Peter y Rosemary Grant pisaron por primera vez las laderas volcánicas de Daphne Mayor en 1973 siguiendo los pasos del naturalista Charles Darwin por el archipiélago de las Galápagos. No han vuelto a abandonarla desde entonces, nunca por mucho tiempo. Su paso por Madrid para recoger el Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación que otorga la Fundación BBVA les pilla de regreso de la isla, de hecho. A los 82 años siguen fieles a su populosa comunidad de pinzones, a trabajar en una angosta cueva y a dormir en la única llanura disponible, no más amplia que una mesa de jardín.
Es al propio Darwin redivivo a quien recuerda Peter, con la misma barba nívea y el candor en la mirada de las efigies del naturalista mientras escucha a su mujer hablar. Rosemary, risueña, toma las riendas en una conversación en la que se turnan con una delicadeza que enlaza dulcemente el discurso del uno del otro. "Completar, compartir" son los términos que usan para hablar de su vida y trabajo en común. Se conocieron como doctorandos a comienzos de los sesenta en la Universidad de Columbia Británica (Canadá). Ella se había especializado en genética y él, en ecología.
"No éramos tanto diferentes como complementarios" - explica Peter. "Yo trabajo con imágenes visuales, y diría que nuestras especialidades se solapaban en un punto al principio. Entre la genética y la ecología, justo en el medio, se encuentra el comportamiento animal, que los vincula a ambos y con el que estábamos familiarizados los dos. Pero las diferencias también han sido importantes. Nos han dado puntos de vista para compartir el uno con el otro, formas ligeramente diferentes de enfocar los problemas".
Y el principal problema era: ¿Cómo surgen las especies?
Rosemary: Sí, pero esa pregunta implica muchas más cuestiones. Cómo nacen, cómo compiten unas contra las otras, y particularmente cómo mantienen las variaciones que les permiten adaptarse a las condiciones ambientales cambiante.
Y escogieron un laboratorio natural, las Islas Galápagos.
R: Es un entorno completamente inhabitado, que nos garantizaba que todo lo que pudiéramos ver y registrar estuviese libre de la intervención del hombre. Es un buen punto de partida, porque nos permitía comparar después con lo observado en entornos en los que el ser humano sí está presente.
Poco después de llegar, presencian su primera catástrofe: una sequía que mata al 80% de los pinzones que estaban observando.
Peter: Habíamos iniciado nuestro estudio en la isla de Daphne Mayor en 1973. Para 1976 habíamos identificado los caracteres heredados, como el tamaño del cuerpo o del pico, que nos permitirían trazar la transmisión de un linaje genético de padres a crías. Eso se comprueba contrastando las medidas del progenitor con las del vástago una vez han llegado a la edad adulta. Habíamos marcado a todos los individuos y esperábamos que la temporada de cría de 1977 fuera un éxito. Bien, pues llegó la sequía y todos nuestros planes saltaron por los aires. Pero fue un evento extremadamente afortunado desde el punto de vista científico. En lugar de estudiar la herencia, terminamos observando la selección natural.
Hay un 1% de hibridaciones entre especies en cada época de apareamiento, pero es suficiente para enriquecer el acervo genético.
Y ese hecho observable fue que los pinzones con el pico más grande eran los que habían sobrevivido.
R: Todas las semillas pequeñas de las que se alimentan los pinzones se habían acabado muy deprisa. Únicamente los que tenían los picos más grandes y fuertes pudieron abrir las semillas más voluminosas. Cuando volvieron las lluvias y los supervivientes se aparearon entre ellos, las crías que nacieron crecieron hasta ser tan grandes como ellos. Pudimos comprobar una respuesta evolutiva.
¿Siguen siendo los herederos de esos pinzones tan grandes como sus abuelos?
R: Durante un tiempo lo fueron. Pero volvieron las sequías, hasta tres veces. La última fue la más severa de todas, duró dos años y medio. El 90% de los pájaros murieron. Pero entre medias había sucedido algo nuevo, y es que otra especie de pinzones había llegado hasta la isla, el pinzón de cactus. Eran más grandes que el más grande de los nativos, los pinzones terrestres. Y lo que ocurrió esta vez es que fueron los más pequeños los que sobrevivieron. Al final, el tamaño de los individuos ha vuelto a la media y se ha mantenido estable en la última década.
Lo que demuestra su trabajo es que la evolución funciona de un modo que Darwin no había previsto. Es dinámica, y puede observarse en el lapso de unas pocas generaciones.
