Jane Goodall, Joaquín Gutiérrez Acha y FAPAS, premios a la Conservación de la Biodiversidad
La Fundación BBVA reconoce anualmente proyectos en tres categorías: actuaciones en España, en el mundo y difusión del conocimiento y sensibilización.
2 octubre, 2019 13:10Noticias relacionadas
La protección de las especies y los ecosistemas cantábricos impulsada por el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) desde Asturias; la conservación de los chimpancés y sus ecosistemas, liderado por el Instituto Jane Goodall en Tanzania; y la excepcional calidad de los documentales de naturaleza dirigidos por Joaquín Gutiérrez Acha han sido galardonados en la XIV edición de los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad.
FAPAS ha recibido el premio en la categoría de Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en España "por una actividad sostenida y sobre el terreno durante más de tres décadas con plena independencia en favor de las especies y los ecosistemas cantábricos", según el jurado, que ha destacado especialmente "su contribución a la protección del oso pardo, las aves necrófagas, el lobo, el águila pescadora y la recuperación de polinizadores como las abejas".
El Premio Mundial Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad se ha otorgado al Instituto Jane Goodall "por su dilatada trayectoria y gran impacto global en la conservación de la biodiversidad, en particular los chimpancés y sus ecosistemas en Tanzania, con un enfoque pionero, involucrando a las comunidades locales".
Joaquín Gutiérrez Acha, director de documentales como Guadalquivir y Cantábrico, ha sido reconocido con el premio a la Difusión del Conocimiento y Sensibilización en Conservación de la Biodiversidad en España "por plasmar la naturaleza en diversas regiones de España con un sofisticado e impactante lenguaje audiovisual incorporando las actividades y usos tradicionales del territorio". "Sus trabajos", según resalta el acta del jurado, "han logrado un alto reconocimiento entre el público internacional por su extraordinario rigor, calidad y belleza".
La protección de la naturaleza es una prioridad constante para la Fundación BBVA, que desde hace dos décadas promueve tanto la investigación en ecología y biología de la conservación como proyectos conservacionistas fundamentados en la evidencia científica, y también la difusión del conocimiento medioambiental y sensibilización de la sociedad sobre las distintas facetas de la conservación. El galopante declive de especies y ecosistemas al que se enfrenta hoy el planeta hace más necesaria que nunca la labor de personas y organizaciones que logran resultados relevantes y perdurables en la protección de la naturaleza, como es el caso de los galardonados con los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad en sus catorce ediciones.
Creados en 2004, estos galardones de periodicidad anual se estructuraban hasta su XII edición en tres categorías, las dos primeras dedicadas, respectivamente, a actuaciones en España y en Latinoamérica. Desde la pasada edición esta última categoría ha sido sustituida por otra dedicada a reconocer a proyectos de conservación de alto impacto y significado en cualquier lugar del mundo.
La tercera categoría premia la labor de difusión del mejor conocimiento y la sensibilización de la sociedad respecto a la problemática multidimensional de la conservación.
Cada una de las dos categorías de actuaciones en España y globales está dotada con 250.000 euros y la de difusión y sensibilización con 80.000 euros, situándose entre los galardones de mayor cuantía a escala internacional. El jurado de los premios está integrado por investigadores científicos, comunicadores, expertos de áreas como la justicia y la administración pública en materias de conservación y representantes de ONGs conservacionistas (ver composición al final), que aportan ángulos complementarios sobre la conservación de la naturaleza.
Actuaciones en España: 35 años conservando la fauna cantábrica
El Premio Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad en España ha sido concedido al Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS), por su proyecto FAPAS en acción. Más de 35 años conservando la biodiversidad.
