La decisión que Trump estaba tomando en los últimos días no era si permanecer dentro o salir del Acuerdo de París, sino cómo sacaría a Estados Unidos del mismo. Hoy, el presidente estadounidense ha comparecido en la Casa Blanca para aclararlo.
Trump ha zanjado la discusión diciendo que el texto, negociado por casi todos los países del mundo durante meses, "es un mal acuerdo", que fue "malamente negociado por la administración Obama, fruto de la desesperación", que "aporta poco" y que "disminuye la competitividad" estadounidense.
Además, anuncia que EEUU "negociará por un nuevo acuerdo".
De las dos opciones, salir del acuerdo de París según los procedimientos de la ONU o salir directamente de la convención marco, Trump ha optado por la primera. Esta decisión significa que el presidente no necesitará consultar al Senado, pero en cambio la salida estadounidense del Acuerdo de París no será efectiva hasta 2020.
Ganan los nacionalistas
En los últimos días ha habido multitud de rumores al respecto. Pese a que Trump anunció en campaña su intención de salir del acuerdo contra el cambio climático suscrito en diciembre de 2015 por 195 países, sus asesores estaban divididos en torno a la decisión. Los globalistas, grupo formado por el asesor económico Gary Cohn, el secretario de estado Rex Tillerson, Ivanka Trump o su marido Jared Kushner aconsejaban al presidente seguir en el acuerdo, mientras los nacionalistas como Steve Bannon o el director de la Agencia de Protección Ambiental Scott Pruitt le aconsejaban lo contrario. Claramente, los segundos han ganado.
Hubo dos países que no firmaron el acuerdo global. Uno es la Siria de Bashar al Assad, que lleva más de seis años en guerra, y el otro es la Nicaragua de Daniel Ortega. El país centroamericano rechazó el Acuerdo de París porque, según dijeron, se quedaba corto, no era legalmente vinculante y no hacía responsables a los países del primer mundo.