Gerardo Ceballos sabe que su historia le suena inverosímil a los españoles: cómo, siendo estudiante de doctorado, puso sobre la mesa del Presidente de la República de México la propuesta para la primera de las veinte reservas naturales que hoy tiene en su haber. Así que se pone en pie y lo interpreta. "Me acerqué a la Directora General de Vida Silvestre en aquella época. Era una mujer muy ruda, muy fuerte" - relata, gesticulando. "Y una buena cualidad que tengo es que sé leer a las personas".
"Doctora, estoy triste. Desilusionado" - pronunció entonces el joven investigador con voz lastimera. El censo de especies en peligro de extinción de México acababa de identificar doce; según un cálculo realizado por Ceballos y un compañero, eran más de 600. "México no tiene una Ley de especies en Peligro de Extinción. Y nadie lo va a poder hacer". Su instinto no le falló: "¡Ja! ¿Cómo que no, Gerardo?" - contestó la política retada en su amor propio. "Se portó extraordinaria. La siguiente secretaria de Medioambiente era una bióloga y así pudimos sacar adelante la primera reserva".
El Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, dirigido por Ceballos desde su creación en 1995, ha sido galardonado con uno de los Premios a la Conservación de la Biodiversidad de la Fundación BBVA 2017. Mediante el impulso a la creación de millones de hectáreas de zonas protegidas, su trabajo ha asegurado la supervivencia de una treintena de especies. Del entrañable perro de las praderas al poderoso bisonte, sin olvidar al animal "más importante para los mexicanos, junto al quetzal": el mítico jaguar.
El buen humor del ecólogo desaparece de golpe cuando la conversación vira a los resultados más alarmantes de su investigación. Antes de que surgiera el hombre, la Tierra ya había conocido cinco grandes extinciones de especies a causa de catástrofes naturales. La desaparición de los dinosaurios fue la quinta; para la siguiente, advierte Ceballos, no hace falta escudriñar el cielo temiendo asteroides o el suelo por los supervolcanes. La sexta extinción ya está en marcha, y lleva años de ventaja sobre los conservacionistas exterminando en silencio la biodiversidad en un fenómeno que desde el Laboratorio definen como 'aniquilación biológica'.
"El problema de la extinción de especies es más urgente que el cambio climático" - zanja Ceballos, determinado. Cita un reciente y alarmante descubrimiento: "El 75% de toda la biomasa de insectos se ha perdido en los últimos años. Y son fundamentales para mantener el ciclo: comen, son comidos, polinizan, descomponen la madera...". Quizá el lector considere todo lo contrario a un problema que haya muchos menos bichos en el planeta. El investigador invita a mirar a nuestro alrededor y reflexionar: "Los ecosistemas nos están proporcionando Servicios Medioambientales. Sin ellos, las posibilidades de mantener la civilización tal y cómo la conocemos son escasas".
"El cambio climático es muy grave, pero tenemos todavía décadas. El problema de la extinción de especies es ya. Hemos perdido el 58%, se estima, de todos los animales en los últimos 40 años" - alerta. "El ataque es masivo. Lo hemos bautizado como aniquilación biológica porque literalmente es lo que está pasando: una gran aniquilación de la diversidad, con severísimos problemas para los seres humanos. La concentración de los gases correcta para la vida en la Tierra depende de los animales y las plantas silvestres, la cantidad y calidad del agua... Hay una relación directa entre bienestar y biodiversidad, que es lo que llamamos nosotros los servicios medioambientales".
Primero conservar, después investigar
Las reservas naturales no deben crearse en zonas ricas en diversidad, mantiene el director del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre, porque la riqueza de biodiversidad está por todas partes. "En este momento hemos llegado a una tasa de destrucción tal que deberíamos proteger todo lo natural" - mantiene Ceballos. El ejemplo mexicano de 'pago por servicios medioambientales' como contrapartida al freno a la agricultura y ganadería es la prueba de que se trata de un modelo sostenible: "Preserva la belleza natural como activo turístico, y da trabajo a comunidades que son carne de cañón para la criminalidad y la violencia".
¿Y cómo se convence a los políticos de las bondades del modelo? "Es sencillo si tienes datos" - responde el investigador. En 2009 publicó el primer mapa cruzado de especies según la fecha de su descubrimiento. "Encontré que el 10% de los mamíferos - y no solo animales pequeños, sino monos, ballenas, delfines - habían sido descritos científicamente en los últimos 10 años. Actualmente acabo de hacer lo mismo y es el 12%. Si en animales tan conspicuos está ocurriendo esto, ¿qué esperaríamos en insectos, peces, plantas? Sabemos que hay alrededor de dos millones de especies descritas con nombre científico, pero calculamos que hay hasta 100 millones".
"En términos de conservación, lo que quiere decir es que cada vez que perdemos selvas y bosques estamos perdiendo muchas especies que ni siquiera conocíamos" - continúa. "Quedan el 50% de las áreas verdes que había en torno a 1870 en todo el planeta. Para ser más eficientes en conservación hay que proteger grandes ecosistemas". En el 93 se creó la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala (Jalisco), 15.000 hectáreas de selva en la costa del Pacífico. "Hemos descubierto más de 200 especies. Mantiene la mayor cantidad de vertebrados endémicos de México. Y eso no lo sabíamos cuando hicimos la reserva".
"Lo que perdimos en los últimos 100 años, en tasas de extinción normales, se debería haber perdido en 10.000 años" - insiste, antes de ponerse a enumerar. "La crisis es tan grave que se pierde un elefante cada 15 minutos, un millón de pangolines en 10 años cuando la población es de un millón y medio o menos, de la vaquita marina en México había 280 hace 8 años, hay 30 ahorita". Este pequeño cetáceo protagonizó un drama nacional cuando el plan de rescate apadrinado por el propio Enrique Peña Nieto fue cancelado por la muerte de un ejemplar. "Se gastaron cuatro millones" - admite Ceballos. "Pero el país sigue ahí. Ese dinero se hubiera ido en algo trivial, en financiar una campaña electoral por ejemplo".
Ciencia y activismo
Gerardo Ceballos se reivindica con orgullo como un espécimen singular. "No muchos científicos hacen conservación o tratan que su ciencia se transforme en política pública. En España veo mucho divorcio de la ciencia, falta que los científicos se involucren con el gobierno, y no sé las razones específicas". Su Laboratorio ha publicado un artículo oponiéndose a la construcción del muro fronterizo que prometió Donald Trump en base al daño medioambiental. "Que es el más grave, porque ese muro lo tirará otro presidente" - comenta con ironía. "Pero mientras va a partir el continente en dos, afectando a más de 800 especies. En base a los tratados firmados con EEUU, México podría hasta llevarle ante el Tribunal de la Haya".
Actualmente el reto está en impulsar un Tratado Internacional que, como el Acuerdo de París para el Clima, ponga freno a la aniquilación biológica. La firma de una alianza por la conservación del jaguar y otros felinos como el ocelote en toda Latinoamérica es un paso optimista a ese respecto. "Es enormemente irresponsable para un científico no hacer difusión de los problemas y no tratar de vincularlos con la conservación y las políticas públicas. ¿Quién mejor que nosotros para dar el marco de referencia? Y si México, con todos sus problemas, ha podido, ¿qué excusa tienen el resto de países?".