España tiene un gran problema de natalidad. Año tras año, las cifras han ido cayendo desde el 2014 sin parar. En aquel momento, la tasa de natalidad bruta por cada 1.000 habitantes se situó en el 9,18%, mientras que en 2022 fue del 6,88%. Esta fue la más baja desde que se tienen registros, superando a las ya preocupantes de 2021 y 2020.
Lo mismo sucede con el índice coyuntural de fecundidad, es decir, el número de hijos por cada mujer. En el año 2022 se situó en 1,16, la cifra más baja desde 1993. Aquí, la tendencia ha ido decreciendo de forma alarmante en los últimos años. En nuestro país, los motivos que causan el problema de la natalidad son varios, aunque entre ellos destaca la precariedad laboral que dificulta que los españoles puedan atreverse a tener una casa propia o a formar una familia.
Sin embargo, la ciencia parece demostrar ahora que hay otros motivos que pueden provocar que la gente decida tener menos hijos y es que existen unos genes que hacen a algunas personas más propensas a tener una amplia descendencia y que están relacionados con vivir menos años de vida de lo normal. Así lo explica un estudio reciente realizado en la Universidad de Michigan.
¿Por qué tener más hijos puede acortar la vida?
Hay muchos países en los que la tasa de natalidad es un grave problema socioeconómico. España es uno de ellos. La población media es cada vez más mayor y no llegan las nuevas generaciones suficientes para sustituir a las anteriores. Esta cuestión, unida al envejecimiento social, preocupa y mucho a la ciencia.
Si se aplica una visión evolutiva al problema, lo normal sería que la selección natural favoreciera al establecimiento de mutaciones en las personas que aumentaran la esperanza de vida y los años de fertilidad. De hecho, la propia selección natural tiende a mantener viva a una persona hasta que pierde su capacidad de reproducirse, tal y como explicaba el científico Peter Medawar en 1952. Sin embargo, el problema viene a partir de ahí.
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Otro científico, George Williams, aseguró años más tarde que las mutaciones relacionadas con el envejecimiento y que son letales a edades avanzadas podrían tener selección positiva si hacen que el individuo se reproduzca antes o en mayor número en su juventud.
En este sentido, surgen casos como los provocados por las variantes genéticas que favorecen la aparición de enfermedades coronarias y que suelen estar asociados con un mayor número de descendencia. A pesar de todas estas referencias, hay estudios e hipótesis que no abrazan estas informaciones porque no es fácil establecer una relación clara entre la esperanza de vida y la descendencia.
Sin embargo, Erping Long y Jianzhi Zhang, de la Universidad de Michigan, han publicado un completo artículo en la revista Avances Científicos en el que prueban esta hipótesis utilizando datos genéticos, reproductivos y de mortalidad que han sido recopilados por el Biobanco del Reino Unido.
Sus conclusiones explican que aquellas personas que obtuvieron puntuaciones altas en rasgos poligénicos que favorecen la reproducción tenían menos probabilidades de vivir hasta los 76 años. Además, también han observado que esta tendencia se encuentra en aumento, lo que la confirma como un patrón consistente, tal y como ya predijo Williams.
En líneas generales, en el universo de la ciencia se produce una mayor inversión en reproducción que en reparación del ADN, lo que facilita la acumulación de mutaciones que conducen al envejecimiento de las personas. A pesar de estas afirmaciones, estos expertos reconocen que en el caso de los humanos, los efectos sociales influyen más que los genéticos, especialmente en las últimas décadas.
Con el avance de los tiempos, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente, situándose por encima de los 72 años, casi tres décadas más que en 1950. En ese tiempo, la tasa de natalidad ha ido cayendo progresivamente. Por último, el estudio también asegura que hay que tener en cuenta las diferencias culturales de cada sociedad e incluso que hay diferencias entre las personas que han tenido varios hijos. Por ejemplo, quienes tuvieron dos hijos también tenían más probabilidades de sobrevivir que quienes tuvieron tres, pero vivieron más que quienes no tuvieron ninguno.