El precio del salmón no deja de subir. Ya está a 7,35 euros el kilo, más de un euro más caro que en 2016 según el índice NASDAQ del salmón. Y eso es en origen, lo que usted acaba pagando por un kilo de salmón en el supermercado se aproxima a los 14 euros.
La gran mayoría del salmón que comemos en España es noruego, el resto chileno. Ambos tienen una cosa en común: tienen problemas. En Chile el causante es un brote de algas tóxicas, en Noruega y Escocia, una epidemia de piojo de mar o Lepeophtheirus salmonis, un parásito que se adhiere a la piel de estos ejemplares y les chupa la sangre. Aunque suelen provocar debilidad y aumentar su vulnerabilidad a enfermedades, en principio no es mortal para el pez, sí que puede acabar con la vida de salmones jóvenes o de aquellos que acumulen un número considerable de piojos.
El piojo de mar no es ajeno al salmón, pero ha aumentado en los últimos años debido a que las aguas son más cálidas. En su versión salvaje, el salmón se libra de este pequeño crustáceo al hacer contacto con el agua dulce del río. "El problema surge cuando tenemos poblaciones de salmones confinados en sistemas intensivos donde hay miles de peces", explicaba a BBC Fernando Mardones, epidemiólogo y profesor asistente de la Universidad André Bello en Chile.
En ambos casos, algas y piojos, los productores de salmón de piscifactoría están empleando todo lo que la farmacología pone en sus manos para sanar a los salmones. Y aquí es donde está el verdadero problema.
Remedio casi tan malo como la enfermedad
En Chile ya han aparecido informes que hablan de una resistencia creciente a los antibióticos utilizados para proteger a los peces. En 2010 se usaron 143 toneladas de antimicrobianos para los salmones. En 2015, esta cantidad llegó a las 557,2 toneladas de medicación según un informe del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura chileno.
En cuanto al piojo de mar, esta semana, la compañía noruega Marine Harvest, el mayor productor de salmón del mundo, se ha mostrado preocupada por el creciente uso de químicos para combatir la enfermedad. Durante 2015, más de 160 granjas escocesas lanzaron al agua 20 millones de litros de agua oxigenada para tratar de aniquilar al piojo, el equivalente a ocho piscinas olímpicas.
El agua oxigenada (peróxido de hidrógeno o H2O2) se considera seguro para el medio ambiente, ya que se descompone rápidamente. En realidad no mata a los piojos de mar, pero los aturde y ayuda a que se descuelguen de la piel de los salmones. Sin embargo, las evidencias científicas de que el agua oxigenada es nociva para los peces son cada vez más.
Agua oxigenada a gogó
La última, un estudio realizado por la empresa noruega Quantidoc AC en septiembre de 2016 demostraba el daño que los tratamientos con H2O2 causaban a la mucosa de los salmones. Otro, de la Universidad de Bergen, relacionaba el agua oxigenada con lesiones en el tejido branquial y un efecto nocivo en el sistema inmune de los salmones.
Si Marine Harvest llama a la alarma es porque ha sufrido en sus propias carnes los efectos del tratamiento. El año pasado, 60.000 salmones murieron en su piscifactoría de Soay Sound, frente a la Isla de Harris. En este caso pretendían combatir la enfermedad amebiana branquial que afectaba a los salmones.
Según cuenta The Times, Marine Harvest virtió en 2015 casi la mitad de los 20 millones de litros de agua oxigenada (8,4) que se usaron en los salmones escoceses, muy por delante de la Scottish Salmon Company (4) o Grieg Seafood (3).