R: Y responde a las condiciones ambientales, sí.
¿Es algo por tanto que debemos tener en cuenta en los esfuerzos por la conservación?
R: Completamente. Es uno de los mensajes que tenemos que tener en cuenta para conservar especies. Necesitan poder contar con la suficiente variedad genética como para responder a los cambios.
P: Para decirlo de otro modo: si el entorno en el que vive la especie pasa de una situación A a la B y toda la variedad genética se extingue en el proceso, cuando se regrese al momento A la población podría verse incapaz de readaptarse. En lugar de encontrarse con supervivientes que podrían aprovechar las nuevas condiciones, los individuos que prosperaron en el momento B sencillamente morirán. La preservación de las variaciones en una población es extremadamente importante para su supervivencia en un plazo largo de tiempo.
R: Y lo interesante es que basta con mantener un número muy pequeño de intercambios genéticos entre especies para asegurar que una población disponga de grandes variaciones. Se producen cruces que luego se incorporan a la población en forma de goteo de genes. Nosotros observamos que en cada época de apareamiento se producía un 1% de hibridaciones y los genes cruzaban a continuación a la especie, enriqueciendo su acervo genético.
La preservación de la variedad genética es fundamental para la conservación. Si una especie se extingue, otra especie con la que se cruzaba ocasionalmente tendrá más dificultades para sobrevivir.
La problemática que esto plantea es la de la biodiversidad. ¿Hay que esforzarse en preservar ecosistemas enteros más que centrarse en especies individuales?
P: Imaginemos que existen dos especies muy similares de escarabajos en la misma jungla. Una de ellas se extingue porque su hábitat es destruido. Pero si se habían cruzado previamente entre ambas y habían intercambiado genes de forma ocasional, la capacidad para sobrevivir de la especie restante se reducirá significativamente por la ausencia del aporte genético por parte de la desaparecida. Y esto es algo que no se está teniendo en cuenta a la hora de preservar la biodiversidad.
Eso nos lleva a la siguiente cuestión: la observación del nacimiento de una nueva especie, el famoso 'Big Bird'. ¿De dónde sale, por cierto, lo de llamarle así?
R: [Ríe] Cuando apareció este pájaro en la isla, pareciéndose a los miembros de una de las especies pero de un tamaño mucho mayor... La masa de un pinzón corriente es de 15 gramos y él pesaba 28.9 gramos. ¡Era una especie de gigante! Lo vimos, y se quedó con lo de 'Big Bird' a secas. Y resultó ser muy interesante. Pensábamos que se tratase de un híbrido llegado desde una isla vecina, una mucho mayor. Lo publicamos con una certeza del 99%. Pero desde entonces hemos podido hacen análisis genéticos comparados en colaboración con otros investigadores, y lo que hemos descubierto es que 'Big Bird' llegó desde un punto mucho más lejano hacia el sur, en el borde del archipiélago. Y de algún modo acabó en Daphne Mayor.
Lo que ocurrió es que 'Big Bird' tardó mucho en aparearse, porque su canto no era el mismo que el de los pinzones nativos. Después, se reprodujeron entre ellos pese a estar emparentados. Tras una de las sequías solo quedaron un hermano y una hermana con vida, y se aparearon entre ellos. Pero hemos comprobado generaciones después que, pese a ser endogámicos, no son súper-endogámicos gracias a la variedad genética que les legó el primer ancestro híbrido.
¿Y el motivo por el que se aparean entre ellos es porque no logran comunicarse con el resto de pinzones?
R: Sí. 'Big Bird' tenía un canto muy diferente. Y cuando consiguió aparearse, lo hizo al final de la época con una hembra que ya había tenido pareja aquél año y lo perdió. Fue un evento inusual. No sabemos si ella decidió conformarse con lo que había [Ríe].
¡La historia es un fantástico drama!
R: Lo es, y tiene un giro argumental más. La población actual de 'Big Birds' tiene ahora caracteres intermedios y desplazados con respecto a las dos especies de las que descienden. Tienen cabezas más grandes en cuerpos más pequeños.
P: Para el tamaño de su cuerpo, sus cabezas y picos son relativamente grandes. El tamaño del cuerpo es la media de los de las dos especies originales, pero para el pico y la cabeza es la población parental inmigrante es la que ha tenido la influencia predominante. Es muy interesante porque nos revela una manera en las que las proporciones pueden cambiar evolutivamente, dando lugar a desproporciones.
