El filósofo, físico y epistemólogo argentino Mario Bunge fallecía en la madrugada de este lunes a los 100 años en Montreal, la ciudad canadiense donde residía hace más de 40 años, según ha adelantado El País.
Bunge, que fue premio Príncipe de Asturias en 1982, es conocido especialmente por su lucha contra las pseudociencias. Bunge se declaraba como un filósofo realista, cientificista, materialista y sistemista; además de defensor del realismo científico y de la filosofía exacta.
Era conocido por expresar públicamente su postura contraria a las pseudociencias, entre las que incluye al psicoanálisis, la praxeología, la homeopatía, la microeconomía neoclásica (u ortodoxa) entre otras, además de sus críticas contra corrientes filosóficas como el existencialismo (y, especialmente, la obra de Martin Heidegger), la fenomenología,el posmodernismo, la hermenéutica y el feminismo filosófico.
En términos económicos y políticos, Bunge proponía una defensa del "socialismo como cooperativismo", diferenciándolo de y haciendo fuertes críticas al socialismo de tipo soviético y al populismo. Ejerció docencia en filosofía en Argentina, Uruguay, México, EEUU, Alemania, Dinamarca, Suiza y Australia. Actualmente ocupaba la Cátedra Frothingham de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill, de Montreal, Canadá.
Sus intereses abarcaban la filosofía general (semántica, ontología, gnoseología, metodología de la investigación, praxiología y ética) así como biología, psicología y ciencias sociales, sin eludir consideraciones sobre la filosofía de la lógica y la matemática como fundamento no solo del quehacer científico sino también filosófico.
Consideraba a la matemática solo como ciencia deductiva, sin destacar la fase de la producción [investigación] matemática, que usa la experimentación, la intuición, casos finitos y analogía, tal como lo considera el matemático húngaro George Polya (1887-1985). También declararon al respecto 70 matemáticos que trabajaban en Estados Unidos, entre ellos el matemático finlandés Lars Ahlfors (1907-1996).
En relación con ello, Bunge fundó la Sociedad para la Filosofía Exacta, que procura emplear solamente conceptos exactos, definidos mediante la lógica o la matemática a fin de evitar la ambigüedad y la imprecisión características de otros estilos filosóficos, entre ellos el fenomenológico, el postmoderno (especialmente el hermenéutico) y provoca (a la vez que estimula) el tratamiento de problemas no triviales como contraste con la gigantesca producción filosófica libresca que interpreta recursivamente las opiniones de otros filósofos o que juega con objetos ideales o mundos posibles.
Su posición crítica estaba equilibrada por sus aportes originales y por el planteamiento de caminos de reconstrucción filosófica.