París

El Acuerdo de París ya no es un réquiem, sino una carta de amor al planeta Tierra.

Después de dos semanas de intensas negociaciones que se prolongaron hasta la madrugada, el ministro de exteriores francés y presidente de la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Laurent Fabius, subió al estrado rodeado por el presidente francés François Hollande. Frente a él, los líderes de las 196

delegaciones, es decir, los representantes de todos los habitantes de este planeta.

"Estamos casi al final de nuestro camino, y sin duda, al inicio de un nuevo camino", comenzó diciendo Fabius. El tono de su discurso, muy bien hilado, fue in crescendo

tanto en intensidad como en emoción. Poco a poco, fue desgranando los detalles del ya bautizado como Acuerdo de París; objetivos, mecanismos y retos. "El acuerdo

incluye progresos que pensábamos era imposible obtener", tales como que sea jurídicamente vinculante en muchas de sus partes o que establezca una revisión de las

emisiones de cada país cada cinco años.

El Ministro de Asuntos Exteriores galo hizo referencia a la cumbre de Copenhague en 2009, histórico fracaso de las negociaciones por el clima y una especie de palabra

tabú a lo largo de estas dos semanas. De alguna forma, los presentes respiraron al oírlo, como si se hubiese perdido el miedo a nombrar a la bestia. "Si

lamentablemente fracasáramos hoy, ¿cómo podríamos volver a alimentar la esperanza? La credibilidad del multilateralismo está en juego", prosiguió el francés, "nuestros

conciudadanos, nuestros hijos, no lo entenderían, no nos lo perdonarían".

Los aplausos comenzaron a sonar cada vez con más fuerza, pero aún no estaba todo hecho. Los presentes aún no habían podido ver el texto del que hablaba Fabius y que en

unas horas tendrían que aprobar. "Casi estaba llorando al oír a Laurent", cuenta a EL ESPAÑOL Richard Widick, profesor en la Universidad de California y uno de los

muchos observadores de las negociaciones. "He estado trabajando en esto durante años, estuve en las últimas cinco COP".

"Apoyo el acuerdo, no es perfecto pero es muy importante y se puede mejorar. Es una aplicación moderna, racional y reflexiva de la ciencia y las instituciones, aunque

me entristece que las cosas no cambien más rapido porque mucha gente va a morir por el camino a causa del cambio climático", añade Widick.



Qué contiene el acuerdo

El Acuerdo de París sustituirá en el año 2020 al Protocolo de Kyoto y supone el primer tratado global contra el cambio climático.

Teresa Ribera, la antigua directora de la Oficina Española de Cambio Climático, explica que el acuerdo "contiene dos documentos distintos, uno es la decisión que

acompaña y ayuda a interpretar el acuerdo y propone las reglas básicas para su funcionamiento inmediato". Como Fabius y Hollande, la española cree que el acuerdo "ni

satisface completamente a ninguna parte ni resuelve al 100% todos los puntos de la agenda, que necesitarán mucho desarrollo a continuación".

Sin embargo, Ribera, hoy Directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de París cree que el acuerdo supera con mucho las expectativas que se tenían. "Contiene referencias muy interesantes, como la actualización del nivel de ambición y compromiso de las partes o la puesta en marcha temprana de los mecanismos de financiación con arreglo a lo que irá siendo el nuevo régimen", es decir, que los países tendrán que ser evaluados cada cinco años para ver si su esfuerzo contra el cambio climático es suficiente o se corresponde con la financiación que reciben.



Por qué se ha logrado ahora

Los dos últimos días de negociaciones en París no han sido nada fáciles, especialmente en lo referente a la financiación y a la diferenciación entre qué países se consideraban ricos y tenían, por tanto, que financiar a los pobres. La formación el viernes de un nuevo consenso entre Estados Unidos, Europa y cerca de cien países en desarrollo, bautizado como la Coalición de Alta Ambición, logró desbloquear buena parte de esos problemas cuando países como Brasil, y más tarde Japón, se unieron. Consultada por EL ESPAÑOL, la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, valora que "el liderazgo de la Unión Europea ha sido determinante y efectivamente, la constitución de este bloque ha sido importante". Por otro lado, la ministra no obvia que "al final, es un tratado realista y equilibrado ya que todos hemos tenido que ceder algo para poder entrar en el acuerdo, y la Unión Europea lo sabía desde el principio, nunca alcanzaríamos todo lo que nos planteábamos porque queríamos un acuerdo de máximos".

Parte del éxito se debe también al trabajo previo realizado por todas las partes, en particular las del triángulo Estados Unidos-China-Unión Europea. Miguel Arias Cañete realizó, en los meses anteriores a la cumbre de París, 94 viajes que incluían 14 reuniones bilaterales con China y 20 con Estados Unidos.

También, el hecho de fijar un suelo anual de 100.000 millones de dólares para financiar la adaptación ha ayudado a que muchos países en desarrollo rompieran con el bloque conocido como el G-77 más China para unirse a la citada coalición. "Anoche se empezó a escuchar que el G-77 se había partido en las negociaciones", dice Widick.



Cómo combatirá el cambio climático

Por un lado, el acuerdo obligará a todos los países -especialmente a los más industrializados- a reducir paulatinamente sus emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de este siglo. Por el otro, proveerá a los países en vías de desarrollo de financiación para adoptar energías limpias y afrontar consecuencias del calentamiento global como la subida del nivel del mar, las sequías o los huracanes. Según Teresa Ribera, "incorpora algunas previsiones con respecto al mecanismo de pérdidas y daños que van más allá de lo previsto inicialmente".

