Nadie en la historia de la literatura ha descrito tan ricamente el potencial disruptivo del ronquido en una relación como Terry Pratchett: "Yaya Ceravieja tenía un ronquido primitivo. Jamás había sido domesticado. Nadie había tenido nunca que dormir junto a él ni refrenar sus excesos más salvajes con una patada, un codazo o una porra improvisada con una almohada. Había tenido años enteros en un dormitorio solitario para perfeccionar el "cjarc", el "graaa" y el "gnoc gnoc gnoc" sin las molestias de los codazos, los manotazos y los intentos de asesinato ocasionales que moderan el impulso de roncar a medida que pasa el tiempo".
Un 45% ronca habitualmente y otro 30% lo hace de manera esporádica, según encuestas. Y ocurre más con los hombres... excepto en el tramo de los 25 y 34 años, en el que dominan las mujeres. La ciencia médica ha indagado sobre este molesto fenómeno, descubriendo entre otras cosas por qué raramente nos despertamos con nuestros propios ronquidos por estruendosos que sea: nuestro cerebro se acostumbra a amortiguar las disrupciones de la respiración durante las fases del sueño, pero eso no funciona para alguien externo. Y no existen soluciones sencillas.
La tecnología, sin embargo, se ofrece ahora al rescate. La estrategia desarrollada por investigadores de la Northern Illinois University (EEUU) y la Chung Yuan Christian University de Taipéi (Taiwan, China) no opera sobre la persona que ronca sino sobre su sufrida pareja. Sus hallazgos han sido publicados en IEEE/CAA Journal of Automatica Sinica y tienen como objetivo el mantener el ruido nocturno en 35 saludables decibelios, cuando los ronquidos pueden fácilmente superar un rango entre los 50 y los 60. No se trata de un cometido sencillo: requiere la ayuda de la Inteligencia Artificial.
¿Se puede cancelar el sonido de un ronquido sin añadir más ruido que provoque cacofonía? Sí, siempre y cuando se produzca una onda sonora de su misma amplitud pero en fase opuesta. Un sistema de anulación debe ser capaz de detectar el sonido inicial en cuanto supera los parámetros de disrupción, eliminar el ruido residual (los errores en la captación) y calcular la emisión que cancelará la original. Estos dispositivos existen pero el problema es que son estáticos: se montan en la cabecera de la cama y no tienen en cuenta la orientación de la cabeza de los durmientes.
Según explica Lichuan Liu, ingeniera jefa del proyecto, su sistema se integra en la almohada de la persona que no ronca mediante un filtro adaptativo. Recibe dos señales: el que corresponde al ruido de los ronquidos, captado por un micrófono de referencia, y el ruido residual, detectado por otros dos "micrófonos de error" que deben servir para depurarlo. En base a estos registros, el filtro genera la señal antiruido apropiada que emiten dos altavoces que también se encuentran integrados en la almohada.
Además, la tecnología actual trabaja con algoritmos LMS (Least-Mean-Square), pero el equipo de Liu incorporó elementos de machine learning con carácter adaptativo. "Las señales de cada ronquido de cada persona tiene características únicas de tiempo y frecuencia, y por tanto es esencial que diseñemos un algoritimo LMS adaptativo para que la cancelación de los distintos ronquidos sea óptima"- explica la ingeniera. Con su tecnología, el filtro puede ajustarse a la longitud del ronquido de cada individuo de forma específica, y responder a los cambios sutiles de sus características acústicas.
El sistema ha sido probado con un muñeco de pruebas sensible al sonido, con resultados de una reducción de 30 y 31 decibelios (Db) en los oídos derecho e izquierdo respectivamente. AL usar un sistema estático, sin embargo, la reducción fue únicamente de 22 y 21 decibelios. La capacidad para cancelar ronquidos del LMS adaptativo aplicado a una persona que duerme se ha calculado en 19 y 20 decibelios en los lados izquierdo y derecho, cuando la tecnología actual apenas rebaja el ruido en 16 y 12 dB respectivamente.
[Más información: Del sexo al vaso de agua: los siete mandamientos para conseguir dormir mejor]
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