Antonio Machado escribió hace años, adelantándose en el tiempo, lo que hoy parece el anticipo de un triste final. "Sobre el olivar, / se vio a la lechuza / volar y volar. / Campo, campo, campo. / Entre los olivos, / los cortijos blancos. / Por un ventanal / entró la lechuza / en la catedral". Durante su apenada estancia en Baeza, tras la muerte de Leonor, el poeta quedó fascinado por pocas cosas. Una de ellas fue el vuelo rasante y silencioso de un ave emblemática de la España rural, la lechuza. Esta fascinante rapaz nocturna que ha inspirado leyendas, cuentos y poemas, un siglo después, se muere de forma irremediable.
"Es un desastre. En poco más de una década la especie ha sufrido un declive en sus poblaciones de alrededor 13%. En algunas zonas como Andalucía, Castilla La Mancha o Extremadura llega hasta el 50%". Quien habla es Juan Carlos del Moral, biólogo y coordinador del área de Ciencia Ciudadana de Seo/Birdlife. La organización conservacionista acaba de declarar a la lechuza común (Tyto alba) Ave del Año en 2018. El objetivo no es otro que poner el foco de atención sobre un ave protegida, incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, que corre el riesgo de desaparecer debido a la acción del hombre.
Tal y como relata Del Moral, pese a que la situación aún no es dramática, podría llegar a serlo en un futuro próximo. "A principio de los años 90, se hizo una cuantificación muy 'grosera' y se estimó que la población de lechuza común en España estaba alrededor de los 100.000 ejemplares. De ser ciertas estas cifras, ahora quedarían aproximadamente la mitad”, explica el biólogo desde el otro lado del teléfono.
Principales amenazas
Los problemas a los que se enfrentan las lechuzas en la actualidad son principalmente dos. El primero de ellos tiene que ver con la despoblación de los núcleos rurales en nuestro país. "La pérdida de población en estas zonas está provocando que la lechuza no encuentre sus tradicionales nichos de nidificación como eran los campanarios, graneros, caseríos o granjas, que son transformados o derribados, y que a menudo se convierten en alojamientos rurales", apunta Del Moral.
Sin embargo, según este experto, éste es un "mal menor". La mano del hombre (una vez más) es la principal culpable de la desaparición de esta rapaz. La radical transformación del medio agrario, centrado actualmente en la explotación de grandes extensiones de monocultivos, unido al empleo generalizado de pesticidas, herbicidas, insecticidas y rodenticidas están condenando a muerte a las lechuzas.
"Con el uso tan salvaje que se está haciendo de estos productos químicos se está contribuyendo a la eliminación de la biodiversidad en el campo. Cada vez hay menos salamanquesas, menos insectos, menos topillos y pequeños roedores que sirven de alimento para este tipo de aves agrarias. Pero ya no sólo es que les falte el alimento, es que el poco que hay está supercontaminado", lamenta Del Moral. Tal y como rememora este ornitólogo, los agricultores tradicionalmente se han encontrado en los campos lechuzas electrocutadas en cables de alta tensión, atropelladas por algún coche o incluso tiroteadas, "pero nunca ha existido un declive como el que hay ahora".
En España sólo se salva la meseta norte, que aún conserva amplias poblaciones de topillos y dónde, cada cierto tiempo, se producen explosiones demográficas de estos pequeños roedores. Aun así, para tratar de combatirlos, las explotaciones agroganaderas no dudan en utilizar de forma masiva toneladas de rodenticidas. "El resultado de esta salvajada es la muerte de cientos de lechuzas y otras rapaces que son encontradas en los campos e ingresadas en los centros de recuperación".
La contaminación generalizada de las zonas agrarias, además, está afectando sobremanera a su reproducción. Tradicionalmente, las puestas de estas aves eran de entre tres y cinco pollos. Ahora, según los biólogos, lo habitual es que las lechuzas pongan "uno o dos huevos" como mucho.
Nada en el horizonte
Las perspectivas futuras no invitan precisamente al optimismo. Las alternativas que se barajan desde SEO/Birdlife pasan por la aprobación de la Ley de Cambio Climático en el Congreso de los Diputados y una reforma de la Política Agraria Común (PAC) en nuestro país. "El declive será mucho mayor cada año si no se cambian pronto las políticas y se consigue establecer un sistema de cultivo mucho más sostenible con la biodiversidad", sostiene Del Moral.
Más allá de su inclusión en el catálogo de especies amenazadas, el Gobierno no contempla ningún tipo de medida para intentar salvar a las lechuzas. "En la actualidad no hay ningún plan de recuperación ni de gestión. Nada. De momento no se hace nada", lamenta el biólogo. No ocurre lo mismo en otros países como Israel u Holanda. Allí, desde hace años, se instalan cientos de cajas nido en zonas agrícolas con el objetivo de favorecer la cría de las lechuzas y que, a la vez, ayuden a limpiar los campos de diversas plagas en lugar de utilizar sistemas fitosanitarios tan agresivos como los que utilizamos en España.
Con la declaración de la lechuza como Ave del Año en 2018, SEO/Birdlife no sólo pretende dar la voz alarma, sino, además, impulsar nuevas vías de trabajo con agricultores, ganaderos y otros agentes que podrían estar implicados en la conservación de esta pequeña especie. "Estamos luchando para que se cambien las leyes, se promueva el uso de cultivos tradicionales y ecológicos y se financie la ganadería extensiva para que la gente no se vaya de los pueblos", subrayan desde la organización. El supervivencia de este ave que alumbró los versos de Machado depende de ello.