"Hace un año y medio, yo no hablaba con nadie a menos que no tuviera más remedio. Luego encontré algo que decir. Y aprendí que, para llamar la atención, a menudo hay que decir algo personal, como: "¡Cómo os atrevéis!". Pero desde entonces me he dado cuenta de que la gente se quedaba con esas palabras y no con el problema climático detrás. No recuerdan por qué lo dije".
De este modo, Greta Thunberg se ha despojado de la agresividad que mostró en la Cumbre de la ONU en Nueva York del pasado septiembre para arroparse con datos científicos y económicos, y mostrar una cara más dulce y conmovedora. El mensaje que ha remachado es que la COP25 de Madrid debería encontrar soluciones "holísticas" a la crisis climática en lugar de convertirse en "una oportunidad para que los países negocien con triquiñuelas", en referencia al mercado de emisiones de CO2.
"He tenido la fortuna de viajar por todo el mundo. Y he visto que nuestros líderes no se comportan como si hubiera una emergencia, porque entonces cambiarían su comportamiento. No sienten la presión, y se salen con la suya al no hacer nada", ha insistido. "Solo con un aumento del 1ºC, la gente ya está muriendo. Cada fracción de grado cuenta". Aunque se ha preguntado cómo es posible no sentir "ira" y "pánico" al tratar la crisis climática, Thunberg ha concluido con un mensaje optimista: "El mundo libre se rige por la opinión pública. No tenemos por qué esperar, podemos empezar con el cambio ahora".
La joven activista sueca ha participado en la sesión de apertura del Plenario sobre la Emergencia Climática junto a los "campeones" o paladines de la Cumbre, entre ellas la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Es la primera vez que Thunberg accede a comparecer junto a un miembro del Gobierno desde que llegó el pasado viernes 6 de diciembre a Madrid. Eso sí, la adolescente hizo esperar a la ministra "a la cola" de sus jóvenes compañeros de Fridays for Future, a quienes saludó primero.
Ribera ha considerado que las naciones se sumaron "alegremente" al Acuerdo de París, pero no se han puesto los métodos para alcanzar los objetivos para frenar el calentamiento global. "No es una cuestión de ambición sino de necesidad", ha valorado al pedir un compromiso más estricto que apueste por el multilteralismo. "Y hay que poner nombre y dejar en evidencia a quienes se nieguen a hacer más".
"Necesitamos un equilibrio entre el optimismo y la indignación", ha añadido Thunberg en el turno de réplica. "El optimismo se consigue mediante la acción, y la indignación es lo que nos permite salir de nuestra zona de confort".
Limitar el calentamiento a 1,5ºC
Los negociadores de las delegaciones de los países que participan en la XXV Conferencia de la Convención Marco de la ONU para el Cambio Climático que se celebra en Madrid han comenzado el tramo de alto nivel para llegar a un acuerdo final de aquí hasta el próximo viernes 13 de diciembre con varios escollos aún por salvar.
Según han explicado a Europa Press fuentes que observan las negociaciones durante el primer día del conocido como "tramo de alto nivel" los principales puntos de fricción pasan por que la decisión final incorpore la ambición necesaria en consonancia con los objetivos que la ciencia pide para evitar las peores consecuencias del cambio climático.
Esto es, en el Acuerdo de París los países se comprometieron a limitar el aumento de temperatura global a 2 grados centígrados, con la idea de aumentar la limitación hasta 1,5 grados centígrados. Así, las partes encargaron al Panel de Expertos de Cambio Climático de la ONU un informe que permitiera comparar los efectos de la emergencia climática con el objetivo de 2ºC y de 1,5ºC.
En 2018 este informe alertó de que si no se lograba limitar el incremento de la temperatura global a 1,5ºC los efectos serían catastróficos. Por eso, uno de los objetivos del acuerdo de esta Cumbre es lograr que se incluya en la decisión final el reto del 1,5ºC en línea con lo que pide la ciencia.
Estas fuentes consultadas por Europa Press advierten de que incorporar esta referencia a la ambición del 1,5ºC es fundamental porque en la actualidad, la suma de compromisos nacionales asumidos por la comunidad internacional en su conjunto llevarán al final de siglo a un aumento medio de la temperatura del planeta superior a 3 grados centígrados.
Sin esta referencia al 1,5ºC se podría llegar a la próxima Cumbre de Glasgow, con una suma de esfuerzos de más de 2,5ºC. Es decir, para lograr el reto que exige la ciencia según comentan, es necesario aumentar considerablemente los compromisos nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Pese a que este reto es crucial parece que aún está lejos, a cuatro días de que termine la cumbre cuyo lema es "Tiempo de actuar". En la actualidad, parece que la postura de España es la de promover una mayor ambición. Sin embargo, no puede hacerlo sin que la Unión Europea empuje directamente hacia arriba su compromiso y, de momento, algunos de los Veintiocho, sobre todo del este de la UE, parecen resistirse
Otra de las cuestiones importantes para las ONG y los países en desarrollo es incluir la visión ecosistémica, basada en la naturaleza, de la lucha contra el cambio climático.
En ese sentido, desde varias ONG de conservación de la naturaleza consultadas, piden que este enfoque esté incluido en la decisión política final a la que debe llegarse antes del final de la COP chileno-madrileña. Para ello, instan a Chile que impulse esta visión para que otros países puedan, también, empujar en este sentido.
Por otro lado, aseguran que también está complicado avanzar en el artículo 6, que regula los mercados de carbono, y que es fundamental para terminar de implantar el Acuerdo del Clima de París 2015.
En primer lugar, las ONG y muchos de los países en desarrollo no quieren que los derechos 'sobrantes' del Protocolo de Kioto pasen al nuevo sistema de derechos de emisión porque supondría una pérdida de valor que echaría por tierra la posibilidad de un mercado de precios altos que desincentive a las principales industrias y países emisores de gases de efecto invernadero.
Pero muchos de los países incluidos en el Protocolo de Kioto y Kioto 2 sí tienen interés en trasladar esos derechos al nuevo sistema, como Brasil. Aunque no parece que se vaya a hacer una tabla rasa, la idea es que quizá no se contabilicen todos los derechos sobrantes pero sí se tendrán en cuenta en parte.
En todo caso, del acuerdo final y de las motivación políticas de cuya facilitación se encargan ahora España y Singapur parece que sí podría incluir imponer una tasa a los derechos de emisión cuyo destino sea el fondo de adaptación para los países en desarrollo.