José R. Penadés es catedrático de Microbiología del Imperial College London.

José R. Penadés es catedrático de Microbiología del Imperial College London. Cedida

Investigación Entrevista al microbiólogo José R. Penadés

El nieto del zapatero que acaba de entrar en la élite científica mundial: "España premia al mediocre"

"El número de muertes causado por las superbacterias no será tan dramático como se dice" / "En España, todo es enchufismo" / "Daría años de mi vida por que mi abuelo me viera ingresar en la Royal Society" / "La actuación de Israel es injustificable. Pero la Universidad no debe posicionarse de forma política".

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"Tienes la libertad de escribir lo que te dé la gana. Yo soy responsable de mis palabras". Tras esta contundente afirmación se esconde (verbo que quizás sea con el que menos se siente identificado) José R. Penadés (Agullent, 1968), catedrático de Microbiología y director del Centro de Biología de la Resistencia Bacteriana en el Imperial College de Londres.

También es una especie en extinción que no teme a las represalias tras sus declaraciones:  "Si alguien se cabrea y se le cae la cara de vergüenza, yo encantado. Y si no les parece bien o creen que yo he mentido, me pueden demandar". Con esta osadía, se presentó hace 10 años en Reino Unido, donde obtuvo la plaza de catedrático. Cree que hubiera sido "imposible" imaginar esta situación en España, "donde es más importante a quién conoces que lo que tú vales".

Precisamente, que "no valía" fue lo que le dijo su padre "cuando era un chaval". No se refería a la Veterinaria (carrera que estudió por su abuelo, zapatero y amante de los porqués), sino al fútbol. Confiesa que intentó "hasta la muerte" ser jugador profesional. Hubiera dado su vida por un partido de Champions League con el Madrid. "Ahora, serían dos", bromea.

[González Zorn, el sabio de las superbacterias: "En unos años una infección de orina podría matarnos"]

Pasados unos 40 años, su madre (trabajadora textil, como su marido) le preguntó si alguna vez pensó que iba a ingresar en la Royal Society de Reino Unido, reconocimiento por el que atiende a EL ESPAÑOL. Le dijo que no, en la vida. Su padre aprovechó entonces para desquitarse la espina que tenía clavada: "Yo sí, por eso te dije lo que te dije".

¿Le tememos lo suficiente al peligro que puede suponer que las bacterias cada vez sean más resistentes a los antibióticos?

Creo que se va cogiendo conciencia de ello. Hay que tener mucho cuidado para intentar controlarlas e invertir en ciencia para intentar buscar nuevos tipos de tratamiento.

¿Llegará a causar las millones de muertes que ya se están advirtiendo?

Debería decir que sí, porque así nos darán más dinero (se ríe). Pero no lo tengo claro. No parece tan probable que todas las bacterias se vayan a volver resistentes, es algo que no podemos descartar. Es verdad que hay muchas personas que ya fallecen directamente o indirectamente por una infección bacteriana, pero creo que los números finales no serán tan dramáticos.

¿Estamos deseosos de encontrar la próxima pandemia?

La diferencia es que a esta la conocemos como la pandemia silenciosa. No va a haber un día en el que estemos bien y al siguiente se nos vaya de madre, como ocurrió con el coronavirus.

De los seis españoles que forman parte actualmente de la Royal Society, los tres primeros han hecho carrera en el CSIC, y los tres últimos investigan en Reino Unido. ¿Habla bien de este país o mal de España?

En España no se percibe la magnitud real de lo que significa entrar en esta institución para alguien de Reino Unido. Aquí, pertenecer a la Royal Society es, a nivel científico, lo máximo a lo que una persona puede aspirar. Aunque hay dos tipos de miembros. Uno para el que trabaja (o ha nacido) en cualquier país de la Commonwealth, y otro para los extranjeros, que se llama Foreign Members.

Por ejemplo, Ramón y Cajal o Severo Ochoa recibiendo este último. Es decir, para mí es más fácil ser elegido trabajando en el Reino Unido que si estuviera en España.

¿Se está quitando mérito?

No, nosotros hacemos buena ciencia y nos va bien. Pero revisando la lista de españoles, pues ves a personajes de otra magnitud. Es bueno reconocer que su nombramiento fue mucho más dificultoso y que fueron elegidos por realizar descubrimientos que en algunos casos les valió incluso para ser premio Nobel.

Aunque haya sido "más dificultoso", ¿se imaginó alguna vez firmando en el mismo libro [como hacen todos los que ingresan en la Royal Society] que el propio Cajal, Darwin o Einstein?

