la vagina, en el caso de que se trate de una coito entre hombre y mujer. En ese caso, también podría rasgarse esta parte del cuerpo.
Sexo oral
Es una de las prácticas sexuales más asociadas al placer, pero requiere de cierta pericia, porque causar dolor es un efecto adverso no tan raro. Se trata de la estimulación de los genitales usando la boca (incluyendo los labios, la lengua o los dientes) o la garganta. No calcular la fuerza, utilizar los dientes donde no se debe o aplicarlo sobre determinados puntos puede provocar dolor a quien lo recibe, que puede tener además otro efecto adverso que puede ser doloroso: la aparición de conjuntivitis por Clamydia. Según un estudio publicado en International Journal of STD and AIDS, un 9% de las personas que reciben eyaculación en los ojos adquieren esta dolencia.
La vaquera del revés
Esta posición es una de las preferidas por las mujeres a la hora de practicar el sexo, pero no está exenta de riesgos. Se llama así a la postura en la que la mujer está arriba mirando a la cara a su amante. Se trata de una práctica que puede provocar un dolor a los hombres, y uno muy intenso. Según un estudio publicado en 2014 en la revista Advances in Urology, la vaquera del revés es la causante de la mayoría de las fracturas de pene.
El misionero
La postura sexual más frecuente no está exenta de causar dolor. Hay quien utiliza el término empotrador para referirse a quien penetra con fuerza. Esta práctica, que puede ser muy satisfactoria para ambas partes, puede no serlo tanto si la mujer tiene el canal vaginal estrecho, en cuyo caso los golpes del pene pueden provocarle moratones cervicales o abrasiones. El frotamiento del pene contra la uretra también puede causar infecciones del tracto urinario, muy dolorosas.
El cocinero ansioso sobre la encimera
Esta traducción libre del nombre de una postura sexual en inglés (Counter Top Sex or The Eager Chef) figura en todos los listados de las posiciones más peligrosas para practicar el sexo. Se supone que sólo se adopta con el sexo espontáneo y se da cuando una mujer está sentada en una superficie con las piernas abiertas mientras el hombre, de puntillas, la penetra. El problema, según el profesor de Psicología de la Universidad de Harvard Justin Lehmiller, es que el varón puede confudirse a la hora de encontrar el orificio y golpearse contra la encima y, sí, eso duele.