Detrás de un "sit", un "dame la patita" o un premio para tu mascota en forma de galletita, existe una compleja vinculación social entre el ser humano y el perro,
relación que, debido a su singularidad, ha sido tradicionalmente estudiada como un modelo único de convivencia entre especies diferentes.
La psicología actualmente persigue conocer los mecanismos neurológicos que rigen estos comportamientos, un objetivo que ha perseguido un grupo de psicólogos de Atlanta en su estudio sobre qué estímulos positivos prefieren los caninos.
Esta línea de investigación es esencial para comprender una unión entre especies muy poco común en el reino animal (a diferencia de relaciones como el
mutualismo y el comensalismo), e iniciar una posible explicación a cómo el comportamiento social de los humanos ha ejercido presión en la evolución de la sociobiología de los perros domésticos.
Los investigadores, procedentes de la Universidad de Emory y de la Corporación de Terapia Comprensiva de Mascotas, han analizado 15 imágenes tomadas de regiones cerebrales de los animales, en los que observan que prefieren recibir elogios que comida.
¿Comer o ser elogiado?
Muchos adiestradores de perros coinciden en que el refuerzo social (es decir, elgios y alabanzas dirigidas al canino) se traducen en una mayor efectividad en el entrenamiento, pero es difícil distinguir si se debe a que va ligado a la recompensa alimenticia, y discernir cuál de los dos tiene un peso mayor.
Así, en el estudio se separaron las variables de la siguiente manera: tres objetos (un coche de juguete, un caballo de juguete y un cepillo de pelo) eran asociados a alabanzas verbales, a recompensas alimenticias (concretamente un trozo de perrito caliente) y a ningún estímulo, respectivamente.
El elemento era mostrado al perro durante diez segundos, seguido del estímulo
correspondiente. Las imágenes obtenidas mostraron que, pese a las diferencias entre individuos, 13 de los 15 perros estudiados mostraban mayor actividad en los ganglios basales (en la base del cerebro) cuando eran expuestos a los estímulos verbales que cuando eran premiados con comida.
Los siguientes estudios, concluyen los investigadores, deberán estar orientados a discernir qué factores determinan que un perro responda más ante un estímulo que ante otro, tales como la historia genética o la plasticidad neurobiológica ante las respuestas sociales.