Nunca. Y menos en mi caso, yo acabé mi tesis doctoral y casi que dejé la academia. Pensaba que no valía para la ciencia. Me fui a una universidad privada, que es la actual CEU Cardenal Herrera, y allí montamos la primera licenciatura de Veterinaria. Yo soy veterinario de formación y en esta universidad era eminentemente docente.

En aquel momento, entendí que mi carrera se iba a desarrollar desde el punto de vista docente, y no investigador. Aunque nunca lo dejé. Y con el paso del tiempo, en investigación las cosas se iban poniendo mejor y mejor. Y ya, el llegar al Reino Unido y dirigir el 'Centre for Bacterial Resistance Biology' del Imperial College London, es algo que a uno jamás se le pasa por la cabeza, ni en el mejor de los sueños. No lo hubiera imaginado ni siquiera cuando me marché al Reino Unido.

¿Por qué se marchó a Reino Unido en 2013?

La investigación siempre ha estado mal, pero en aquella época era incluso peor. Y por eso tomamos la decisión de probar en un país que apuesta claramente por la investigación. Reino Unido, comparado con España, es otro mundo. El cambio es complicado al principio porque la forma de pedir proyectos es diferente. Pero tienen algo que España no tiene y es que aquí las cosas funcionan —en la mayoría de los casos— por meritocracia. Les da igual de dónde seas. Si tú demuestras que lo haces bien, les vale.

Penadés se marcha a Reino Unido en 2013 porque su situación en España era insostenible.

Penadés se marcha a Reino Unido en 2013 porque su situación en España era "insostenible". CEU Cardenal Herrera

¿España no funciona por meritocracia?

En absoluto. En España es más importante a quién conoces que lo que tú vales. Por lo menos, en la época en la que yo sufrí todo esto. Era muchísimo más importante conocer a los miembros del tribunal que tener publicaciones o proyectos en revistas y organismos competitivos.

¿Diría que sigue siendo así?

Creo que sí. En España, todo es enchufismo. Si vas a las universidades, verás que la mayor parte de quienes sacan plaza ya estaban de antes. Yo me presenté a dos plazas en Reino Unido, y me produjo una sensación muy difícil de explicar y se lo dije a uno de los tribunales: esta situación en España sería imposible, que alguien que no conoce a nadie en la universidad esté siendo entrevistado para una plaza de catedrático… Que no estamos hablando de una plaza de ayudante doctor.

Al final, lo que se mira es tu currículum y tu valía con respecto a lo que se busca. En nuestro país, no ocurre eso por desgracia. Sigue funcionando ese concepto de amiguismo familiar: yo ahora te hago un favor y tú ya me lo devolverás.

¿Confía en que cambie en algún momento?

Creo que no va a cambiar. Es intrínseco, y al que tendría que hacerlo, no le apetece. Lo mismo pasa con los funcionarios. O en la universidad, hay gente que no tiene actividad investigadora. En el CSIC, que es un órgano que sólo se dedica a la investigación, ¿cómo es posible que haya gente que no tenga proyecto de investigación? ¿Usted exactamente qué hace cada día? ¿Por qué esa gente sigue manteniendo sus puestos de trabajo?

¿Cree que en la clase política sucede igual?

Sí, es igual. No deja de ser un reflejo. Además, no se evalúa a nadie. Una vez que adquieres una plaza de profesor en la universidad, de la categoría que sea, vas a estar ahí, independientemente de cómo lo hagas. Esto provoca que haya gente que tiene que hacer un esfuerzo muy grande, porque le interesa y tiene vocación, y estando junto con gente que no hace nada y que probablemente les haga la vida más difícil.

Lo triste es que España, en el área de la Microbiología, tiene grupos extraordinarios, muy punteros. Pero estoy convencido de que se les hace la vida muy difícil. La dinámica de la universidad lo que intenta es que esa gente no sobresalga para que así los mediocres no parezcan tan malos.

¿En España triunfan los mediocres?

Sí, en España triunfan los mediocres. En España, la mayor parte de las leyes que se llevan a cabo para progresar en la universidad no son para premiar al bueno, son para no ofender al malo. Es la realidad. Puedo poner mi ejemplo. Yo era miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, saqué una plaza tras varios intentos. Me fui al Reino Unido porque después de tres años, nunca me dieron un laboratorio para poder trabajar. Podría haber estado en casa tocándome las pelotas, que no hubiera pasado nada.

Tuve que ocupar sitios de manera ilegal en los centros en los que yo estaba antes para poder seguir trabajando. Y llegó un momento en que la situación era insostenible. Y decidí irme porque no podía tener gente trabajando en un sitio al que no pertenecían. Porque si hubiese pasado cualquier cosa, yo hubiera tenido problemas.