El galardón reconoce la amplia trayectoria de esta asociación nacida en Asturias en 1982, cuando un grupo de amigos se propusieron frenar la desaparición de poblaciones de buitres en los Picos de Europa, que aquel año descendían hasta un mínimo histórico de apenas ocho parejas. A lo largo de estas casi cuatro décadas, FAPAS se ha convertido en una de las agrupaciones más activas en la conservación de las especies representativas de los ecosistemas cantábricos, algunas de ellas gravemente amenazadas, como el oso pardo y el urogallo. Los técnicos de FAPAS fueron además de los primeros en alertar de la desaparición de las abejas en la Cordillera Cantábrica, un fenómeno con graves consecuencias para la biodiversidad y la economía rural y hoy reconocido a escala global.
Para Roberto Hartasánchez, presidente de FAPAS, el premio supone no solo un reconocimiento a la labor realizada estos años, sino "un apoyo indispensable en un momento en que el movimiento ecologista está desapareciendo", afirmaba ayer por teléfono tras conocer el fallo. "Las asociaciones ecologistas se han vuelto cada vez más dependientes del apoyo de las Administraciones. Nosotros hemos renunciado a toda clase de fondos públicos para mantener nuestra independencia, y este premio nos permite seguir así. Una ayuda de esta naturaleza es muy importante para consolidar el trabajo hecho y el que queremos hacer en el futuro".
FAPAS ha sido pionera en el uso de una herramienta de observación del medio natural que ha impulsado hallazgos con implicaciones para la conservación: el fototrampeo, o la instalación de cámaras fotográficas que se activan automáticamente cuando la fauna pasa ante su objetivo.
Por ejemplo, gracias a estas cámaras, que empezaron a instalar ya a principios de los noventa, FAPAS pudo documentar comportamientos animales poco conocidos, como la tendencia de los osos cantábricos a comer carroña. Este hallazgo les condujo a combatir la normativa europea que a mediados de la década de los 2000, por la enfermedad de las ‘vacas locas’ obligaba a retirar animales muertos del campo: "Fuimos a Europa a advertir de que la norma estaba poniendo en peligro a una especie ya amenazada, y ocurrió algo muy bonito, porque rectificaron", relata Hartasánchez,
El hecho, lejos de ser una anécdota, afecta también a la convivencia de los osos con los humanos: "Al no poder comer carroña, los animales empezaron a buscar proteínas en las larvas de las colmenas, y volvimos a encontrarnos con conflictos entre el oso y los apicultores", explica Hartasánchez. Ahora, gran parte de la actividad de FAPAS se orienta a sensibilizar a la población de los beneficios de volver a dejar carroña, algo que de nuevo es legal y que beneficia tanto a los depredadores –osos y también lobos– como a los apicultores y ganaderos.
FAPAS cuenta ahora con un centenar de cámaras automáticas que vigilan el territorio 24 horas al día. Generan miles de imágenes de interés científico y además son importantes en la lucha contra otra de las lacras denunciadas por FAPAS, la caza furtiva, actividad en la que detectan un aumento a lo largo de los últimos años.
Otro de los hitos en la trayectoria de FAPAS ha sido identificar el vínculo entre abejas y osos, a finales de los ochenta. Los técnicos de FAPAS relacionaron varios hechos: las quejas de apicultores que referían la muerte de sus abejas por causa desconocida; la ausencia de arándanos; y el aumento del ataque de osos a las colmenas. "Nos dimos cuenta de que si no había abejas no podía haber arándanos, que son alimento para los osos", explica Hartasánchez. Ahora, una de sus actuaciones ha consistido en plantar más de 1.500 árboles frutales en zonas oseras, a la vez que han diseñado e instalado colmenas resistentes a los osos.
La abeja silvestre (Apis mellifera) es el principal agente polinizador del medio natural, un eslabón esencial de la producción de frutos en más del 80% de nuestras plantas con flores, pero hoy día depende totalmente del hombre para sobrevivir. Con su proyecto Colmenas para el oso, FAPAS ha instalado más de un millar de colmenas resistentes a osos en territorios oseros; ahora los osos acceden al alimento pero no destruyen las colmenas, que favorecen la polinización directa sobre la flora y la formación de nuevos enjambres de abejas.
