Sólo el hombre, entre los animales, posee la palabra, dejó escrito Aristóteles, y este ha sido el paradigma hasta ahora: el Homo sapiens sería el pináculo evolutivo de la humanidad al dominar entre otra facultades el lenguaje hablado, que le habría permitido una organización social mucho más sofisticada y el triunfo, a la larga, de la civilización sobre la naturaleza. Ahora, esta concepción debe cambiar: hace medio millón de años, nuestros antepasados convivían con otra especie que tenía las mismas capacidades auditivas y lingüísticas, el hombre de Neandertal.
El hallazgo, realizado por un equipo de investigadores de la Cátedra de Otoacústica Evolutiva y Paleoantropología de HM Hospitales y la Universidad de Alcalá (UAH), y publicado en Nature Ecology & Evolution, derriba el último mito popular sobre el Homo neanderthalensis. En los últimos años hemos desterrado la imagen de una criatura tosca, bestial y simiesca, en favor de la de una especie sofisticada en lo cultural y lo simbólico, que enterraba con ceremonia a sus muertos y decoraba con pinturas sus cavernas.
Toca ahora olvidar al cavernícola que se comunica con gruñidos y gestos: si escuchásemos a un neandertal hablar, reconoceríamos de inmediato a un ser humano. Así lo explica a EL ESPAÑOL Juan Luis Arsuaga, director del Museo de la Evolución Humana y codirector de las excavaciones e investigaciones en Atapuerca, de donde proceden varios de los cráneos usados para el estudio. "El dato empírico es que su audición era indistinguible de la nuestra, cuando la de los chimpancés, por ejemplo, es radicalmente distinta. Parece lógico pensar, por cómo funciona la evolución, que si oían como nosotros es porque también hablaban".
¿De donde sale la idea de que neandertales no podían físicamente hablar, como le ocurre a los simios? Los primates han conservado la denominada 'laringe alta', explica el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, pero también los bebés lactantes. "Lo que pasa en nuestra especie es que después desciende para favorecer la articulación del lenguaje". Al tratarse de tejido blando, no contamos con fósiles de laringe neandertal que prueben si en ellos se producía también ese descenso. Pero este nuevo trabajo sí ha podido analizar el hueso de la cavidad del oído externo y medio para determinar ante qué sonidos estaban sensibilizados.
Evolutivamente, el desarrollo de la capacidad auditiva y la fonación tienden a ir de la mano. "Si alguien ha construido un violín, tengo motivos para pensar que será un buen violinista", ilustra Arsuaga sobre las posibilidades del lenguaje neandertal. Ignacio Martínez, Prof. de la UAH y director de la Cátedra de Otoacústica Evolutiva y Paleoantropología, expande esta metáfora: "Habíamos descubierto que una persona iba al conservatorio, que no se perdía ni un solo concierto de violinistas famosos. Teníamos sospechas, por lo que sabíamos de su comportamiento, de que él también tocaba el violín. Pues bien, ahora hemos descubierto el violín en su casa. Es la prueba que nos faltaba".
Un TAC a fósiles
Para llegar a esta conclusión, el equipo de la profesora Mercedes Conde Valverde trabajó con modelos tridimensionales de las cavidades del oído externo y medio efectuados a partir de cientos de imágenes de tomografía computarizada de gran resolución (TAC) de cinco ejemplares neandertales europeos y de otros nueve individuos procedentes del yacimiento de Atapuerca. Al emplear más radiación de la que se usaría con un sujeto vivo, se han logrado reconstrucciones detalladas al milímetros cuyos datos, procesados por un modelo de ingenería de telecomunicaciones, dan lugar al rango de frecuencias que oiría con gran precisión.
Este rango, denominado 'ancho de banda', es menor en los primates. "Un chimpancé distingue muy bien los sonidos vocálicos, pero las consonantes las oye peor, como una persona que sufre sordera moderada. Las confunde", explica Martínez. "En el ser humano, este rango de audición se ha ampliado, porque usamos muchos sonidos". El homínido de la Sima de los Huesos, antecesor de los neandertales, ya habían desarrollado un ancho de banda superior al del chimpancé, y ese aumento ha continuado en el hombre de Neandertal hasta equipararse al nuestro. "Tenían a su disposición una capacidad oral tan compleja como la nuestra".
Esta capacidad, precisa la profesora Conde Valverde, está presente en los fósiles más antiguos, de unos 120.000 años, a los más modernos, de hace 60.000: "Desde que apareció el neandertal, ya podría haber hablado". ¿Significa entonces que pudieron hacerlo con los sapiens? "No podemos coger la máquina del tiempo, pero el experimento ya se ha hecho", valora Martínez. "Por ejemplo, cuando los españoles llegaron a América. No se entendían con las personas que encontraron, pero tenían claro que eran personas. Y rápidamente aprendieron unos de otros. Ante otra especie humana e inteligente, como los neandertales, encontrarían maneras de comunicarse".