Doctora Alonso, la española que ha regresado de Houston para luchar contra el cáncer infantil: "No hay finde que no trabaje"
- "Fue bastante duro volver a España con muy pocos recursos" / "Lo que más me frustra de mi trabajo es el tiempo que dedico a tareas administrativas" / "En España, se tendría que replantear la política de investigación"
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Marta M. Alonso (Navarra, 1974) no se imaginaba de pequeña que iba a pasar "tantas horas" al día entre pipetas y microscopios. En su entorno, nadie estaba relacionado con este ámbito: sus abuelos eran agricultores y sus padres trabajaban en la industria conservera.
Ella no sólo consiguió ser la primera de su familia en poder ir a la universidad, sino que al poco ya se estaba marchando a Estados Unidos para continuar su formación postdoctoral. Allí fue cuando, al conocer a una familia que tenía una niña con un meduloblastoma, decidió que si tenía su propio laboratorio, se iba a dedicar a los tumores cerebrales infantiles.
Ahora dirige el Laboratorio de Terapias Avanzadas para tumores sólidos infantiles del Cima de la Universidad de Navarra. Sí, regresó a España hace casi 16 años, pese a que en EEUU estaba "bien posicionada". Lo hizo "por motivos personales", y no económicos. De hecho, los primeros años a su regreso fueron "muy duros" hasta que consiguió convertirse en la investigadora "más o menos estabilizada" que es ahora. Y también galardonada.
Alonso atiende a EL ESPAÑOL tras ser distinguida con el XIV Premio Nacional de Investigación en Cáncer Doctores Diz Pintado. Reconoce que estos reconocimientos, son un buen medio para visibilizar la investigación en cáncer infantil. Y es que aunque sea "uno de los más olvidados en España", lo más frustrante de su trabajo va más allá del laboratorio.
¿En qué momento decide que va a dedicar su investigación al cáncer infantil?
Fue cuando me marché a EEUU a realizar el postdoc en tumores cerebrales. Empecé a trabajar en tumores cerebrales del adulto. La beca con la que me pagaban el sueldo era de una fundación, aunque la estaba pagando una familia que tenía una niña con un meduloblastoma. Ahí es cuando entré en contacto con los tumores cerebrales infantiles, un mundo que desconocía.
De esto hace casi 30 años. Y en ese momento, mucho más que ahora, estaba todo por hacer, no había prácticamente investigación. Pero el conocer a aquella familia hizo que me decidiera a que en cuanto yo tuviese mi propio laboratorio, me iba a dedicar a los tumores cerebrales infantiles.
¿Era consciente de lo complicado que iba a ser, no sólo desde el punto de vista de la investigación, sino también en lo personal?
No eres consciente hasta que estás totalmente inmerso. Es como cualquier tragedia que puedas ver en televisión. Sí, ves que la gente se muere, te da mucha pena y lo sientes. Pero cuando conoces a esas personas, su problemática del día a día, es cuando te das cuenta de todo lo que se tienen que enfrentar. Al final, llegas al tema con un poco de ignorancia en ese sentido.
Ha tenido la oportunidad de conocer a niños con tumores cerebrales. ¿Qué supone enfrentarse cara a cara con la enfermedad que está investigando?
Me supone mucha responsabilidad pero también mucha frustración. Todas estas familias tienen puestos en nosotros muchísima esperanza. Y eso, por un lado, te da mucha fuerza porque te demuestra que lo que haces le importa a la gente. Pero, por otro, es una presión.
Lo que sucede en la investigación, al igual que en otros ámbitos, es que hay muchísimos fallos, las cosas no siempre salen bien. Ahora por ejemplo lo estamos viendo con un ensayo que se está retrasando por razones administrativas. Y es muy duro decirle a una familia que, por motivos que son bastante tontos, igual el niño no puede entrar en el ensayo porque se abre muy tarde.
¿Qué tipo de fallos administrativos son?
Es un problema de papeleo, de documentación que no depende de nosotros. Queríamos tener abierto el ensayo en enero, y no sabemos cuándo se abrirá. Luego también hay fallos como que te equivocas con la hipótesis, incluso en proyectos en los que tanto el equipo como las familias han puesto muchas expectativas.