A lo largo de mi carrera, he tenido tres ERC (dos, advanced; y una, synergy), que son los proyectos más prestigiosos que un investigador puede conseguir a nivel individual en Europa. Cada vez que los he conseguido, ha habido universidades británicas que me han llamado para que me fuera con ellos, porque así captan prestigio y dinero. ¿Sabes cuántas universidades o centros de investigación me han llamado en España? Cuando tengo a mi familia en España, soy español y me sabe mal estar aquí cuando podría estar en mi país haciendo lo que hago, porque sería muy sencillo.

Puedo sospechar cuántas le han llamado.

La única fue la Cardenal Herrera, pero entendí que no se daban las condiciones para volver. Pero eso ya te demuestra algo, que España no quiere que haya diferencia. España premia al mediocre. Los centros no quieren gente que lo haga bien, más bien todo lo contrario. Porque si tú eres un seis y hay una persona que es un ocho, pues queda en evidencia que tú eres peor. Pero si todos son seises…

Es la manera de funcionar. Las plazas se deciden por a quién conoces. También hay perfiles en la universidad que sólo falta que pongas el nombre de los abuelos y bisabuelos para poder competir por ellas. Así va el país, por desgracia. Los estudiantes y los doctorandos españoles están muy bien evaluados en el extranjero, porque tienen muy buena formación y trabajan muy duro.

Pero no hay forma de que los mejores vuelvan al sistema. No tiene sentido: generamos gente muy buena y luego no somos capaces de absorber ese talento. No porque no haya plazas, que podría haber más, sino porque muchas veces esas plazas ya están ocupadas por gente que no hace nada o que tiene menor nivel, y no nos los quitamos.

¿Cree que esto cambia en función del partido que gobierne?

No, no ha cambiado.

Da igual rojos que azules.

Sí, da igual rojos que azules. Por desgracia, así es. Tienes la libertad de escribir lo que te dé la gana. Yo soy responsable de mis palabras. Y si estas palabras sirven para que alguien se cabree y se le caiga la cara de vergüenza, yo encantado. Y si no les parece bien o creen que yo he mentido, me pueden demandar. Pero bueno, los hechos están ahí.

Parece que nos conformamos con tener una vida 'cómoda'.

No, si en tu vida tú puedes decidir lo que quieras. El problema es que la administración no tenga un sistema para captar a los mejores. A quien lo haga extraordinariamente bien, que se le promocione; y al que no, hay que limpiarlo, porque es dinero público. Las universidades funcionarían mejor si se limpiara todo lo que no vale. Los hospitales, igual.

Mis padres se han sacrificado mucho para que yo llegue hasta aquí. Eran trabajadores textiles. Los cuatro hermanos hemos ido a la universidad, pero yo he visto a mi padre ponerse cartón en zapatos agujereados. Estudié en colegios públicos, he sido becario, y hay una parte de mí que se siente incómodo porque todo ese servicio público del que me he aprovechado ahora no está dando el fruto que debería. Y lo intenté.

¿Qué le parece que el Ministerio de Seguridad Social haya aprobado una orden ministerial que obliga a los científicos a pagar hasta 17.000 euros para recuperar los años cotizados como becario?

Las condiciones son una broma. Yo fui becario del Ministerio de Educación, y tengo que pagar la parte proporcional de la empresa, cuando la empresa era el Gobierno. Eso ya denota el respeto que le tiene el Gobierno a la investigación, que tienes que pagar la parte proporcional tuya más la de tu empleador. Es una broma.

¿Ha recibido ofertas cuantiosas de países como Arabia Saudí?

No, nunca. Pero yo ahí no iría. Hay cuestiones que van más allá de la ciencia, y uno no es ajeno. A mí me gusta vivir en el Reino Unido. Hasta las últimas elecciones, tu palabra valía para poder votar. Cuando vas a un sitio y dices algo, te creen. En España, cada vez que dices algo parece que estés intentando tomar el pelo.

Además, nuestros estudiantes aquí se pueden independizar cuando acaban. En España, no se pueden independizar hasta que uno tiene 30 y pico años. Aquí, los taxistas, cuando se dan cuenta de que soy español, me dicen "he estado en España dos veces este año". Quiero decir, los taxistas de Reino Unido (tanto en Londres como en Glasgow) tienen dinero suficiente para poder viajar. Lo contrario, no sé si pasa.

Lo de la calidad de vida es relativo. Si con el sol es suficiente, está bien. Pero si quieres formar una familia con tu pareja, independizarte, pues creo que no es el país. Nos autoengañamos en ese sentido. Yo, la mayor parte de mi tiempo me lo paso trabajando. Si tus condiciones de trabajo no son las ideales y tienes que estar todo el día pegándote con uno o con otro, y en otro país estás relajado y centrándote en lo que quieres, ¿dónde se vive mejor?

