El erizo de mar del Mediterráneo (Paracentrotus lividus), una especie comestible muy apreciada en gastronomía, es más vulnerable al cambio climático de lo que se creía, según un estudio genético de estos herbívoros que han hecho científicos del CSIC y de las universidades de Barcelona y Tromso (Noruega).
La investigación, que publica la revista Diversity and Distributions, ha analizado genéticamente a cerca de 250 ejemplares de 11 áreas, desde la costa Atlántica francesa hasta el Mar Adriático, y ha revelado la presión selectiva por el cambio climático que está teniendo impacto en los genes de los erizos, una especie endémica del Mediterráneo.
Liderado por Xavier Turon, profesor de investigación del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC), y Marta Pascual, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio), el trabajo ha estudiado la estructura poblacional y conectividad de los erizos como resultado de su capacidad de dispersión.
"Los erizos de mar adultos apenas se mueven. Es antes de su vida adulta, cuando son larvas, cuando nadan en el plancton y se ven arrastradas por las corrientes. Hasta ahora pensábamos que tenían una alta capacidad de dispersión ya que tienen un tiempo de vida larvario relativamente largo, que se prolonga durante semanas", ha explicado Turon.
"Lo que revela el trabajo es que esta dispersión no es tanta como suponíamos, y que las barreras geográficas como el estrecho de Gibraltar limitan la conectividad de las poblaciones. El intercambio de larvas de erizos entre diferentes áreas es más limitado de lo que pensábamos", ha especificado el biólogo.
Los científicos también han descubierto el impacto a nivel genético en las diferentes poblaciones de erizos.
"Hemos hallado alelos diferenciados entre las poblaciones. Al analizar las secuencias genéticas en la que se daban esas diferencias, hemos visto que en ellas hay genes que codifican procesos relacionados con la temperatura y la salinidad", han detallado los biólogos de la UB Marta Pascual y Carles Carreras.
Los dos biólogos han advertido de que dentro del Mediterráneo hay "una fuerte presión de selección relacionada con la temperatura que puede tener consecuencias importantes frente al calentamiento global".
El trabajo revela que hay una adaptación progresiva a la salinidad y a la temperatura de oeste a este, y que hay diferencias genéticas en las poblaciones del Atlántico y las del Mediterráneo, y, dentro de estas últimas, las poblaciones del Mediterráneo occidental también están diferenciadas de las del Mediterráneo oriental.
A pesar de ser un objetivo de la pesca, esta especie es muy abundante en el litoral catalán, ya que la presión pesquera ha eliminado muchos de sus predadores, principalmente peces.
Los erizos de mar son herbívoros, se alimentan de las plantas submarinas y, sin predadores, su población puede crecer desmesuradamente y acabar con muchos de los bosques submarinos.
En el Mediterráneo hay, principalmente, dos especies de erizos de mar en la zona litoral: la comestible Paracentrotus lividus, y el erizo negro Arbacia lixula, que no se consume.
Según los investigadores, el estudio aporta nuevos datos a tener en cuenta a la hora de prever posibles escenarios futuros de cómo responderán las poblaciones del erizo de mar a las presiones antagonistas de la eliminación de predadores y de la pesca, en un contexto de calentamiento progresivo.