Cada una de las 196 partes que forman el Acuerdo de París cuenta con una propuesta de Contribuciones Nacionales Determinadas e Intencionadas o INDC. Esto es, cuánto preven reducir sus emisiones de CO2 en los próximos años. Además, no es un acuerdo punitivo que castigue a posteriori a los países que no cumplan. En cambio, incorpora un mecanismo "para garantizar el cumplimiento asegurándolo en tiempo real", dice Ribera.

El Acuerdo de París incluye también una referencia -si bien algo inespecífica- a un "pico de emisiones", a partir del cual sólo se podrá bajar e introduce el concepto de neutralidad. Es decir, que aunque se siga emitiendo CO2 durante las próximas décadas, habrá que compensarlo con sumideros de carbono, por ejemplo bosques o mecanismos de captura de emisiones, para que la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera se reduzca. El objetivo final, que el aumento de la temperatura media del planeta en 2100 esté "bastante por debajo de los 2ºC con respecto a niveles pre-industriales y persiguiendo esfuerzos para limitar este incremento a 1,5ºC", según aparece en el tratado.

Cuándo entrará en vigor

Una vez adoptado formalmente por todas las partes, el Acuerdo de París será ratificado dentro de cinco meses en Nueva York, sede del Convenio Marco contra el Cambio Climático de Naciones Unidas. Concretamente, la fecha elegida es el 22 de abril de 2016. A partir de aquí, comenzarán a moverse los hilos para establecer formas de coordinación que aseguren el éxito del tratado.

En 2019, todos los firmantes serán sometidos a una revisión de sus emisiones, lo que se conoce como global stocktake. Será el punto de partida, como ponerse en la báscula antes de la dieta.

En 2020, dentro de poco más de cuatro años, el Acuerdo de París pasa a ser vinculante. A partir de aquí, todos los países pasarán revisiones quinquenales de sus INDC con la expectativa de que cada vez sean más ambiciosas, es decir, limpias.

En 2025 como muy tarde, los países desarrollados tendrán que establecer un nuevo objetivo de financiación que sustituya a los 100.000 millones de dólares anuales, en función de las necesidades y capacidades de cada país en vías de desarrollo.

En 2030 acaban los planes nacionales de reducción de emisiones propuestos a día de hoy en París. El de la Unión Europea, por ejemplo, prevé una rebaja del 40% con respecto a 2005, China un 60% y Estados Unidos cerca de un 28%. Muchos países han fijado también esta fecha como tope para su pico de emisiones.

En 2050, el mundo debería haber llegado a lo que el Acuerdo de París llama "equilibrio". Esto significa que, aunque siga habiendo emisiones, también deberá haber suficientes sumideros de dióxido de carbono como para neutralizar los gases de efecto invernadero.



A quién no le parece buen acuerdo

Incluso los científicos que, a priori, valoraban el último borrador del acuerdo como demasiado débil, parecen convencidos de que es un gran comienzo, y que forzará a las economías mundiales a desarrollar cuanto antes una transición desde el gas y el petróleo a otras opciones limpias y bajas en carbono. "Lo importante es que hay un acuerdo que cubre todos los aspectos: adaptación, mitigación, financiación, pérdidas y daños causados por el cambio climático", dice Jean Pascal van Ypersele, climatólogo de la Universidad Católica de Lovaina también presente en el día decisivo de esta COP21.

Las principales críticas al Acuerdo de París vienen de algunas organizaciones, que lo ven como un tratado poco ambicioso pero enmascarado por la palabrería. "No diría que es un acuerdo ambicioso, creo que todo el mundo está celebrando porque llevan años buscando este acuerdo y no habían podido lograrlo", dice a este periódico la abogada tailandesa Chee Yoke Ling, participante en las negociaciones. "Países como EEUU, la Unión Europea o Japón deberían estar reduciendo sus emisiones hace años, y sin embargo ahora van a hacer que todos los países lo hagan", dice Ling.

La estadounidense Teresa Anderson, de la organización Action Aid, señala que casi todas las referencias a "seguridad alimentaria o derechos humanos" que estaban incluidas en borradores anteriores han desaparecido del texto definitivo.

Por otro lado, los reparos al nuevo tratado no han sido comunes a todas las organizaciones ambientales. Por ejemplo, el director ejecutivo de Greenpeace, Kumi Naidoo, declaró tras la consecución del acuerdo que "a veces parece que los países de Naciones Unidas no pueden ponerse de acuerdo en nada, pero casi 200 países se han unido hoy alcanzando un acuerdo; hoy, la raza humana se ha unido en una causa común".

El día, histórico, tuvo emoción hasta el final. La reunión del pleno que debía confirmar el Acuerdo de París se demoró tres horas, devaluando fantásticamente el precio de la incertidumbre mediante la ley de oferta y demanda. Sencillamente, había demasiada. Primero, porque China se reunió con el llamado G-77, nadie sabía si para tratar de bloquear la decisión o para adoptar una postura cordial. Más tarde, corrió por los pasillos -y redes sociales- el rumor de que Estados Unidos se oponía a uno de los apartados del artículo 4, sobre financiación a países en desarrollo.

Con un nudo en la garganta, los asistentes vieron a Fabius subir por fin al estrado al filo de las siete de la tarde. Era como una boda de película, si alguien se oponía al enlace, podía hablar entonces o callar para siempre. Los segundos pasaron muy despacio, pero nadie habló.

Ahora sí, hasta que la muerte nos separe.

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