Me llama la atención que diga que se pasa todo el día trabajando porque cuando le solicitamos la entrevista nos dijo que el día siguiente lo tenía "todo libre" (siendo lectivo).

Mi vida es la ciencia. Mi trabajo normalmente es hablar con la gente del laboratorio para ver cómo van los experimentos. Pero esa vuelta la puedo dar a cualquier hora.

No tener un horario también puede convertirse en una cárcel del trabajo.

Sí, es muy jodido. Eso es una cosa que uno tiene que aprender en este oficio. Yo, por ejemplo, no tengo ordenador en casa. Nunca he trabajado en casa desde que mis hijas eran pequeñas. Si tengo que estar toda la noche en el despacho, lo estoy. Que tengo que ir el fin de semana, pues igual. Pero cuando cierro la puerta del despacho, se ha acabado.

No tiene ordenador. Pero entiendo que en casa responderá a algún que otro correo con el móvil.

No, cuando me voy a casa el móvil lo uso para jugar al ajedrez. O me pongo la tele o la radio. O salgo, quedo con gente. Porque si no, es peligroso. Soy una persona obsesiva, y me gusta mucho mi trabajo. Aunque si alguien va a mi casa, nunca acertará cuál es mi profesión. Lo hago para que no se nos vaya la olla.

¿Una de esas distracciones es el fútbol?

Sí, es mi pasión. Es verdad que ahora menos porque el dinero lo ha podrido todo. He sido seguidor del Madrid desde siempre. La gente dirá "claro, del Madrid, qué fácil". Pero es que cuando yo era chaval, nos costó 32 años ganar la Champions League. Yo viví esa época, en la que las Copas de Europa que tenía el Madrid era en blanco y negro.

Cuando yo era chaval, cualquier equipo le podía ganar a cualquier equipo. Todo eso se ha acabado ahora. Tú puedes hacer una predicción de lo que va a pasar el año que viene en las semifinales de la Champions League y acertarás. Ha perdido un poco ese encanto, pero ahí seguimos. Me organizo los fines de semana y los partidos de Champions League son obligatorios.

¿Sigue más el fútbol español que el inglés?

Sigo más la liga española que la inglesa. Aunque aquí tengo predilección por el Liverpool. Es el equivalente al Madrid en España, por ese señorío histórico. Había un jugador que se llamaba John Barnes,  y si hubiera sido jugador profesional, me hubiera gustado ser como él.

Penadés en su primera visita a Anfield, el estadio del Liverpool, en 2016.

Penadés en su primera visita a Anfield, el estadio del Liverpool, en 2016. X

Cuando pisó Anfield por primera vez dijo que la vida cobraba más sentido. ¿Cobra más sentido el pisar Anfield o el entrar en la Royal Society? ¿Cuál pondría primero?

Yo pondría lo de Anfield (se ríe). Si en la época de chaval, alguien me hubiera dicho "vas a jugar un partido de semifinales de Champions League con el Madrid, lo haces bien y luego mueres", yo hubiera firmado.

¿Ahora no?

No, ahora, no. Ahora tendrían que ser por lo menos dos (vuelve a reírse). Es curioso porque al final hay códigos que tú aprendes cuando estás en un equipo de fútbol que a mí me han venido muy bien para manejar laboratorios, donde tienes gente con distintas expectativas.

Hay una cosa de la que estoy muy orgulloso: yo no he sido jugador de fútbol porque no tuve las condiciones. Pero estoy convencido que nadie como yo hubiera sido jugador de fútbol porque lo intenté hasta la muerte.

¿Como que "hasta la muerte"?

Mira, mi padre fue un muy buen jugador de fútbol. Llegó a Segunda División y el Valencia fue a por él varias veces. Pero tuvo una mala experiencia con el fútbol.

No quería que viniera a verme jugar, porque era muy crítico. Y durante un tiempo no vino. Hubo un día que teníamos un partido importante, para ascender a primera división juvenil. Jugábamos fuera, a 60 kilómetros de donde vivíamos. Llego y me lo veo allí. Es el mejor partido que he jugado en mi vida. Quedamos 1-2, yo metí los dos goles.

Cuando me iba a volver con el equipo en el bus, me dijo que me fuera con él en coche. Pensé que aquel día sí que me iba a felicitar. No dijo una palabra. Y estando a punto de llegar a casa, para el coche en una cuneta. "José, tú no vales para el fútbol, no eres lo suficientemente bueno para jugar en Primera División. Pásatelo bien con tus amigos, pero no dejes los estudios", me dijo.