R: Durante la sequía, el poder abrir la semillas grandes se vuelve muy importante. La especie que llegó a la isla era muy grande, pero ahora mantienen su pico y cabeza grandes con un cuerpo más pequeño que necesita menos alimento para sustentarse. No hemos vuelto a tener una sequía severa, pero esto nos lleva a pensar que la sobrellevarían muy bien.
¿Consideran que su investigación habría dado estos resultados si no le hubiesen dedicado una parte tan grande de sus vidas?
R: No creo que tomando una instantánea de un momento dado, visitando la isla cada tres años por ejemplo, hubiésemos llegado a observar todo el proceso, todas las dinámicas involucradas. No hubiésemos visto llegar a 'Big Bird' y tener descendencia. Teníamos que estar ahí, siguiendo a los pájaros, marcándolos, viendo quién se aparea con quién, sacándoles una minúscula gotita de sangre para el análisis genético que sumar al análisis ecológico.
Mi consejo para un investigador es que escoja una cuestión fundamental ya sea en biología evolutiva, ecología o conservación, no un proyecto breve y trivial.
Quizás, después de tanto tiempo, ya no lo consideren el proyecto como investigación sino como parte de la familia.
R: [Ríe] Sí. Vuelves cada año, pasas tres o cuatro meses, hay un montón de pájaros pero los agrupamos en bandadas y los coloreamos, por lo que acabas reconociendo a cada uno...
¿Esta cercanía, esta familiaridad, el hecho de ser un matrimonio, son todos factores a tener en cuenta para valorar el hecho de que la investigación saliera adelante pese a la dureza de las condiciones?
R: Sí, todo contribuye. El hecho de estar casados y tener los mismos intereses ha ayudado mucho. En 1973, cuando empezamos, teníamos dos hijas pequeñas y nos las llevamos a la isla. Ahora han crecido, son mayores que tú [ríe]. Pero les encantó, y hoy todavía dicen que es lo mejor que han hecho nunca.
Mientras hablamos tengo la sensación de estar ante una generación de grandes científicos-aventureros que quizás hoy esté en declive. ¿Cuál sería su mensaje para un joven biólogo al que las dificultades para investigar le hagan sentir como imposible el llevar a cabo un proyecto como el suyo?
R: Yo le diría que nosotros nunca pensamos que nuestro proyecto llegaría a durar tanto. Fuimos acumulando becas de dos y tres años al principio. A un joven le diría que escuchase lo que le dice su corazón. Que siempre mantenga su curiosidad. No será un camino fácil, pero tendrá magia. Sabemos que es difícil, pero conocemos casos de gente que lo dejó y ha logrado volver.
P: Mi respuesta complementaría lo que Rosemary acaba de decir. Nosotros elegimos un problema muy bueno desde el principio, con un gran potencial de desarrollo que no sabíamos si se llegaría a concretar. Apostamos por el proyecto en el que creíamos que podíamos realizar una contribución significativa al conocimiento en el plazo que teníamos, cuatro meses al año. Y al final del primer viaje ya sabíamos que debíamos volver año tras año para registrar las variaciones ambientales. Mi consejo para un investigador es que escoja una cuestión fundamental ya sea en biología evolutiva, ecología o conservación, no un proyecto breve y trivial, y que lo sitúe en un ambiente que le garantice el mantenimiento: un parque nacional, una reserva...
La evolución es un hecho innegable. Lo único que molesta a algunos es la cuestión del hombre en todo esto.
¿Y cuál sería su mensaje para quienes siguen diciendo que la Teoría de la Evolución no está lo suficientemente demostrada?
R: Si nos referimos al Creacionismo... Cuando yo era pequeña, en Gran Bretaña, y también en Canadá cuando nuestras hijas eran pequeñas, se daba una asignatura de 'religión comparada'. El mensaje básico era el de la empatía hacia los demás. Creo que la ciencia y la religión están bien diferenciadas. Una se basa en los hechos y el conocimiento para entender el mundo. La otra, en las relaciones sociales. Deberían ir de la mano, nunca oponerse.
P: La evolución es un hecho innegable. El debate creacionista se reduce a si hemos sido designados por Dios o si descendemos de simios ancestrales. Para ellos esa es la pregunta fundamental, no si las plantas o los insectos evolucionan o no. La ciencia no solo dice que han evolucionado, sino que están evolucionando ahora mismo. Lo único que molesta a algunos es la cuestión del hombre en todo esto.