La tumba en Tebas del visir Rekhmire, cortesano de Tutmosis III, muestra, entre otras cosas, la figura de un elefante traído desde Siria como regalo al faraón. El animal desconcertó en su momento a los egiptólogos, pero nada comparado con lo que su existencia perturba a los biólogos evolucionistas.
¿Sería un bebé elefante? No, porque mostraba colmillos visibles, por tanto era adulto. Pero pequeño. ¡Un elefante pigmeo! O quizá, como argumentó Baruch Rosen en Nature, se trataba de un mamut enano, y con ello la primera evidencia de este animal prehistórico cohabitando con faraones, ya que la tumba de Rekhmire data del 1.450 antes de Cristo.
Años después de este descubrimiento, entre 1968 y 1996, restos de pequeños elefantes comenzaron a aparecer también en islas del Mediterráneo como Chipre, Malta, Cerdeña o Sicilia, entre otras. Para entonces ya se había aceptado que el elefante enano era una especie endémica del Mediterráneo, ¿pero cómo logró llegar a islas que, a menudo, estaban a docenas de kilómetros de distancia?
Una de las investigadoras que más de cerca ha seguido el misterio de los elefantes enanos es Victoria Herridge, del Museo de Historia Natural de Londres. "Parecen haber florecido durante decenas de miles de años, los últimos murieron en Chipre hace sólo 10.000 años, quizá cuando los humanos llegaron allí".
La clave, al parecer, está en que hace entre uno y tres millones de años algunos mamuts llegaron a Creta. Al verse en un entorno insular, con menos agua y menos comida, los animales comenzaron a evolucionar hasta convertirse en enanos. Los ejemplares más pequeños estaban en la isla de Sicilia, donde un adulto era tan voluminoso como un elefante africano recién nacido y sus crías eran como gatos domésticos.
"Una vez alcanzaron una isla parece que encogieron rápido en términos evolutivos, quizá unos pocos miles de años- hasta convertirse en una nueva especie", dijo esta semana Herridge a The Times. Esa nueva especie fue bautizada como Palaeoloxodon creticus.
La tendencia a reducir el tamaño en estas condiciones es conocida en biología como enanismo insular.
Las nuevas revelaciones sobre el elefante enano del Mediterráneo indican, además, cómo pudieron llegar a tantas islas. Durante estos miles de años sucedieron algunas glaciaciones y descensos en el nivel del mar, lo que pudo explicar que los elefantes accedieran a pie hasta islas como Creta o Sicilia. ¿Al resto? Llegaron nadando.
Un trabajo reciente de científicos holandeses, griegos, australianos e indonesios publicado en el Journal of Biogeography apoya esta explicación. Es conocido que, debido a su alta flotabilidad, algunos elefantes africanos han logrado nadar hasta 48 kilómetros durante seis horas seguidas. Además, según Gert van den Bergh, de la universidad australiana de Wollongong y uno de los autores del estudio, los elefantes podrían haber llegado de una isla a otra en tormentas o tsunamis que les arrastraran, algo factible debido a una elevada flotabilidad y la posibilidad de usar la trompa como tubo de buceo.
De hecho, hay quien piensa que el monstruo del Lago Ness pudo ser en realidad un elefante, escapado de un circo ambulante.