¿Quién no se ha comprado un bolso en rebajas y lo descubre a la temporada siguiente aún con la etiqueta?, o ¿quién no invirtió en un vestido super estiloso, pero poco cómodo, y no ha vuelto a usarlo desde que lo estrenó? Son pocos los que se salvan. La moda cada vez es más accesible para más gente y ha terminado por infectar nuestros armarios de un sinfín de prendas que desechamos muy rápido. En España, cada persona se deshace de entre 10 y 14 kilos al año, según la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil. Esto se traduce en miles de toneladas de residuos textiles en todo el mundo de los que solo se recicla el 1%. Algo que está pasando factura al medio ambiente.
Bajo el punto de mira de organizaciones internacionales como la ONU, las grandes marcas de la fast fashion (moda rápida), aquella que reproduce tendencias que llegan rápidamente al consumidor y que acaban pronto en la basura, buscan sumarse al llamado de Greta Thunberg para salvar el medio ambiente, o eso es al menos lo que quiere transmitir a sus clientes. Una de las apuestas de la industria para subirse al carro de la sostenibilidad, si es que se puede utilizar este término dentro de un sector que vive del consumo compulsivo, es promover el uso de materiales sostenibles.
Seguro que has visto alguna etiqueta en tu pantalón nuevo que dice que está elaborado a base de algodón ecológico o de fibras recicladas. Pero, ¿estamos ante una propuesta realmente efectiva para ser más sostenibles o se trata de una medida que solo alivia conciencias? Veamos.
A las marcas low cost no se les escapa que a los ciudadanos cada vez les preocupa más la moda sostenible, sobre todo a los más jóvenes, y se están poniendo las pilas. Uno de estos ciudadanos concienciados es Jon Kareaga. El joven veinteañero ha protagonizado esta semana una sentada en una tienda de una conocida marca en San Sebastián. Con la acción buscaba denunciar las malas prácticas de este sector que produce cerca del 10% ciento de las emisiones globales de carbono, más que todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo. Kareaga ha bautizado la acción #FuckFastFashion (a la mierda la moda rápida) y llama desde Facebook a otros a sumarse a su protesta.
La ropa más sostenible es la que ya tienes en tu armario
Y es que para el 85% de los millennials y el 80% de la Generación Z es "muy importante" que las empresas sean responsables con el medio ambiente, según un estudio a nivel mundial de 2017. Pero no hace falta echar mano a informes. Los jóvenes ya han dejado claro que la crisis climática es su lucha. Así lo han demostrado en el último año, tras movilizar a millones de personas en todo el mundo para exigir medidas contra la subida de la temperatura del planeta. Por eso no es de extrañar que gigantes del fast fashion como H&M y otras empresas textiles, como Primark, hayan lanzado recientemente iniciativas para que sus colecciones sean más ecológicas. No es para menos si se atiende a los datos.
Según Naciones Unidas, el sector textil es responsable del 20 % de las aguas residuales mundiales. El teñido de textiles es el segundo mayor contaminante de agua a nivel mundial. Como muestra del impacto, basta un dato: se necesitan alrededor de 7.500 litros de agua para hacer un par de pantalones vaqueros. En este contexto, no es raro que la organización internacional haya dado un apretón de tuercas a la industria para que emprenda acciones urgentes.
"La promesa de usar solo fibras sostenibles es para celebrar, pero todavía no he visto qué significa exactamente eso y qué se considera fibra sostenible", apuntó hace poco en una entrevista Michael Stanley-Jones, co-secretario de la Alianza de las Naciones Unidas para la Moda Sostenible. "Hay mucho debate en torno a la fibra y su huella de carbono y la demanda de materiales. Por ejemplo, muchos defensores de la moda ecológica han promovido el algodón bio... pero también es bastante alto el consumo de agua (para su producción), muy escasa en algunos países que lo producen... por lo que realmente hay que dar un paso atrás y mirar el asunto de forma integral".
Si las marcas buscan realmente ser sostenibles, Stanley-Jones también se pregunta cuándo ofrecerán colecciones de carbono cero . "Todos estamos de acuerdo en que el planeta debe ser neutro en carbono para 2050, a más tardar. Entonces, si los países se toman en serio esta cuestión, la moda (una de las industrias más contaminantes del mundo) también debe reducir a cero sus emisiones de carbono".
Ante las fórmulas que proponen las empresas textiles, los ambientalistas lo tienen claro. La ropa más sostenible es la que ya tienes en tu armario. En esta línea se mueve Brenda Chávez, periodista y autora del libro Tu consumo puede cambiar el mundo. "La fast fashion se construye en el modelo de usar y tirar, en vender cada vez más, se trata de un modelo de negocio en sí mismo insostenible. En cuatro temporadas, esta industria produce 56 colecciones al año, es barbaridad", apunta. En su opinión, las iniciativas que hay sobre la mesa no buscan una transformación real hacia un modelo sostenible.
La segunda industria más contaminante del mundo
La producción de ropa en todo el mundo se ha multiplicado por dos en solo 15 años, según un estudio de la Fundación Ellen MacArthur, referente a nivel mundial de la economía circular. Se ha pasado de fabricar 50.000 millones de prendas en 2000, a 100.000 millones en 2015. Si la industria continúa por el mismo camino, la producción textil será responsable de más del 25% de las emisiones de carbono en 2050. Una carta de presentación que convierte a la industria en la segunda más contaminante del mundo por detrás de la industria del petróleo.
Llegados a este punto, además de un cambio hacia una economía circular (pensar desde el diseño en la vida del producto y en cómo reutitizarlo), también hay que cambiar la forma de consumir. La receta: comprar menos pero de mejor calidad. La idea es volver a esas prendas buenas, que duran años, como ese bolso de la abuela que se hereda como una auténtica joya. Así también se recuperaría la reparación de productos, una práctica en riesgo de extinción.
Gabriela Pedranti, profesora en la IED Escuela Superior de Diseño de Barcelona, defiende un regreso a esta relación con la ropa. "Elegir las prendas, crear tu propio estilo. Es lo que decía Coco Chanel. Si nos vestimos todos en igual no expresamos nada. La moda no es ir a comprar ropa cada semana", explica Pedranti a EL ESPAÑOL. Una idea que abraza fuerte la Generación Z, concienciada con el medio ambiente y que ha impulsado a la ropa vintage o retro.
Los expertos en moda sostenible no dejan lugar a dudas. La ropa que utiliza materiales ecológicos puede llevar a engaño a los consumidores. Alertan de que no debe entenderse como una carta blanca para dar rienda suelta al consumo. Como mucho, coinciden, se trata de un mecanismo para aliviar conciencias. Eso sí, con cada decisión de compra hay una estupenda oportunidad para marcar al mercado el camino que debe seguir.