Desde que Percy Spencer, un ingeniero norteamericano, descubriera en 1946 que los humanos podíamos calentar los alimentos exponiéndolos a ondas electromagnéticas, la vida parece mucho más sencilla. Cada día, casi de forma mecánica, utilizamos el electrodoméstico resultante de este hallazgo, el microondas, para calentar la leche del desayuno, para cocinar una lasaña congelada o para poder comernos el tupper de lentejas frías que llevamos al trabajo.
Hasta tal punto se ha popularizado el microondas que es raro encontrar un hogar que no tenga uno en su cocina (en nuestro país el 94% de los hogares dispone de uno). Así, sólo en la Unión Europea se estima que hay unos 130 millones de microondas; una cifra que podría elevarse hasta los 135 millones en 2020. Sin embargo, la proliferación de estos hornos ha traído aparejado un grave problema: su uso está contribuyendo poco a poco a la destrucción del planeta.
Tal y como apunta un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Manchester (Reino Unido), los microondas pueden ser tan perjudiciales para el medio ambiente como los automóviles. Ésta es la conclusión principal que se extrae del primer estudio exhaustivo en el que se ha abordado su impacto en nuestro planeta y en el que han participado dos ingenieros españoles, Alejandro Gallego-Schmid y Joan Manuel F. Mendoza.
Según esta investigación, los microondas que hay en la Unión Europea emiten 7,7 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Esta cifra equivaldría a las emisiones anuales de 6,8 millones de coches. Pero la cosa no queda aquí. El trabajo también ha calculado que el consumo de electricidad de todos los hornos eléctricos de la UE (9,4 terawatios por hora/al año) podría ser similar al de tres grandes plantas generadoras.
Para llevar a cabo el estudio, que ha sido publicado en la revista Science of The Total Environment, los investigadores analizaron el ciclo de vida completo de un microondas, desde que se fabrica hasta que finalmente es desechado, y evaluaron su impacto hasta en 12 factores ambientales distintos. Así, descubrieron que sólo el proceso de fabricación de estos electrodomésticos contribuye con un 20% al agotamiento de los recursos naturales y al cambio climático.
Sin embargo, es su consumo de electricidad el que incide de una forma más severa en el medio ambiente. Según los datos de este estudio, los microondas consumen una media de 573 kilovatios de electricidad por hora. Para que se hagan una idea, esta cifra equivale a la energía que consumiría una bombilla LED de 7 watios a lo largo de nueve años si no la apagásemos nunca.
Los autores del trabajo han explicado que estos datos deberían servir a la sociedad para concienciarnos del grave daño que se está produciendo y cómo deberíamos hacer un uso más eficiente de este tipo de electrodomésticos. Sin embargo, las perspectivas no parecen muy halagüeñas: "Los consumidores ahora tienden a comprar electrodomésticos nuevos antes de que los existentes lleguen al final de su vida útil, ya que los productos electrónicos se han convertido en artículos de moda y de 'estatus'", explica Alejandro Gallego-Schmid en un comunicado. "Como resultado, electrodomésticos como los microondas se han convertido en uno de los flujos de desecho de más rápido crecimiento en todo el mundo".
El fenómeno conocido como obsolescencia programada también ha contribuido sobremanera al impacto de estos electrodomésticos en el medio ambiente. La vida útil de los microondas se ha reducido. Si en la década de los 90 uno de estos equipos podía durar entre 10 y 15 años, en la actualidad su ciclo de vida no suele llegar a los ocho. "Dado que los microondas representan el mayor porcentaje de ventas de todo tipo de hornos en la UE, es cada vez más importante comenzar a abordar su impacto sobre el uso de los recursos y los residuos al final de la vida útil", finaliza Gallego-Schmid.