FAPAS es también muy activa en la costa cantábrica. Uno de sus objetivos es potenciar la presencia del águila pescadora en los estuarios cantábricos, como especie representativa de un medio litoral bien conservado. Desde 2006, FAPAS trabaja a lo largo de toda la costa asturiana, donde se sabe que esta especie se reproducía en el pasado, poniendo en práctica medidas de conservación como la instalación de nidos y posaderos.
Actuaciones en el Mundo: la salvación de los chimpancés
En 1960, a la edad de 26 años, Jane Goodall se adentró en los bosques de Gombe (Tanzania) e inició sus pioneras investigaciones sobre el comportamiento de los chimpancés, bajo la supervisión del célebre antropólogo y paleontólogo británico Louis Leakey. Sus observaciones revelaron por primera vez que estos primates son capaces de fabricar y utilizar herramientas, un hallazgo revolucionario que desdibujó la frontera que tradicionalmente distinguía al ser humano de todas las demás especies animales. Goodall, además, comprobó que los chimpancés son individuos con personalidad propia, capaces de mostrar una amplia gama de emociones y sentir fuertes vínculos sociales en sus manadas que perduran en el tiempo.
Pero la doctora Goodall no sólo descubrió las asombrosas capacidades cognitivas y afectivas de los chimpancés. También comprobó la situación crítica en la que se encontraban estos primates, como consecuencia de la deforestación, la sobreexplotación del suelo y la caza, y llegó a la conclusión de que los chimpancés se extinguirían en poco tiempo si no se tomaban medidas para frenar el deterioro de su hábitat.
Al mismo tiempo, Goodall siempre tuvo claro que los chimpancés sólo sobrevivirían si se mejoraban las condiciones de vida de los seres humanos que habitaban este mismo territorio africano. "No puedes pedir a las personas que protejan a los chimpancés", explicaba ayer la primatóloga tras conocer la concesión del premio, "cuando están luchando todos los días para proporcionar las necesidades más básicas a sus familias". Por ello, el programa de conservación que ha impulsado el instituto que ella fundó, y que lleva su nombre, siempre se ha basado en apoyar a las comunidades locales, ofrecerles recursos económicos, sanitarios y educativos, e involucrarlas plenamente en el desarrollo de sus proyectos a través de programas de formación medioambiental.
A lo largo de tres décadas de trabajo, desde 1994, el Instituto Jane Goodall ha conservado más de medio millón de hectáreas en los bosques donde viven los chimpancés de Tanzania mediante la creación de nuevas áreas protegidas que cubren el 42% de su hábitat en el país africano. Gracias a su trabajo, el declive de la población de estos primates se ha estabilizado en el Parque Nacional de Gombe, alcanzando una media de 96 individuos entre 1994 y 2016. El éxito del proyecto lo demuestra el hecho de que su modelo de conservación "community-centred" –es decir, basado siempre en el apoyo a las comunidades locales y su formación medioambiental– se ha replicado para preservar la biodiversidad en otros cuatro países africanos (República del Congo, República Democrática del Congo, Senegal y Uganda).
La llamada "sexta gran extinción" le sigue preocupando mucho a Goodall, quien se lamenta de que "nos hemos separado de la naturaleza, aunque formamos parte de ella y dependemos totalmente de los ecosistemas para nuestra supervivencia". La primatóloga considera que la gran paradoja de nuestra especie es que podamos provocar nuestra propia autodestrucción: "¿Cómo es posible que la criatura más inteligente del planeta pueda esté destruyendo su único hogar?" Sin embargo, a pesar del hecho "incomprensible" que para Goodall supone el resurgimiento de líderes políticos que cuestionan el deterioro del ambiente y la importancia de protegerlo, las manifestaciones masivas de jóvenes que han empezado a protestar en las principales ciudades del mundo en defensa de la Tierra "son la gran esperanza para el futuro".
