Un hombre de 44 años falleció en la tarde del pasado sábado en Viveiro (Lugo) por una picadura de avispa velutina, según ha informado el CIAE 112 Galicia. El suceso tuvo lugar en torno a las 18.00h del sábado. El fallecido se encontraba junto a otra persona realizando tareas de desbroce en una finca situada en el lugar de Rozada, en el término municipal de Viveiro.
Su acompañante fue quien dio la voz de aviso a los servicios de emergencias, alertando que la víctima, que era alérgico a las avispas, se encontraba inconsciente tras ser picado por una velutina, también llamada 'avispa asiática'. Desplazados al punto, el personal de Urxencias Sanitarias 061 no pudo hacer nada por la vida del hombre, que falleció en el lugar.
La Vespa velutina se detectó por primera vez en Europa hace 13 años en el suroeste de Francia. Probablemente, viajó junto con mercancías chinas y desde entonces no ha parado de colonizar su particular Nuevo Mundo. En 2010 apareció en la costa vasca y ya se ha extendido por todo el país galo, el norte de España y Portugal.
Frente a las especies europeas, sorprende por su mayor tamaño y capacidad de proliferación. Cada nido puede llegar a tener entre 1.200 y 1.800 avispas en la época de máxima actividad, cuatro veces más que los de las avispas comunes. Su principal alimento son las abejas, lo que ha llevado a que sean calificadas como "asesinas" por los apicultores. Y su veneno es más potente, además de permitirles clavar el aguijón más de un vez en un ataque.
Las reinas hibernan en cortezas de árboles o rocas y cuando llega el buen tiempo se activan. Entonces, construyen nidos de celulosa que fabrican masticando hojas y que pueden llegar a medir cerca de un metro, casi siempre colocados en árboles a gran altura. En estos días llega la época de poner trampas para capturar a las reinas y evitar que formen los nidos.
Las avispas llevan continuamente alimento para sus crías -las abejas pueden constituir entre un 45 y un 80% de su dieta, pero también capturan arañas, mariposas, moscas, libélulas, orugas y otros animales-, así que los investigadores estudian la posibilidad de infectarlos con bacterias y hongos que, una vez en el nido, matasen a sus inquilinas.
A pesar de todas estas ideas, los expertos coinciden en que es imposible erradicar a la invasora, pero aspiran a "mantener un nivel bajo" que no haga más daño a las colmenas, que en los últimos años no dejan de acumular desgracias.