Bolígrafos de plástico: el terrible error de tirarlos a la basura
- El plástico nos está matando (XVII). Aunque no haya contenedores urbanos habilitados, estos bolígrafos pueden reciclarse en puntos de recogida específicos.
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-Bolígrafos desechados en Estados Unidos en un año: 1.600 millones.
-Bolígrafos fabricados al año en China: 38.000 millones.
-Bolígrafos vendidos en todo el mundo en un solo segundo: 300.
Aunque los medios de escritura electrónicos están cada vez más extendidos, los bolígrafos desechables siguen siendo uno de los productos de papelería más vendidos en todo el mundo. ¿Cuántos bolígrafos puede desechar un estudiante a lo largo de un curso académico? ¿Y cuántos consumimos los adultos durante nuestro día a día?
Y es que el tamaño y la facilidad para transportarlos de un lugar a otro propicia que los bolígrafos se pierdan con facilidad. Por otro lado, son tan baratos que en cuanto uno comienza a dar problemas, tendemos a tirarlo en lugar de apurar hasta el final la tinta disponible en el depósito.
A esos dos problemas se suma que pocos buscan una forma de reciclarlos. La mayoría de usuarios los tira directamente a la basura, desde donde viajan a los vertederos. Una vez allí, su destino suele ser la incineración, que lanzaría al ambiente gases contaminantes derivados del plástico.
De la pluma al bolígrafo
Corría el año 1888 cuando el curtidor de pieles norteamericano John Loud decidió poner una bolita en el extremo de un tubo de tinta para poder marcar más fácilmente las pieles que trabajaba. No llegó a patentarlo, por lo que se considera como verdadero inventor del bolígrafo al reportero húngaro Ladislao Biro.
Todo ocurrió a finales de los años 30, cuando Biro comenzó a sentirse molesto con la pluma que utilizaba para trabajar. En primer lugar, estaba diseñada para diestros, por lo que él, que era zurdo, solía tener problemas para sujetarla cómodamente. Además, a menudo la salida de tinta se atascaba en mitad de un reportaje, suponiéndole un gran engorro.
Todo esto le llevó a pedir ayuda a su hermano Georg, químico de profesión. Juntos diseñaron una tinta que fluía con más facilidad, pero que no podía utilizarse en las plumas convencionales, por lo que decidieron buscar un diseño alternativo. La inspiración para llevarlo a cabo les llegó observando a unos niños que jugaban con unas canicas, ya que al pasar éstas por encima de un charco volvían al suelo seco dejando un fino reguero de agua a su paso. Y así fue como decidieron añadir una bolita en la punta de su invento, dando lugar a la primera patente de bolígrafo de la historia.
Desde entonces, su diseño ha ido cambiando, adaptándose a los tiempos que corren. A día de hoy, la mayoría de bolígrafos constan de un tubo fabricado a base de poliestireno, rematado con una bolita de acero o wolframio que hace más fácil la salida de la tinta. En cuanto a la capucha, suele ser de propileno, un tipo de plástico muy utilizado en otras industrias, como la alimentaria.
Así es como se reciclan
Aunque no hay contenedores urbanos habilitados para ello como ocurre con otros desechos, como los envases o el vidrio, los bolígrafos sí que pueden ser reciclados en puntos de recogida específicos.
Por ejemplo, una de las iniciativas diseñadas para ello es la de Terracycle, un programa en colaboración con la marca de bolígrafos BIC, que se encarga de la recogida de productos de escritura como bolígrafos, rotuladores o correctores para su posterior reciclaje.
Una vez recogido el material en sus sedes de toda España, se guardan en almacenes hasta tener material suficiente para enviar a su planta de reciclaje de Francia, en la que el plástico se transforma en productos de uso diario, como sillas y bancos para parques.
Además, esta iniciativa cuenta con otro punto muy atractivo, ya que por cada 20 kg de material enviado para su reciclaje los centros participantes reciben puntos que se pueden canjear en donaciones para cualquier asociación o escuela.
Sólo pueden ser centros de recogida las escuelas, empresas, administraciones y asociaciones, pero cualquier persona puede acudir hasta allí para llevar material, así que no hay excusa para no reciclar.
Alternativas:
El tema de las alternativas a los bolígrafos desechables es bastante controvertido. Por un lado, muchas personas optan por las plumas o bolígrafos recargables, ya que tienen un tiempo de vida mucho más largo. Sin embargo, el impacto medioambiental no se debe medir sólo en base a los residuos generados, sino también a los efectos que pueda acarrear sobre el medio ambiente su fabricación y su transporte.
En base a esto, en el blog Peneconomics citan un estudio de BIC que se encarga de medir el impacto ambiental de la fabricación de sus propios bolígrafos, diferenciando estas tres etapas. La obtención de materias primas supondría un 90% de dicho impacto, seguida por la fabricación y el transporte, que equivaldría a un 5% y, finalmente, por la eliminación, que sólo correspondería a un 0’2%. El porcentaje que falta, según argumentan en el artículo, podría deberse a un error de redondeo, pero lo que está claro es que no se debe centrar la atención en un solo factor.
De cualquier modo, aunque la recolección de materias primas y la fabricación de las plumas supusiera un impacto mayor que la de los bolígrafos desechables, su extenso tiempo de vida podría llevar a un equilibrio entre ambos factores.
Otra alternativa interesante sería la inversión de las administraciones en la introducción de medios de escritura y lectura digitales en los centros educativos. Esto no sería ventajoso sólo de cara a la disminución del uso de bolígrafos, sino también a la reducción del número de libros en papel cargados por los alumnos, fuente de problemas prematuros de espaldas.
Finalmente, algunas empresas, como el grupo Billingham, se han lanzado a la venta de bolígrafos fabricados a base de materiales biodegradables, como el bambú. Los amantes de la escritura a mano no tienen por qué prescindir de su gran placer, pero no sin olvidar que, afortunadamente, disponen de muchas alternativas para cuidar el medio ambiente mientras tanto.