Los bastoncillos para los oídos no son ni necesarios ni benéficos, llevan décadas advirtiendo los otorrinos. El modelo actual - una barrita de plástico con algodón en las borlas - fue creado como herramienta de maquillaje, y su introducción en el canal auditivo es fuente común de lesiones e infecciones. Además, como recordaba la Universidad de Harvard en verano de 2017, tener cera en el oído no es ni problemático ni antihigiénico.
No es este el motivo, sin embargo, por el que cada vez más estados avanzan en la legislación para la prohibición total de los bastoncillos para los oídos. La más avanzada es la ley propuesta por la secretaria de Medio Ambiente de Escocia, Roseanna Cunningham, a primeros de enero, y que lo convertiría en el primer territorio europeo libre de estos productos. El motivo es el impacto que tiene sobre el medio ambiente costero, definido por los conservacionistas como simple y llanamente "asesino".
Efectivamente, se estima que los bastoncillos son responsables de un 60% de la contaminación de los mares por plásticos debido a una costumbre incívica que las campañas de concienciación no han sido capaces de cambiar: los consumidores los siguen arrojando por el retrete. Su estrecho diámetro de unos 2 milímetros hace que atraviesen las depuradoras y las rejillas más estrechas del alcantarillado, filtrándose en ríos y cursos de agua, y llegando hasta el mar.
Es ahí dónde se produce la tragedia, según las ONGs. Los pájaros marinos y la fauna como las tortugas consumen inadvertidamente el plásticos, lo que les causa la muerte por intoxicación y por heridas internas. Entre los ejemplares que sobreviven, la contaminación de la cadena trófica alcanza al consumo humano. Según la asociación Marine Conservation Society, el problema se agrava a una velocidad alarmante: las campañas de limpieza de playas escocesas recogieron el doble de bastoncillos de plástico en 2016 y 2017 que en los dos años precedentes.
"Prohibir los bastoncillos de plástico sería un signo claro de nuestra ambición por ocuparnos del problema de los plásticos marinos y demostrar nuestro liderazgo" - ha declarado Cunningham, del Partido Nacionalista Escocés en el gobierno. "Estos productos son completamente innecesarios cuando hay alternativas biodegradables disponibles. La necesidad de actuar está clara y quiero animar a cualquier persona interesada en preservar el medioambiente a que vote a favor".
La medida prohibirá la comercialización de los bastoncillos pero también su fabricación, lo que ha supuesto también la concienciación de las empresas. El gigante Johnson&Johnson se comprometió a dejar de fabricarlos en 2016 en Reino Unido, y cadenas como Mark&Spencer han introducido variantes biodegradables en la que la barrita es de cartón.
La legislación escocesa se adelanta a la inglesa, cuyo Plan de Medioambiente pretenden una eliminación de los productos de consumo de plástico a 25 años, pero también a la francesa, la más ambiciosa hasta la fecha de la UE. París pretendía prohibir los bastoncillos este año, pero concedió finalmente una moratoria a los fabricantes hasta 2020.
En España, la propuesta de Ley de Cambio Climático aprobada por el Congreso establece que estos productos deben contener un 50% de elementos biodegradables a partir de este año, que pasarán a ser del 60% en 2020.