-Edades de los principales consumidores de tuppers en España: entre 25 y 49 años
-Españoles consumidores de productos Tupperware: 18.000.000
-Tiempo que necesita una fiambrera de plástico para descomponerse: 500 años
El estilo de vida actual de buena parte de los españoles ha llevado a que comer en casa sea prácticamente imposible.
Cada vez son más las empresas que contratan a sus empleados en jornada partida, con un descanso de una o dos horas para la comida. Salvo que vivan cerca, la mayoría optan por comer en el lugar de trabajo, recurriendo a los ya famosos tuppers.
Atrás quedaron los tiempos en los que sólo los utilizaban las madres de estudiantes que se negaban a que sus hijos se alimentaran únicamente de pasta. Este incremento en el uso de fiambreras de plástico ha sido una gran noticia para las empresas que los fabrican, pero no tan buena para el medio ambiente.
Más tarde o más temprano, especialmente si se utilizan con frecuencia, se hace necesario desechar estos envases, que tardan una media de 500 años en degradarse, durante los cuáles pueden pasar a formar parte de la cadena trófica de las especies marinas, pudiendo ocasionar su muerte por obstrucciones intestinales o intoxicación.
Además, algunos de estos envases contienen sustancias tóxicas, que pueden pasar a los alimentos que encierran, perjudicando también a la salud humana si no se toman ciertas medidas de precaución.
El peligro del poliestireno expandido
Aunque no es habitual utilizar fiambreras de poliestireno expandido o poliespan para llevar comida a la oficina, sí que son muchos los restaurantes de comida a domicilio que siguen recurriendo a este material para elaborar sus envases.
Se trata de un material inventado en 1941 por el ingeniero Otis Ray McIntire, que se elabora a partir de vapores del polímero poliestireno, que se mezclan con otros productos químicos, hasta aumentar 50 veces su tamaño original. Una vez enfriado el resultado, se vuelve a expandir a través de calor, dando lugar al resultado final que todos conocemos.
Aunque algunos países, como EEUU, han prohibido ya el uso de envases para alimentos fabricados de poliestireno expandido en gran parte de sus ciudades, en España sigue siendo frecuente, tanto para el envasado de alimentos de venta en súpermercados como para el transporte de comida a domicilio.
Al no ser un material reutilizable ni fácilmente reciclable, buena parte se desecha, pudiendo llegar a los fondos marinos, donde supone un grave peligro para los animales que allí viven.
Según declaraciones a la BBC de Douglas McCauley, profesor de Biología Marina de la Universidad de California, puede generar peligros a dos niveles: mecánico y biológico.
Los daños mecánicos derivan de bloqueos en los intestinos de los animales que los ingieren, mientras que los biológicos son el resultado de una propiedad intrínseca a la composición del material. Esto se debe a que tiene un gran poder absorbente, que favorece que se empape de todas las sustancias tóxicas del agua, concentrándolas en el sistema digestivo de los seres vivos que las comen. Además, muchos de estos animales pueden terminar siendo ingeridos por los seres humanos, por lo que el peligro vendría de vuelta hasta nuestros hogares.
Peligroso para el medio ambiente y también para la salud
Aunque el término tupper, o táper, es una adaptación de la marca Tupperware, pionera en la fabricación de fiambreras de plástico, son muchas las marcas dedicadas a la producción de este tipo de productos. En los últimos años muchas de ellas han incorporado mejoras en su composición que evitan algunos de los problemas que en el pasado podrían afectar a la salud de los consumidores.
Algunos de los aditivos añadidos al plástico en su fabricación pueden pasar a los alimentos que después se introduzcan en el producto final. Sin embargo, la legislación europea actual establece unos límites en los niveles de componentes cedidos a los alimentos para que éstos no puedan generar ningún tipo de daño.
Por otro lado, muchas marcas como la propia Tupperware se han unido también a la eliminación del bisfenol A en la fabricación de sus productos. Como ya contamos en el artículo sobre las botellas de agua, este compuesto se ha vinculado en diversos estudios a la aparición de enfermedades, como el cáncer, por lo que su eliminación de este tipo de objetos es una gran noticia.
El problema, como cuenta Miguel Ángel Lurueña en su blog Gominolas de Petróleo, procede del mal uso de estos recipientes. Para empezar, una fiambrera que haya pasado los controles sanitarios para su uso como recipiente de alimentos debe tener el símbolo de una copa y un tenedor que todos conocemos. Además, no todos pueden introducirse en el microondas, por lo que si la intención es calentarlos de esta forma deben comprobarse las indicaciones del fabricante en el embalaje del producto.
Alternativas:
Aunque cada vez son más las mejoras introducidas en la síntesis de los plásticos de las fiambreras para que no generen daños en la salud humana, muchos siguen entrañando el mismo peligro para los ecosistemas marinos, por lo que es muy importante la búsqueda de alternativas a los recipientes de plástico convencionales.
La más adecuada sería la de invertir en fiambreras de vidrio, ya que es un material que se puede reciclar fácilmente de nuevo en vidrio, sin generar daños ambientales.
Además, salvo que se rompa a causa de algún golpe, resiste muy bien al paso del tiempo, de modo que, a pesar de ser más caro, a la larga sería más rentable que los de plástico.
Por otro lado, los envases de polipropileno se están convirtiendo poco a poco en otra gran alternativa a los convencionales. Se trata de un termoplástico semicristalino, que se produce polimerizando propileno en presencia de un catalizador estereoespecífico. Resiste mejor a la deformación por temperatura que otros tipos de plástico, por lo que se puede lavar sin problemas en el lavavajillas y, además, se puede reciclar fácilmente, su incineración no produce productos contaminantes y su tecnología de producción apenas tiene impacto sobre el medio ambiente.
Algunos fabricantes ya han comenzado a introducir en sus productos. Por ejemplo, Tupperware ha desarrollado las Botellas ECO, compuestas principalmente de polipropileno.
En cuanto a los envases de poliespan, se pueden tomar dos determinaciones al respecto. Por un lado, podemos llevar nuestro propio recipiente al acudir a un restaurante si tenemos intención de que nos pongan las sobras para llevar.
Por otro, es importante tener información sobre cuáles son las empresas de comida rápida que han eliminado este tipo de prácticas. Por ejemplo, Mc Donalds dejó de usar este material en 2013, sustituyéndolo por otras alternativas basadas en papel, y la cadena de cafeterías Dunkin Donuts sustituyó los vasos de poliespan por otros, precisamente de polipropileno.
Poco a poco se van dando pasos hacia la eliminación de los viejos tuppers. Las madres del futuro podrán seguir preocupadas por la alimentación de sus hijos, pero si a la vez también aumenta la preocupación por el medio ambiente, mejor que mejor.
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