Grandes ciudades se han asentado en el cauce de grandes ríos. A su alrededor se han levantado ciudades como París, Londres, Lisboa o Budapest. España no es excepción y, sin embargo, nuestra capital, a diferencia de las principales capitales de Europa, es atravesada por el río Manzanares, con escaso caudal.
El Amazonas, el río más caudaloso del mundo, tiene un caudal de 209.000 m³/s. El Tajo, el más largo de España, alcanza los 500 m³/s, en cambio, el Manzanares solo tiene 3 m³/s de media al año. Así, en el río madrileño “el agua procedente de las estaciones depuradoras forma la mayor parte del caudal”, explica Manuel Rodríguez, subdirector de Conservación de Infraestructuras de la Zona Oeste de Canal Isabel II, por lo que la calidad del agua resulta vital para su conservación.
Los grandes ríos, gracias a los sedimentos, la vegetación y la fauna, pueden asumir de forma natural la autodepuración de una parte del agua residual que llegase a ellos, pero este no es el caso del Manzanares. Por razones tanto medioambientales como de salud pública es tan importante un buen sistema de saneamiento, formado por la red de alcantarillado, las estaciones de depuración de agua residual y los tanques de tormentas, que aseguran el correcto transporte y tratamiento de las aguas residuales antes de devolverlas a los ríos. En una ciudad como Madrid, estos grandes depósitos se han convertido en una pieza clave en el tratamiento de las aguas residuales, pues almacenan las primeras aguas de lluvia para regular su paso a las depuradoras.
¿Qué son los tanques de tormenta?
Existen dos motivos por los que se construyen estos tanques de tormenta. Evitar inundaciones, en lugares con episodios de gota fría, como el Levante español o, en el caso de una ciudad como Madrid, para evitar la contaminación del cauce del río ya que, cuando llueve, se produce una primera oleada de residuos arrastrados por el agua, lo que convierte ese agua en muy contaminante si no se depura antes de devolverla al río.
"Cuando se produce un episodio de lluvia muy abundante, si se sobrepasa la capacidad de las depuradoras, el excedente se tiene que verter a los ríos sin depurar. Esto puede tener graves consecuencias si el río tiene escasa capacidad autodepurativa, ya que el agua de lluvia también es contaminante", asegura Rodríguez. Estos años se ha investigado el nivel de contaminación de estas aguas, llegando a la conclusión de que “las aguas residuales de al menos la primera hora de lluvia tienen mucha más contaminación que el agua residual en tiempo seco. Esto es debido a que arrastra metales de la atmósfera, todos los aceites de los coches, los residuos que la gente deja en la calle, y también arrastra los sedimentos que se van acumulando en los colectores”.
Así pues, cuando llueve intensamente, entran en funcionamiento los tanques, donde el agua se almacena y se somete a un primer proceso de decantación, pudiendo filtrar la materia orgánica y los residuos sólidos. “Una vez que finaliza el episodio de lluvia se bombea el agua a la depuradora”, comenta Rodríguez, donde el agua se somete a un tratamiento químico de limpieza antes de ser devuelta al cauce del río. Aunque parte de ese agua es regenerada a través de un tratamiento terciario adicional y también “la reutilizamos para regar los parques, limpiar las calles o el propio alcantarillado evitando el consumo de agua potable para estas tareas”.
La mayor red de tanques de tormenta del mundo
En toda España ya hay cerca de 470 tanques de tormenta, muestra de que “estamos cambiando la forma de gestionar las aguas de lluvia, porque nos hemos dado cuenta de que son muy contaminantes en los primeros minutos”, recuerda el especialista. La Comunidad de Madrid cuenta con la mayor red de tanques de tormenta del mundo, gestionados por Canal de Isabel II. Existen 63 en toda la Comunidad, de los que 29 se concentran en el municipio de Madrid.
Los tanques de la capital tienen una capacidad para almacenar 1,48 hectómetros cúbicos, el equivalente a 440 piscinas olímpicas. Al año, estiman desde Canal de Isabel II, se recogen unos 8 hectómetros cúbicos, el equivalente a llenar 8 veces el estadio Santiago Bernabéu. “Con estos tanques evitamos que esas aguas residuales contaminantes vayan a parar al río”, reitera Rodríguez.
A partir de 2005, el Ayuntamiento de Madrid empezó a planificar y construir esta inmensa red de tanques de tormenta, entre la que se encuentran los dos mayores del mundo: el de Arroyofresno y el de Butarque. El primero, con 35.000 metros cuadrados y 22 metros de profundidad (la altura de un edificio de seis plantas), puede almacenar hasta 400.000 metros cúbicos de agua de lluvia.
La última pieza en la conservación ambiental de los ríos
Las investigaciones del equipo de Canal de Isabel II han podido confirmar la contaminación del agua de lluvia y la importancia que han tenido los tanques de tormentas en su depuración. El parámetro de la Demanda Biológica de Oxígeno (DBO), que permite evaluar la cantidad de materia orgánica que tiene el agua, indica que la contaminación de las primeras aguas de lluvia es el doble que la que registra el agua residual en tiempo seco.
De no depurar estas aguas, “estaríamos echando un agua muy contaminante a un río que prácticamente no existe, por lo que cualquier vertido afectaría muchísimo a la calidad del agua”. El especialista incide aquí en la casi nula capacidad depurativa del Manzanares, pero señala que en los últimos años “el río está recuperando su vegetación y algo de fauna, por lo que es evidente que la calidad del río está mejorando”. Centenares de especies de aves, peces y árboles han recuperado su espacio en el Manzanares, devolviendo la diversidad al río.
De este modo, los tanques de tormenta se han convertido en una “pieza fundamental de cara al saneamiento y a la preservación del medioambiente”. La gestión del agua de lluvia también ha cobrado mayor importancia en los últimos años, señala Rodríguez, como consecuencia del cambio climático. “Lo que se está viendo es que llueve con más intensidad. La distribución de la lluvia que conlleva el cambio climático nos lleva a más episodios de lluvias torrenciales, y esos tanques de tormenta sirven para laminar los efectos de esas inundaciones” y, en casos como el de Madrid, también para cuidar la biodiversidad y calidad ambiental del río.