Juan López de Uralde (Donostia, 1963) es uno de los responsables de llevar el ecologismo a todos los niveles políticos. Durante diez años fue director de Greenpeace España hasta que en 2011 abandonó el cargo para fundar Equo, el partido verde que defiende el medio ambiente desde Ayuntamientos, en el Congreso de los Diputados o en el Parlamento Europeo. Pero en las últimas elecciones, un movimiento de última hora fracturó al partido.
Las bases decidieron alinearse con Más País, la formación de Íñigo Errejón y Uralde presentó su dimisión para continuar junto a Unidas Podemos. "Allí donde esté cavaré una trinchera desde la que seguir luchando en defensa del Planeta", dijo el pasado septiembre en Twitter al anunciar su renuncia.
Este experimentado activista defensor del medio ambiente y diputado electo dentro de la formación liderada por Pablo Iglesias recibe a EL ESPAÑOL para hablar sobre uno de los temas que más sabe: el cambio climático. Madrid acoge del 2 al 13 de diciembre la COP25, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En este encuentro, que preside Chile, representantes de casi 200 países del mundo negociarán e intentarán tomarán decisiones para afrontar la crisis climática.
La COP25 es la última cumbre antes de la entrada en vigor del Acuerdo de París, que establece el ambicioso objetivo de que el aumento de la temperatura del planeta no supere los 1,5 grados a finales de este siglo. Ya vamos por un grado. En este contexto, ¿qué podemos esperar de la cumbre que acoge Madrid?
El éxito de una cumbre como esta depende de la voluntad política de los gobiernos para alcanzar acuerdos verdaderamente ambiciosos. A raíz del Acuerdo de París hemos visto que los compromisos de los estados para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (los principales responsables del aumento de la temperatura del planeta) son insuficientes. Esta cumbre es solo una herramienta para poner en valor esa voluntad política para hacer frente al cambio climático, si no hay (ambición), será difícil que la cumbre tenga éxito. Desgraciadamente, el mundo arrastra los pies en lugar de luchar con agilidad contra el cambio climático. Vamos demasiado despacio y creo que así no es posible solucionar el problema.
Las decisiones se toman por unanimidad, por eso las negociaciones suelen ser complicadas, ¿qué países mantienen una línea más conservadora?
A pesar de que las cumbres son siempre objeto de crítica, y que yo mismo he estado en prisión por una protesta en una de ellas (en 2009 en Copenhague), no veo otra alternativa a la lucha contra el cambio climático que una respuesta global multilateral. En esta larga trayectoria de cumbres desde 1992, cuando se creó el Convenio Marco de Cambio Climático de la ONU, hay una serie de países que han obstaculizado los avances. Destaca Estados Unidos y el grupo de países productores de petróleo encabezados por Arabia Saudí.
Luego hay países influyentes como Brasil, Rusia, China o la India, cuyas emisores de gases de efecto invernadero son de las más grandes, y que adoptan posiciones cambiantes, unas veces obstaculizan y otras adoptan posturas más avanzadas. Luego están los más afectados por el cambio climático, los llamados países víctimas, encabezados por las Islas del Pacífico, que son los que tratan de hacer más presión. La Unión Europea suele estar en el lado de los más avanzados.
Para que el avance sea efectivo, ¿qué acuerdos clave deberían alcanzar los gobiernos en esta cumbre?
Lo más importante es exigir que haya voluntad política para hacer frente al cambio climático. A partir de ahí, hay que establecer políticas concretas sobre la producción de energía, movilidad, transporte, agricultura, residuos...es decir, es un problema que debe atajarse de forma transversal porque afecta a muchos ámbitos.
Los planes de recortes de emisiones de los países para frenar el aumento de la temperatura del planeta, que ya ha subido un grado, son insuficientes. En la cumbre de la ONU del pasado septiembre en Nueva York tampoco se demostró suficiente ambición. Así, ¿con qué expectativas llegamos a la COP25?
Las cumbres no son más que grandes reuniones. Por un lado se reúnen las delegaciones de los gobiernos y, por otro, la sociedad civil. Nosotros confiamos más en la movilización de la sociedad. Ya hay convocada una manifestación el 6 de diciembre y una cumbre alternativa. Eso es lo realmente importante, que las cumbres sean momentos de debate y movilización contra el cambio climático.
En cuanto a los avances políticos, creo que desgraciadamente esta cumbre no va a ser especialmente significativa. Entre otras cosas porque hay cumbres más decisorias y otras más de transición. La de ahora es de transición, pero lo que sí vamos a ver es una movilización importante.
Como dice, ante la poca ambición política, la movilización de los jóvenes parecen el gran impulso que necesita la crisis climática...
Desde luego, el movimiento de los Jóvenes por el Clima es lo más relevante que le ha ocurrido al ecologismo en este último año. Creo que ha sido un aldabonazo que ha generado movilizaciones, como las del 27 de septiembre, que no tienen precedentes en materia de lucha contra el cambio climático en España. Hasta ahora las manifestaciones habían sido muy pequeñas. Los jóvenes toman así el relevo de una lucha que ya lleva bastante tiempo.
