Hubo un tiempo en el que, en Estados Unidos, republicanos y demócratas alcanzaron un consenso inequívoco para actualizar con la última ciencia disponible las leyes que protegían el medio ambiente de las actividades humanas. Hoy parece que hace un millón de años, pero en realidad fue en 1990 cuando, bajo la presidencia de George H. Bush, la Ley de Calidad del Aire (Clean Air Act) fue modificada para luchar contra la última amenaza: la lluvia ácida.
Gene Likens, el científico que descubrió la lluvia ácida en 1963 y más tarde proporcionó las evidencias que llevaron a la Agencia de Protección Ambiental a tomar medidas políticas ha sido hoy galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología de la Fundación BBVA. Los 400.000 euros del premio serán compartidos, ex aequo, con el holandés Marten Scheffer por sus descubrimientos sobre el impacto de la actividad humana en los ecosistemas. Entre otros logros, el modelo de Scheffer fue aplicado con éxito en las marismas de Doñana para evitar su deterioro.
De Likens, Pedro Jordano, profesor investigador de la Estación Biológica de Doñana, destaca que "sus más de 600 artículos científicos y 25 libros han sido citados más de 200.000 veces" por otros investigadores, lo que denota su influencia en este campo.
Este ecólogo descubrió la lluvia ácida en 1963, cuando trabajaba en un laboratorio naturalmente creado en el bosque de Hubbard Brook (New Hampshire). Gracias a la aplicación de sus trabajos en la modificación de la Ley de Calidad del Aire, las emisiones de contaminantes en la costa este de Estados Unidos se redujo en un 80% en los siguientes años.
La gran contribución de Scheffer a las ciencias ambientales es el concepto de punto de no retorno o tipping point. El investigador lo aplicó a lagos deteriorados por vertidos de nitrógeno y fósforo -como sucede en Doñana con los cultivos de fresa colindantes- para descubrir en qué punto el daño causado al ecosistema es irreversible.
Perspectivas actuales
La llegada de Trump y Pence a la Casa Blanca, así como los anuncios hechos hasta el momento con respecto a las políticas medioambientales inquietan a ambos galardonados. "Espero que el nuevo presidente sea sensato y la ciencia prevalezca, que las soluciones para la contaminación -ya sea en agua, tierra, aire o suelo- que afectan nuestra salud, a nuestros hijos o nietos, sean derivadas de los conocimientos científicos y no volvamos a un periodo más oscuro", dice Likens a EL ESPAÑOL.
Scheffer, su homenajeado compañero, es un poco más sombrío al respecto y define la llegada del republicano como "una gran perturbación para el sistema institucional que trabaja para preservar mejor nuestros sistemas sustentadores de vida". Ese término, por cierto, es el mismo empleado por los astronautas para definir aquellas partes de la nave que les permiten seguir vivos en el espacio.
"Esto no va de proteger pájaros y plantas, yo amo a los pájaros y a las plantas pero lo que está en juego aquí es la supervivencia de la humanidad", añade.