Por eso es importante que no levantemos falsas expectativas. La investigación es una carrera de fondo. Los resultados no se pueden dar de un día para otro, aunque haya gente que los esté esperando. Ahora con las redes se generan muchas expectativas que luego no se cumplen. Ahí sí que tenemos que ser todos mucho más cuidadosos en divulgar la ciencia.
¿Qué le es más difícil de gestionar: la frustración por el fracaso o la expectativa por un hallazgo obtenido?
Lo que más me frustra de este trabajo es todo lo que tenemos que hacer para poder trabajar. Es decir, el dinero que tenemos que pedir, que justificar, la cantidad de tiempo que paso haciendo trabajos administrativos, que no son investigación en sí misma. Eso es lo que más me frustra, más que una hipótesis que teníamos haya salido mal.
¿En estos casi 30 años de carrera nunca ha tenido un momento en el que sí que haya celebrado un resultado?
Sí, quizás el momento más feliz fue cuando acabamos un ensayo clínico, que se publicó en 2022, en el que tratamos a 12 niños con un virus. Conseguimos que, al ponerles el virus no tuvieran toxicidad. Esto fue una alegría inmensa. Y también que la mayoría de los niños vivieran más tiempo del que les tocaba vivir por la enfermedad y por los tratamientos. Aunque siempre lo digo con cautela.
Estos niños, que tienen una media de supervivencia de un año, vivieron casi 18 meses. Para mí, como investigadora, es un notición porque veo que hay algo para seguir. Pero para una familia... Me da mucho vértigo. Hablamos de vidas de gente, de hijos. No sé si tienes hijos.
No, creo que usted, sí.
Sí, tengo tres. Y es a lo que más se les quiere en el mundo. Es antinatura que se te muera un hijo.
Hace justo un año habló con este periódico y estaba a la espera de conseguir un millón de euros para el ensayo que ha citado. ¿En qué situación se encuentra ahora?
Es precisamente el ensayo que no hemos comenzado por los fallos administrativos. Me dan muchas ganas de llorar. Sé que va a salir, pero se ha ido retrasando. Y con estos ensayos, primero, das un poco de aire para que igual estos pacientes puedan llegar a otras terapias. A nosotros también nos ayuda mucho a aprender sobre los virus oncolíticos, que están resultando ser tan seguros y con tan pocos efectos secundarios que, de cara a la calidad de vida de los pacientes, también es muy importante tenerlo en cuenta.
¿Por qué decidió regresar a España cuando ya llevaba siete años en Estados Unidos?
Fue por un motivo personal. Mis padres estaban aquí. Entonces ya tenía dos niños y la familia tira mucho. Por eso volví a Navarra, para estar cerca de ellos.
¿Se ha planteado alguna vez cómo hubiera cambiado su carrera de haberse quedado allí?
Me he planteado marcharme muchas veces. Para algunas cosas hubiera sido más fácil porque allí hay muchos más medios. La verdad es que fue bastante duro volver a España con muy pocos recursos. Fueron años muy duros hasta que conseguí una beca importante a nivel económico.
Es cierto que siempre idealizas lo que no tienes. Igual si me hubiera quedado allí, también hubiera sido duro. Pero en EEUU hay más dinero y estaba bien posicionada. Me he planteado muchas veces qué hubiera ocurrido. Pero la parte de la familia... Es que los navarricos somos muy navarricos.
¿Para tener una carrera de éxito en la investigación hay que sacrificar el estar con la familia y el formar una?
Bueno, cada uno decide qué sacrificar, pero como en muchos otros trabajos. En aquellos de responsabilidad es muy difícil estar en todos los sitios. Y más si tienes una familia. Esto es especialmente más difícil en las mujeres, porque una vez que tienes hijos, tu forma de entender la vida también cambia.
Tus hijos te demandan tiempo. Yo no tengo vida personal, sólo tengo mi trabajo y mis hijos. Antes hacía mucho deporte, pero ahora no tengo hobbies. Con la situación como está aquí, con todo lo que tienes que hacer para pedir dinero y sobrevivir, requiere una dedicación muy alta.
