En Suecia, menos de un 1% de la basura que los ciudadanos tiran acaba en un vertedero. Hace años que el gobierno comprendió que los residuos no son sólo una cifra de impacto medioambiental, sino que también pueden tener un impacto en la economía.
La clave es que el país nórdico utiliza sus residuos como combustible a través de una red nacional de 32 plantas WTE (acrónimo del inglés Waste To Energy, en español, De Basura a Energía) para producir electricidad y, por lo tanto, calor.
Suecia lleva incinerando sus basuras con este fin desde principios del siglo XX, pero ahora el reciclaje es tan efectivo que, desde hace al menos cinco años, el país se ve obligado a adquirir residuos de Reino Unido, Italia, Noruega e Irlanda para alimentar estas plantas.
La directiva europea sobre vertederos, que desde 2001 regula el uso de este tipo de instalaciones, ha impulsado en parte esta situación.
Como resumía Anna-Carin Gripwall, directora de comunicación de Avfall Sverige, el organismo de gestión de residuos, el frío sueco ha sido clave para esta evolución: "En el sur de Europa no obtienen calor a partir de la basura, se va por la chimenea mientras que aquí la usamos para sustituir combustibles fósiles".
Según datos del Gobierno sueco, estas 32 plantas producen, a partir de la basura, calor para más de 800.000 hogares y electricidad para otras 250.000 casas.
Es solamente una de las puntas de lanza de Suecia para llegar al objetivo Zero Waste, basura cero, y que incluye reciclaje de medicamentos (el 43% de los ciudadanos devuelve los fármacos no usados a la farmacia) o implicación de multinacionales extranjeras como McDonald's, que ha llegado a intercambiar hamburguesas a cambio de latas usadas.
No todo lo que apesta es basura
La campaña del Gobierno sueco se ha replicado con mucha facilidad en internet, pero hay quien le ve muchos defectos, principalmente grupos ambientalistas.
"Lo de reciclaje es una exageración", dicen desde TreeHugger. "De hecho, incineran cerca del 50% de sus residuos para obtener calor y electricidad, e incluso en su propia página admiten que no es la mejor estrategia, que realmente no es reciclaje y que se requiere menos energía para reciclar y reutilizar que para quemar y fabricar un repuesto desde cero".
Otra crítica a las plantas WTE es que, como dice el Gobierno sueco, "el humo de las plantas de incineración consiste en un 99,9% de dióxido de carbono no tóxico y agua". Aunque no sea perjudicial para la salud, el CO2 es un gas de efecto invernadero cuyas emisiones son la principal causa del cambio climático. Además, de acuerdo con un análisis de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, las emisiones por quemar basura suponen unas 1.333 toneladas de CO2 por kilowatio/hora frente a las 1.004 que libera una central de carbón para producir la misma electricidad.
Otro punto flaco es que puede desincentivar las estrategias para producir menos residuos por habitante. Como se puede observar en la siguiente gráfica, y pese a haber puesto en práctica la incineración de residuos hace décadas, los kilos de basura producidos por persona y año en Suecia aumentaron paulatinamente hasta que llegó la crisis y, desde 2014, incluso España, ese país del sur de Europa que "no obtiene calor con su basura" mejora los números suecos en producción de residuos por habitante.