Lo más importante es exigir que haya voluntad política para hacer frente al cambio climático
Estados Unidos ha formalizado su intención de abandonar el Acuerdo de París, aunque su salida no será efectiva hasta noviembre de 2020, después de las elecciones presidenciales de este país. No obstante, ¿cree que tendrá consecuencias el movimiento de Donald Trump sobre las negociaciones de la cumbre?
Desde la cumbre de Marrakech en 2016 (COP22), momento en el que Trump fue elegido presidente, ya anunció su intención de abandonar el pacto. Por lo tanto, el impacto fuerte fue en ese momento. Creo que esa decisión ya no influye sobre el resto de países, que ya decidieron que seguirían avanzando en los acuerdos internacionales sin Estados Unidos.
No quiero dejar de mencionar que el negacionismo que representa Trump, Bolsonaro o VOX es puramente oportunista y populista. No se basa en ningún dato científico, simplemente niega que el cambio climático existe porque a la hora de pedir el voto al ciudadano es más cómodo no reconocer que hay un problema y que hay que actuar para atajarlo.
Según un documento interno de VOX, difundido por 'La Marea', el partido de ultraderecha dice que el cambio climático provocado por el hombre es "una tomadura de pelo". Con los 52 escaños que ha conseguido en las últimas elecciones se trata de un discurso que coge fuerza...
En la pasada legislatura, en la corta, presenté una moción en el Congreso para declarar la emergencia climática. Cuando subí al estrado di una serie de datos científicos irrefutables sobre el aumento de las temperaturas, también de la temperatura del mar, de la bajada del caudal de los río, del aumento de las zonas semiáridas en la península Ibérica...entonces le pedí a los negacionistas que rebatieran esa información con datos, pero evidentemente no hicieron nada.
Es un mensaje negacionista irresponsable y populista. Con ese discurso le dices a la gente: No te preocupes por esto, no hay que hacer nada. Es un mensaje que busca el apoyo de los ciudadanos a base de prometerles una comodidad que es falsa y que mañana provocará situaciones irreversibles y muy dramáticas.
Madrid acoge la COP25 pero España de momento no tiene una Ley de Cambio Climático y Transición Energética, aunque el anteproyecto fue aprobado en febrero por el Consejo de Ministros. ¿Debe ser esta una de las primeras tareas del nuevo gobierno?
Sin lugar a dudas. Es ley lleva demasiado tiempo retratándose. Por un lado, por la falta de voluntad política que hubo en su momento y, por otro, porque la legislatura pasada no culminó. Esperamos que en la próxima la Ley de Cambio pueda aprobarse. Es fundamental un marco jurídico que establezca las estrategias para el proceso de descarbonización.
El negacionismo no se basa en ningún dato científico, simplemente niega que el cambio climático existe porque es más cómodo
Además, España es uno de los países de la Unión Europea más afectado por el cambio climático…
La región mediterránea es una de las partes del mundo más afectadas actualmente por el cambio climático. El aumento de temperatura en esta zona es ya de 1,5 grados. Los informes de la Aemet hablan del aumento, que se ha producido ya, de zonas semidesérticas en nuestro país. Es decir, la península avanza hacia una desertificación y no podemos mirar para otro lado. Esto tiene impacto sobre la ganadería, la agricultura, el agua disponible, las temperaturas, el turismo…
Le escuché decir en un mitin que "el ecologismo no se dice, se hace"; entonces, si usted fuera el nuevo ministro de Transición Ecológica, ¿qué medidas concretas aplicaría en España?
Nosotros planteamos medidas específicas como es la creación de una empresa pública de energía. La experiencia nos demuestra que el oligopolio energético en España, además de las puerta giratorias, hace que sea muy difícil establecer políticas ambiciosas. Hay que generar una autoridad independiente que cambie el modelo energético actual, sino no va a ser posible hacer frente de forma efectiva al cambio climático.
Las propuestas se extienden a campos muy diversos. Por ejemplo, el ferrocarril es clave. En los últimos años se ha apostado por el tren de alta velocidad y se ha marginado la parte que más viajeros mueve, los Cercanías, o los trenes de media distancia. Es muy paradójico, se habla de la España vaciada pero al mismo tiempo se cierran las líneas que más vertebran el territorio. En cambio se favorece a los trenes de alta velocidad, que son caros y que no vertebran nada. Unen puntos muy lejanos y los paisanos lo único que puede hacer es verlos pasar.
También hay que acelerar la transición de la industria del automóvil, un tema importante porque es un sector que genera mucho empleo en nuestro país. Hay que ser cautelosos y avanzar para que la industria esté a la cabeza de la producción mundial de vehículos eléctricos, híbridos o de hidrógeno, pero no quedarnos atrás porque eso puede tener un gran impacto social.