Acostarse con un hombre con abdominales bien marcados y que consiga una erección tras las caricias pertinentes será este mismo año una posibilidad al alcance de cualquiera que tenga dinero para pagarlo. Y no estamos hablando de gigolos, ni tampoco de seres vivos, sino de la alternativa masculina a las muñecas sexuales que ya son una realidad para los hombres.
La empresa Relbotix, que es conocida por haber desarrollado a Harmony, que se definió como la primera muñeca sexual con inteligencia artificial, capaz de gemir, reír y tener un orgasmo, está ya trabajando en su compañero, un androide aún sin nombre que, como el Joe gigolo de Inteligencia Artificial (Steven Spielberg, 2001) hará las delicias de sus clientas.
Sin embargo, aunque la empresa ha anunciado que el robot sexual masculino saldrá a la venta este mismo año, ha declarado que todavía está trabajando en el diseño de una parte muy importante de su anatomía: su pene biónico.
Según ha explicado a distintos medios el CEO de la compañía, Matt McMullen, el éxito está asegurado, porque los muñecos sexuales de silicona y sin inteligencia (artificial, se entiende) que fabrica la otra empresa que dirige, RealDoll, llevan años vendiéndose con éxito.
Y eso que no se trata de productos baratos. Los maniquís cuestan alrededor de 10.000 dólares y vienen en diferentes tamaños, tonos de piel y color de ojos, entre otros rasgos que el cliente puede escoger.
Eso sí, el pene de estos muñecos no tiene vida propia como el del nuevo robot que, según su creador, será biónico y "mejor que un vibrador". Al contrario que la mayoría de los humanos, el gigolo artificial no tendrá problemas de duración y se podrá enchufar para que dure todo lo que su dueña quiera. "El límite es el cielo", afirma.
McMullen explicó al periódico Daily Star que el miembro de estos peculiares muñecos podrá también personalizarse en diseño, tamaño y grosor.
Para el empresario, la creación de estos muñecos acabará con un sentimiento extendido de que sus productos han sido creados sólo para hombres que quieren cosificar a las mujeres. "Tenemos el mismo interés en la versión masculina y la femenina de lo que estamos haciendo", subraya.
A su juicio, es "importante" ofrecer los dos pero, aunque no lo hicieran, rechaza la acusación de cosificación. "Es importante que la gente sepa que esto es mucho más que un juguete sexual". En este sentido, aclara que que muchas de sus clientas están interesadas en adquirir los futuros robots "como compañía con la que hablar e interactuar".