Descubrir océanos de agua líquida bajo la superficie de las lunas heladas de los gigantes gaseosos del Sistema Solar plantea una de las hipótesis más apasionantes de la astronomía a día de hoy: la potencial existencia de vida extraterrestre en condiciones muy diferentes a la de la Tierra. Sin embargo, detectar estas masas de agua es un reto cuando no presentan actividad exterior. Tal es el caso de los géisers de Encélado, que permitieron determinar que no solo posee un océano interno sino también actividad geotérmica.
A partir de Encélado, los astrónomos han tratado de determinar si otras lunas comparten las características que indicarían que contiene un océano. Así, el pequeño satélite Mimas en la órbita de Saturno no se consideraría candidato según esos criterios. Sin embargo, tal y cómo recoge hoy la revista Nature, los últimos datos han sorprendido a los investigadores: no solo es posible que albergue agua líquida en su núcleo, sino que eso explicaría las anomalías en su órbita.
La característica más peculiar de Mimas, de forma ligeramente ovalada, es el enorme cráter en su superficie, que le ha hecho recibir el mote de 'Estrella de la Muerte' en referencia a la estación espacial de la saga Star Wars. Se encuentra en rotación sincrónica alrededor de Saturno, lo que indica que siempre le muestra la misma cara. Sin embargo, los cambios en sus desplazamientos han podido determinar la composición de su estructura interior.
[La vida extraterrestre no está en Marte, sino en las lunas de Júpiter y Saturno]
Los cálculos han pasado por medir el movimiento de inercia de Mimas, que mide su resistencia a la aceleración por rotación. Esto depende tanto de la forma de la superficie del satélite como de su composición interna. Esta luna realiza 'balanceos' denominados libraciones y provocados por el tirón de la fuerza de gravedad de Saturno. Sin embargo, se balancea mucho más de lo esperado por la configuración de su corteza exterior.
Las dos posibles explicaciones se encontraban en su interior: o bien su núcleo era rocoso y alargado, acentuando los balanceos en cada extremo, o era un océano líquido sobre el que la superficie podría oscilar de forma independiente. Sin embargo, la inercia también cuantifica el campo gravitatorio del astro. Y si el núcleo de Mimas fuera sólido, tendría que tener prácticamente "forma de tortita" como para explicar las anomalías en la forma retrógrada en la que orbita a Saturno que observó a su paso la sonda Cassini de la NASA.
Dado que la hipótesis del núcleo 'tortita' no se corresponden con las observaciones, la explicación de la masa de agua interna queda como la única fehaciente. Los autores de este trabajo, dirigidos por Valery Lainey del Observatorio de París, calculan que el océano se encuentra bajo una capa de entre 20 y 30 kilómetros de profundidad. Las simulaciones sugieren además que el océano surgió en un momento entre dos y 25 millones de años atrás, por lo que no habría llegado a poder influenciar la formación de su superficie.
Así, el gran cráter mencionado previamente, que recibe el nombre de Herschel, no podía haberse formado con una capa de hielo tan fina. Por el contrario, se habría ido estrechando a medida que el agua líquida se expandía en el interior. Que se trate de un océano formado tardíamente, finalmente, podría explicar que Mimas no tenga las grandes grietas en el hielo fracturado que caracterizan la superficie de Encélado.
Además, añadir a Mimas como la quinta luna con un océano interior actualiza y revoluciona las hipótesis sostenidas hasta la fecha sobre esta clase de astros. La idea de que una luna relativamente pequeña y helada albergue océanos jóvenes es innovadora, y guía a los astrónomos para buscar más satélites de este tipo en regiones como Urano, uno de los objetivos prioritarios de la NASA para los próximos años.