La investigación en España ahora mismo es lo que es. Pero igual también dirán los albañiles. Parece que lo tuyo siempre es lo peor. Es verdad que se tendría que replantear la política de investigación en España. No sé si tiene que haber más dinero o que no todo el mundo sea investigador y que sea más selecto. Hay muchos predoctorales y luego mucha gente se queda por el camino.
¿Se puede ser un investigador de éxito en España sin estar pendiente de la cuestión económica?
Es complicado. A mí me quita el sueño. Estamos todos igual: tienes financiación para hoy pero no para mañana. Nosotros, por ejemplo, trabajamos con modelos que tardan en aprender. Igual tienes un proyecto en el que has contratado una persona y cuando ha empezado a funcionar el modelo, se acaba el dinero del proyecto y esa persona se va a la calle.
Yo ahora estoy en un buen momento, en el sentido de que soy una investigadora más o menos estabilizada, pero llegar hasta aquí ha sido francamente duro. Me ha costado muchísimo trabajo. Creo que no hay un fin de semana que no trabaje. O los dos días o uno de ellos. Es una parte bastante común en el mundo de la investigación.
¿Qué ha sido lo más complicado para llegar hasta donde ha llegado?
Atender a la familia y seguir con mi carrera. Mucho esfuerzo física y mental. No es fácil, pero supongo que para nadie lo es.
¿Cree que le es más complicado a usted que a un investigador?
Sí, aunque ahora las cosas están cambiando mucho, pero igual un poco, sí. También va en el carácter de cada persona. Aunque es verdad que en general la mujer sigue llevando un peso más grande en la familia. Mis hijos no sé si saben la palabra "papá", sólo dicen "mamá". Entiendo que no se puede generalizar, pero es más difícil avanzar siendo mujer.
¿El infantil es el más olvidado en la investigación contra el cáncer en España?
Es uno de los más olvidados. Aunque con las leucemias sí que ha habido bastante investigación. Pero en los tumores sólidos, creo que sí, que son uno de los cánceres más olvidados. Creo que llevamos un par de años que los tumores infantiles se oyen más porque los padres no se conforman.
¿Le da pena que las investigaciones para tumores infantiles casi siempre partan de asociaciones de padres o fundaciones?
Claro, tendría que haber ayudas para la investigación. El Gobierno de España también tendría que crear centros de referencia. Da igual dónde sea, pero ponerles bien de pasta, que haya profesionales que se dediquen a ver este tipo de tumores y que esté centralizado; en vez de que se gasten en que haya un chiringuito en cada provincia de España. Falta mucho por invertir en la sanidad y también en la investigación.
¿Que no haya especialidad de Oncología Pediátrica también supone un obstáculo?
Bueno, eso ya te dice lo poco que interesa. No se le da la importancia suficiente. No sólo hay que mejorar el manejo y la supervivencia, sino también la calidad de vida de estos pacientes, incluso aunque fallezcan, pero que todo sea mucho más fácil para las familias. Hay mucho por hacer. Y, a nivel estatal, el gobierno que esté podría hacer mucho más por ayudar con estas cuestiones.
¿Cree que varía según la ideología de quien esté gobernando?
No, da igual quién esté. No hay nadie que tenga especial interés. No, no lo he visto ni en el programa de ni de Bildu, ni me va ni ni de ERC, ni del PP, ni del PSOE. Ahora mismo pues está todo muy politizado. Al final, somos personas y nos movemos por lo que nos movemos, pero desde luego que la investigación debería estar un poco por encima de todo esto.
¿Se ha normalizado que hasta la investigación se politice?
Sí, todo, hasta los equipos de fútbol.
¿Qué opinión le merece que en el último mes el CNIO haya sido noticia por cuestiones que nada tienen que ver con la investigación contra el cáncer?
Es una pena que el CNIO, que nació para ser el buque insignia de la investigación en España, esté así. Está bastante abandonado, tanto el centro físicamente, que ha sido un centro puntero, y tendrían que reflotarlo. España necesita una investigación excelente.
Pero me remito, desgraciadamente, al panorama político que vivimos, en el que los políticos de todos los signos y condiciones sólo se miran al ombligo y están más preocupados de sus cosas que que de realmente los problemas que a los ciudadanos nos atañen de verdad; entre ellos, la educación, la sanidad y la investigación. Es un reflejo de la sociedad en que vivimos.