Si hay un animal marino que, literalmente, da la vida por sus hijos, es el pulpo, en concreto, la hembra. Después de incubar miles de huevos durante meses, en los que ni come ni se mueve en ningún momento, cuando empiezan a eclosionar, la madre muere como consecuencia de ese largo período de inanición.
En el caso de las especies de aguas poco profundas, el período de incubación dura entre uno y tres meses, pero si nos adentramos en zonas más frías y oscuras, los tiempos aumentan considerablemente.
Una investigación publicada en la revista PLOS ONE y dirigida por el Instituto de Investigación Monterey Bay Aquarium (EEUU) mostró cómo una hembra de aguas profundas de la especie Graneledone boreopacifica incubaba sus huevos durante 53 meses, el período más largo registrado por un animal.
Con la ayuda de un vehículo con cámara operado con control remoto, los científicos pudieron observar cómo la cefalópoda se adhería a una zona rocosa para proteger los huevos que estaba incubando, a unos 1.400 metros de profundidad en el Cañón Submarino de Monterey. Era abril de 2007. Durante cuatro años y medio, los investigadores inspeccionaron el lugar hasta 18 veces y en todo momento observaron la misma estampa.
Un misterio sin respuesta
"Cada vez que regresábamos encontrábamos al mismo pulpo aferrándose a la cara vertical de la roca, con los brazos doblados, cubriendo sus huevos", destacan los autores en el artículo.
Durante sus observaciones, no la vieron alimentarse en ningún momento, ni siquiera con cangrejos o camarones que se acercaban, a los que apartaba cuando se aproximaban a sus huevos.
En octubre de 2011, la cámara comprobó que la hembra ya no estaba y que 160 huevos habían eclosionado. Lo que sigue siendo un misterio para los científicos es cómo pudo sobrevivir sin comer nada durante esos cuatro años y medio que duró la incubación.