Cada día, cientos de parejas acaban yéndose al traste después de que alguna de las partes se salte el compromiso y cometa una infidelidad. El engaño está presente en las relaciones humanas desde que el mundo es mundo. La ciencia, de hecho, ha tratado de explicar en un buen número de ocasiones por qué algunas personas no pueden (o no quieren) frenar sus instintos sexuales y acaban traicionando a sus parejas.
Tal y como han demostrado distintas investigaciones a lo largo del tiempo, las motivaciones que llevan a una persona a cometer una infidelidad van desde la insatisfacción a la sensación de abandono, pasando por la ira o el deseo sexual. Un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Sex Research ha revelado que estos no son las únicos factores ni muchísimo menos.
Según el grupo de investigadores norteamericanos que ha llevado a cabo este trabajo, la falta de amor, las escasas ganas de mantener un compromiso, el ansia por aumentar nuestro autoestima o por tener nuevas experiencias con personas desconocidas son algunos de los factores que desencadenan los affaires en los seres humanos.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores reclutaron a un grupo de 495 personas con una edad media de 20 años. Todos ellos habían engañado con anterioridad a sus parejas. Acto seguido, los sometieron a un extenso cuestionario en el que les preguntaban cuáles habían sido sus principales motivaciones para cometer la traición.
Los resultados son bastante elocuentes. De los encuestados, el 70% aseguró que había sido infiel en algún descuido de su pareja o debido a los efectos del alcohol. Así, la falta de amor (77%), la necesidad de tener una mayor variedad de relaciones sexuales (74%) o la necesidad de aumentar la autoestima (57%) fueron los motivos señalados en un mayor porcentaje.
Estas conclusiones se alinean con las obtenidas en un trabajo anterior realizado por investigadores de la Universidad de Tennessee, que analizó a un total de 104 hombres y mujeres de unos 20 años que también habían sido infieles. En este caso, la razón principal que esgrimieron tanto mujeres como hombres fue que sus parejas no satisfacían sus necesidades de interdependencia (término que se utiliza para describir las relaciones de confianza mutua), por lo que decidieron tener una aventura con otra persona.
Lo cierto es que no todas las personas que fantasean con tener una aventura acaban cometiendo el acto. De hecho, en otro trabajo publicado en la conocida publicación sobre sexualidad se encuestó a un total de 423 individuos para conocer precisamente esto: por qué habían cambiado de opinión después de valorar la posibilidad de tener un affaire. En total, los investigadores recopilaron un total de 29 respuestas distintas. Sin embargo, las dos razones que destacaron por encima de las demás fueron la conciencia moral y (atención) el miedo a terminar solos. Así, los hombres pensaban en cometer infidelidades a partir de los 11 años de casados mientras que las mujeres lo hacían entre los seis y los 10 años.
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