Me costó varios años aceptar que tenía razón. Mi padre ha llevado mal eso durante muchos años. No es muy hablador, pero mi madre alguna vez me lo ha dicho. Cuando sabíamos que podía ingresar en la Royal Society, estábamos hablando y mi madre me dice "¿Tú pensabas que esto podría ocurrir alguna vez?". Le dije que no, en la vida. Y entonces mi padre dijo "yo sí, por eso te dije lo que te dije". Aprovechó la oportunidad para quitar el puñal que llevaba 40 años clavado.

Lo de "futbolista frustrado" no es una exageración entonces.

No, durante un año no fui a ninguna clase de música porque me iba a jugar al fútbol. Recuerdo despertarme por la noche dándole patadas a la pared, me despertaba del daño que me hacía. Me sabía todos los jugadores, todos los equipos, los suplentes. Los domingos no salía a ver a mis amigos hasta que terminaban los partidos. También veía fútbol internacional. Un loco del fútbol.

¿No se planteó ser periodista deportivo?

Si volviera a nacer, probablemente lo sería. No quiero ir contra tu profesión. Pero cuando Olga Carmona metió el gol en la final del Mundial, les dije a mis hijas que era casi idéntico a un gol que marca Brasil en la final del 70 contra Italia. No recuerdo el lateral derecho, pero Pelé aguanta para que el tío llegue por detrás y, sin que nadie sepa cómo, tira a la derecha y la cruza. Mis hijas se quedaron acojonadas. A mí me sorprende que ningún periodista deportivo mencionase aquello. Igual son batallitas de abuelo, pero en la época de García eran mejores.

Podría haber sido 'el otro Maldini'.

Bueno, yo sería más de los que narran el partido, porque hacen y se van a casa. Es verdad que siempre me gustó un poco la ciencia. De hecho, yo hice Veterinaria con la idea de hacer ciencia. Si las cosas no iban bien, siempre podía trabajar como veterinario.

Mi abuelo también ha sido una parte muy importante en todo esto. En la foto que envié a la Royal Society hay unos zapatos de madera porque mi abuelo era zapatero. Él siempre decía que todas las cosas tenían un porqué. Me acuerdo de él casi todas las semanas. Daría muchos años de mi vida por que pudiera venir al evento.

El microbiólogo en su pueblo natal, Agullent (Valencia), en la casa que perteneció a su abuelo.

El microbiólogo en su pueblo natal, Agullent (Valencia), en la casa que perteneció a su abuelo. Cedida

¿Le da coraje que haya futbolistas que cobran más que los investigadores?

No. A mí no me da coraje que haya gente que gane mucho dinero porque entiendo que ellos lo generan. Lo que sí me sabe mal es que los investigadores no estén bien pagados. ¿Por qué un médico gana más que un investigador? ¿Por qué el mejor investigador en España cobra menos que un médico de cabecera? Creo que los investigadores hemos cometido en algún momento un error. Y es que como hacemos algo que nos gusta, pues podemos no tener las mejores condiciones de trabajo. Pero el médico o el futbolista también hace lo que le gusta.

¿Consiguió recuperar los 2,5 millones de euros de la ERC que perdió por el Brexit, como contó en una carta publicada en The Guardian?

Sí, el gobierno británico me dio el dinero. Y al año siguiente me concedieron otra ERC. Con lo cual, en este momento el laboratorio está bien financiado, es como si tuviéramos dos ERC. Una, con un grupo español; y otra, con un grupo israelí.

¿Qué opinión le merece que en España haya más de 70 universidades que hayan decidido suspender su relación con las de Israel?

A mi modo de entender, la actuación de Israel es injustificable. Y cualquier medida que el gobierno español tome en ese sentido es correcta, y creo que otros países deberían hacer lo mismo. Pero, cuando una universidad decide no tener relaciones con otras, ¿qué significa? ¿Que si tengo un colaborador en alguna universidad de Tel Aviv no puedo trabajar con esa persona? Son ámbitos que se deberían separar, la función de la universidad no es la de posicionarse de forma política.

¿Cuál es su objetivo a nivel personal?

Que mis hijas puedan terminar la universidad, encontrar trabajo, formar familia y que sean felices. Mira, yo me quejaba mucho de que mi padre fumara (por suerte, ya no lo hace). Una vez me dijo "yo ya he hecho todo lo que tenía que hacer en esta vida". Solo me queda una cosa: morirme antes que mis hijos. Entonces, no era padre y no lo entendí. Pero ahora sí que lo entiendo.