París ha sido testigo de un histórico acuerdo global bajo el paraguas de la ONU que une a prácticamente toda la humanidad en un esfuerzo común de supervivencia. Sobre la mesa, un problema que amenaza el futuro de la especie: el imparable calentamiento global, acelerado por la actividad humana.
El complejo equilibrio de intereses económicos y políticos ha tenido que plegarse frente a esa amenaza común y, aunque no se ha logrado todo lo que los ecologistas, científicos y algunos países esperaban, el texto es el mayor esfuerzo común hasta la fecha para frenar la carrera hacia un planeta inhabitable.
El tratado de emisiones que está en vigor hasta 2020, el Protocolo de Kioto de 1997, incluyó sólo a países ricos, y ni siquiera EEUU lo ratificó; la cumbre del clima en Copenhague en 2009 terminó en fracaso ya que no se logró alcanzar un pacto vinculante.
Ahora, el nuevo acuerdo debe ser ratificado por cada nación individualmente y, para que sea efectivo, se requiere como mínimo la aprobación 55 países que representen al menos el 55% de las emisiones globales. Comenzará a aplicarse en 2020.
[Texto íntegro del acuerdo en español PDF]
Temperatura global
El objetivo principal del acuerdo es "mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2ºC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales", reza el artículo 2.
Esta rebaja a 1,5ºC supone un salto importante respecto de la anterior cumbre en Copenhague hace seis años (entonces se limitó a dos grados), y algo realmente impensable hace unos meses. Lo cierto es que ya hemos superado la barrera psicológica de 1ºC por encima de la época preindustrial, de modo que el objetivo será difícilmente alcanzable sin medidas concretas.
Límites en las emisiones
La principal medida que se propone para lograr frenar el calentamiento es que "las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero alcancen su punto máximo lo antes posible, teniendo presente que los países en desarrollo tardarán más en lograrlo, y a partir de ese momento reducir rápidamente las emisiones" de esos gases, según el artículo 4. Los países desarrollados encabezarán los esfuerzos.
El mismo artículo busca que para la segunda mitad de este siglo los países encuentren un "equilibrio" entre las emisiones y la capacidad de absorber esos gases, lo que supondría alcanzar el punto de "cero emisiones", algo que el panel intergubernamental sobre cambio climático (IPCC) considera que debería lograrse, como muy tarde, en 2070.
Contribuciones nacionales
Se trata de la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que cada país está dispuesto a reducir. Es una de las partes clave del acuerdo, dado que será la suma de esas propuestas (llamadas INDC) lo que debería tener algún efecto en la mitigación del calentamiento global.
Hasta ahora, 187 países ya han presentado planes para limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero durante la década de 2020. Pero, tal y como denuncian algunos grupos ecologistas, esas promesas no son suficientes para alcanzar los objetivos en el acuerdo: de hecho, algunos cálculos indican que con los planes presentados la temperatura global subirá entre 2,7º y 3,6º por encima de los niveles preindustriales.
Controles cada cinco años
Esta medida, recogida en el punto 9 del artículo 4, es fundamental porque supone todo un examen para medir el grado de cumplimiento y compromiso de cada país. Estas evaluaciones resultan necesarias precisamente porque los compromisos actuales no son suficientes para frenar el aumento de la temperatura del planeta.
Una de las consecuencias que tendrán estas revisiones será la de distribuir las ayudas financieras en función del cumplimiento de objetivos. Es decir, se podrá comprobar si el esfuerzo de un país determinado se corresponde con la financiación que recibe. La India, por ejemplo, trató de presionar para que estos exámenes fueran cada 10 años. La primera revisión ya con el acuerdo en vigor y, por tanto, vinculante, tendrá lugar en 2023. También se publicará un "balance mundial" cada cinco años para determinar el avance colectivo en el cumplimiento del acuerdo y afinar sus objetivos a largo plazo.
Bosques
La mención expresa en el artículo 5 a un mecanismo de defensa de los bosques como importantes "sumideros y reservorios de gases de efecto invernadero" es toda una señal para que los países, especialmente aquellos en vías de desarrollo o las potencias emergentes, luchen de forma activa contra la deforestación y salven los bosques intactos que quedan en el mundo. Como incentivo para estos países, el artículo prevé un mecanismo de pagos basado en los resultados.
Asistencia frente al impacto
Frente a las consecuencias del imparable calentamiento global y sus impactos climáticos -sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar o huracanes cada vez más violentos y abundantes, por poner algunos ejemplos-, el acuerdo prevé mantener un mecanismo de ayuda a países más vulnerables, como dice el artículo 8.
No obstante, ello "no implica ni da lugar a ninguna forma de responsabilidad jurídica o indemnización", según se ha acordado, de ahí que la redacción del artículo sea abierta: las partes "reconocen la importancia" del problema y "deberían reforzar la comprensión, las medidas y el apoyo". De esta forma, ningún país perjudicado por los efectos del calentamiento podrá exigir una indemnización a los más contaminantes, como EEUU, en virtud de este acuerdo.
Finaciación
El dinero siempre es un importante punto de fricción en este tipo de acuerdos, por lo que al final su concreción se ha sacado del articulado: se mantienen los 100.000 millones de dólares de financiación pública y privada que los países deben movilizar cada año fijados en Copenhague, cantidad que en 2025 debería aumentar. Esto puede entenderse como toda una concesión a EEUU para que firmase el acuerdo, dado que el gobierno de Obama sabe que no puede comprometerse a aportar una cantidad de dinero en efectivo teniendo en cuenta que el Senado está controlado por los republicanos.
Según el articulo 9, los países más ricos y, por tanto, donantes, comunicarán cada dos años sus aportaciones a este mecanismo de financiación para que los países más pobres, vulnerables o en desarrollo puedan adaptarse a las consecuencias del cambio climático para su transición a energías más limpias.