Entre 8.000 y 12.000 ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) procedentes del océano Pacífico Norte visitan cada año entre diciembre y abril las aguas poco profundas de las islas hawaianas para reproducirse. Durante este tiempo, los machos adultos producen una elaborada exhibición acústica a través de unas canciones que se convierten en la fuente dominante del sonido ambiental acuático, sobre todo en los picos de mayor actividad entre febrero y marzo.
Sin embargo, durante dos años, el número de ballenas que se presentaban a esta cita anual disminuyó de manera tan inusual que un equipo de científicos, liderado por la Universidad de Hawái en Mānoa, EEUU, decidió empezar a registrar y examinar estos cantos para entender a qué se debía el declive.
Gracias a la monitorización acústica pasiva en seis lugares diferentes frente a la isla de Maui entre septiembre de 2014 y mayo de 2019, el equipo, que ha contado con la colaboración del Instituto de Ciencias Oceanwide y la Institución Oceanográfica Woods Hole, ha podido dar unas primeras estimaciones de lo que sucedía.
El trabajo, publicado en la revista Endangered Species Research, permitió medir cada día, mediante grabadoras acústicas ecológicas, la cantidad promedio de energía acústica. Los resultados reflejan los patrones migratorios de estos mamíferos marinos y muestran una disminución continua desde 2014 de los niveles de las canciones, sobre todo en los picos de febrero y marzo, y una reducción de la energía acústica del 50 %.
“Los niveles solo volvieron a aumentar en la temporada 2018-19, alcanzando los niveles de 2015-16 e incluso de 2014-15 en algunos sitios de registro. Además, vimos un cambio en el patrón estacional, con picos de canciones que fueron desde febrero hasta principios de marzo”, detalla Anke Kügler, asistente de investigación en el Instituto de Biología Marina de Hawai y autora principal del trabajo.
Según los investigadores, no solo las canciones fueron significativamente más bajas durante los periodos de mayor actividad reproductiva, sino que “las ballenas también parecieron salir de las islas antes que los años anteriores”, subraya Kügler. A partir de abril y mayo, las ballenas en principio migran de regreso a sus zonas de alimentación en otras latitudes.
Símbolos del estado del mar
Así, el estudio confirma que la reducción de ejemplares a partir de 2015 coincide con un evento de ola de calor oceánica provocado por las oscilaciones de El Niño en el Pacífico Norte y con un periodo cálido posterior. Las mediciones a la baja de la energía acústica durante ese mismo periodo –hasta 2018-2019– y en la misma zona lo reafirman.
Los investigadores insisten en señalar que, aunque una menor energía acústica no es sinónimo de manera automática de una reducción a la mitad del número de ballenas, su cálculo sí parece corresponder con cambios en los niveles poblaciones. Esto se corroboró con avistamientos desde la superficie de madres y crías en Maui y cuyos resultados coinciden con los niveles de las canciones.
“Con el cambio climático es necesario una monitorización continua de las ballenas para detectar posibles cambios negativos que aparezcan de manera temprana, implementar esfuerzos de mitigación y ajustar las medidas de protección dentro de las aguas de Hawái, si es necesario”, recalca la investigadora.
Estas ballenas son consideradas en la cultura de estas islas del Pacífico un animal carismático y se han convertido en una especie insignia del ecosistema de la región. Además, su observación es un recurso económico importante en el archipiélago, por lo que crear conciencia sobre sus amenazas e impactos ayudarán a su conservación.