Difusión y Sensibilización: plasmar la naturaleza con "calidad, belleza y rigor"
Joaquín Gutiérrez Acha (Madrid, 1959) es un naturalista, director, productor y cámara de documentales de naturaleza para cine y televisión. Las tres cualidades que el acta resalta en su trabajo - extraordinario rigor, calidad y belleza-, son la que él reconoce perseguir en sus películas: "Es importante un equilibrio entre hacer las cosas con absoluta veracidad y que los animales hablen por sí solos con su conducta", asegura.
Se define a sí mismo como miembro de "la generación que creció maravillada con los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente", una influencia que fue determinante para su pasional vocación desde la infancia: desarrollarse como documentalista de vida salvaje. Autodidacta, aprendió por su cuenta a manejar cámaras de cine en formatos de 16 milímetros y súper 16, estándares exigidos por las principales productoras especializadas de la época.
"Dejándose la piel en la imagen" –como él mismo explica de modo muy gráfico- su empeño desde sus inicios fue "conseguir imágenes inéditas, conseguir formas de rodaje poco convencionales, aprovechando las nuevas técnicas que iban surgiendo" y así consiguió recibir el encargo de la primera coproducción financiada por National Geographic a un director español para rodar en España, "El latido del bosque" (1997), un documental sobre el Parque Natural de los Alcornocales.
Durante más de dos décadas ha realizado diversas producciones para televisión que han sido distribuidas por compañías internacionales de referencia en documentales de naturaleza –como BBC o Survival Anglia Television, además de la mencionada National Geographic-, dedicándose casi en exclusiva a fauna, flora y espacios naturales de España: "Creo que lo que tenemos es una fuente inagotable que estaba en cierto modo inexplorada, especialmente al utilizar técnicas avanzadas de rodaje".
En el año 2009 se embarcó en su primer proyecto cinematográfico, Entrelobos, una película de ficción, basada en hechos reales, con la colaboración de Radio Televisión Española y en la que se encargó de dirigir la Unidad de Naturaleza, que tenía un gran peso en la cinta.
Desde entonces se ha centrado en grandes producciones para cine y sus trabajos han conseguido una gran difusión. En 2014 produjo Guadalquivir, que se convirtió en el primer largometraje documental íntegramente de naturaleza nominado a los premios Goya. Su mayor éxito llegó con Cantábrico, que también fue nominada a los Goya de 2018, y que supuso un gran éxito comercial en las salas de cine.
Actualmente se encuentra terminando el montaje de su nueva película documental para cine, Dehesa, en la que alerta de la grave amenaza a la que se enfrenta este "bosque artificial, creado por el hombre", un ecosistema único que se desarrolla en la Península Ibérica. Asegura que su deseo es que consiga un éxito de público similar al de las dos anteriores películas, ya que eso significará que "se ha producido un cambio importante en la sociedad porque la sensibilización que buscamos ha sido exitosa".
Gutiérrez Acha considera que este es "el galardón más importante" que ha recibido en toda su carrera profesional, especialmente por "el jurado" que lo otorga y que "ha visto en mi una persona capaz de dejar un pequeño legado de lo que tenemos, que pueda mostrarse a generaciones futuras".
Jurado
El jurado de esta edición ha estado presidido por Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA, y ha contado como vocales con Araceli Acosta, jefa de prensa del Ministerio para la Transición Ecológica; Caty Arévalo, directora de comunicación del Ministerio para la Transición Ecológica; Miguel B. Araújo, profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC); Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España; Javier Gregori, redactor jefe de Ciencia y Medio Ambiente de la Cadena SER; Eulalia Moreno, profesora de Investigación de la Estación Experimental de Zonas Áridas (CSIC); María Teresa Tellería, profesora de investigación del Real Jardín Botánico (CSIC); y Antonio Vercher, fiscal de Sala Coordinador de la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo.