Un asesino silencioso. Así es como calificó la contaminación atmosférica David R. Boyd, relator especial sobre los derechos humanos y el medioambiente durante el último Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Boyd insistió en que la mayoría de países no reconocen la verdadera gravedad del problema porque las consecuencias de la polución no son tan trágicas como las provocadas por desastres naturales o epidemias.
A pesar de que un aire limpio es una condición indispensable para disfrutar de un medio ambiente saludable —un derecho reconocido legalmente por 155 estados de todo el mundo—, el 92% de los habitantes del planeta respira aire contaminado. La magnitud del problema y la todavía escasa atención que recibe ha llevado a la ONU a escoger la lucha contra la contaminación del aire como la temática del Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado este cinco de junio.
Establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 coincidiendo con la primera cumbre mundial sobre medio ambiente (la Conferencia de Estocolmo), la jornada tiene como objetivo sensibilizar y concienciar a la sociedad sobre la importancia de cuidar nuestro planeta y fomentar la cooperación para desarrollar soluciones sostenibles para preservar medio ambiente y los recursos naturales.
La contaminación del aire en los objetivos de desarrollo sostenible
Además de sus consecuencias para la salud humana (aumenta el riesgo de padecer enfermedades respiratorias y cardiovasculares), la contaminación atmosférica es una de las responsables de la pérdida de biodiversidad. Empeora las condiciones de los hábitats y contribuye a la disminución de la disponibilidad y calidad del suministro de alimentos para las especies.
Aunque hay fuentes naturales de contaminación, la principal causante de sus excesivos niveles es la actividad humana y, en especial, la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) indispensable para la industria y el transporte por carretera. Por su parte, el uso de fertilizantes y la deforestación ligada a la agricultura provocan casi un cuarto de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global.
Mejorar la calidad del aire que respiramos, evitando así su impacto en la salud y en el medio ambiente, forma parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada por la ONU en 2015 junto con una serie de objetivos (ODS) para alcanzarlo. La contaminación atmosférica está presente especialmente en tres de ellos: Ciudades y comunidades sostenibles, Producción y consumo responsables y Acción por el clima.
Para las firmas del Grupo Suez, líder mundial en la gestión inteligente y sostenible de los recursos, el cumplimiento de los ODS es una prioridad. Buen ejemplo de ello es el Plan Estratégico de Desarrollo Sostenible o REwater Global Plan (2017-2021) diseñado por Suez España para definir las medidas y objetivos en su compromiso con la lucha contra el cambio climático, la preservación y acceso al agua, la autosuficiencia energética, la protección de la biodiversidad y los avances sociales en equidad y salud.
En la batalla por reducir la contaminación atmosférica y su huella de carbono, Suez desarrolla proyectos para gestionar las emisiones de gases efecto invernadero, fomentar el consumo responsable en las instalaciones (con producción y consumo de energía renovable), la implantación de modelos de economía circular, la gestión de la calidad del aire, la movilidad sostenible y la resiliencia urbana.
Menos emisiones y más energía verde
Entre los hitos más ambiciosos de Suez, destaca su objetivo de reducir el 90% de las emisiones de CO2 derivadas del consumo eléctrico. Una meta en el camino de la lucha contra el cambio climático, cuyo avance viene marcado por la estimación de la huella de carbono, una estrategia que les permite evaluar su contribución al calentamiento global y desarrollar medidas concretas para reducirla.
En el 2018, gracias a acciones de compra de energía verde, producción de energía renovable propia, recuperación de energía y eficiencia energética, Suez registró una reducción en las emisiones de un 48,3%. El volumen de gases no vertidos a la atmósfera equivale al CO2 capturado por un bosque de unos 7.200 pinos. La producción y recuperación de energía renovable supuso ese mismo año un 15,9% del consumo eléctrico y término de las plantas.
La movilidad sostenible es otra de las claves en la lucha contra el cambio climático. Según un reciente informe de la Alianza Europea de Salud Pública, la contaminación atmosférica causada por el tráfico cuesta a Europa más de 72.000 millones de euros anuales en asistencia sanitaria. Es por eso que Suez ha implementado diferentes proyectos y medidas para aplicar alternativas de movilidad más respetuosas con medio ambiente.
Una de las acciones fundamentales, aunque no la única, consiste en la renovación de su flota de vehículos. En Suez España cuentan ya con 260 vehículos eléctricos, 375 híbridos y 15 a gas. La flota sostenible se amplía cada año y representa en la actualidad el 17% del total.
Pero las acciones por el clima van mucho más allá del control de emisiones. Otro de sus pilares son los modelos de economía circular, que apuestan por hacer una gestión adecuada tanto de materias primas y energía como de residuos en los procesos productivos, cerrando así los flujos económicos y ecológicos de recursos.
En este sentido, el Grupo Suez, junto con Cetaqua (Centro Tecnológico del Agua), ha lanzado la iniciativa Sustainability Partners, enfocada a implantar modelos económicos sostenibles basados en los principios de la economía circular. Contando con la colaboración tanto de actores locales como de organismos autonómicos, sí como de los propios ciudadanos, fomenta la el desarrollo de soluciones relacionadas con la gestión del agua, la energía, los residuos y el transporte, entre otras áreas.
También en lo que respecta a las ciudades y comunidades sostenibles, la empresa impulsa proyectos encaminados a mantener y mejorar la calidad del aire y el ruido ambiental y a asegurar la resiliencia urbana con el desarrollo de ciudades más inteligentes y preparadas para adaptarse a posibles catástrofes, ya sean naturales o causados por el hombre.
En 2050, la población mundial superará los 9.000 millones de personas. Ante tal escenario de crecimiento y el desarrollo económico asociado, solo la actuación temprana con medidas como las anteriores puede contribuir a paliar los problemas de contaminación atmosférica y cambio climático que, de lo contrario, solo tenderán a empeorar en el futuro.