En la calle Juan Esplandiú de Madrid (España), una cuadrilla de operarios tala las ramas de un pino piñonero que no han soportado la nieve que la borrasca Filomena descargó hace diez días en la ciudad, donde un tercio de los árboles se han visto afectados por una catástrofe sin precedentes cuya magnitud todavía no se puede vislumbrar y que ha provocado el cierre durante al menos dos meses de grandes parques como El Retiro, según cuenta Pepi Cardenete de la agencia EFE.
Según señalan en un artículo desde Ecologistas en Acción, la presencia de árboles y vegetación en general en las ciudades reporta beneficios sobre las personas que habitan la urbe. Por ejemplo: dan sombra, atenúan las temperaturas, aporta humedad ambiental, filtra el polvo y los contaminantes, secuestran CO2 a través de la fotosíntesis disminuyendo sus concentraciones en la atmósfera.
Y es que, la vegetación tiene un papel clave en la mitigación de la crisis climática al reducir el exceso de CO2 de la atmósfera que emitimos los humanos. Cuando las plantas absorben este gas para crecer, lo retiran de la atmósfera y queda secuestrado en las ramas, el tronco o las raíces. Así, mientras se plantea y ejecuta un plan de recuperación, la calidad del aire de la ciudad puede verse afectado aún más.
"Los daños ocasionados por la tormenta Filomena se muestran como una oportunidad para planificar y gestionar el arbolado urbano como parte del entramado ecológico que permita, por ejemplo en Madrid, afrontar los riesgos ambientales derivados del cambio climático. Para ello es importante incrementar y diversificar el arbolado viario, dando prioridad a las especies autóctonas, más adaptadas a las condiciones locales y que incrementan además los recursos disponibles para la avifauna", destaca en un comunicado Ignacio Fernández-Calvo, especialista de SEO/BirdLife en jardinería urbana y biodiversidad.
De vuelta a los árboles afectados de Madrid, ¿cómo ha sido posible tal destrozo? Pues bien, los árboles de hoja perenne, como el piñonero, y las coníferas en general, han sido los más damnificados tras treinta horas ininterrumpidas de nieve que dejaron a su paso imágenes de ramas caídas y troncos partidos a lo largo y ancho de la ciudad.
"Estos árboles, como cualquier árbol típico de clima mediterráneo, no tienen unas estructuras adaptadas a estos eventos que realmente son históricos y muy singulares, que pasan muy de tarde en tarde", explica a la agencia EFE el subdirector general de Conservación de Zonas Verdes y Arbolado del Ayuntamiento de Madrid, Antonio Morcillo.
Dice que no tienen constancia "de ningún acontecimiento de tipo atmosférico, climático, que haya causado una afectación tan importante en el arbolado" como el paso de Filomena. "Evidentemente esos daños son muy variados, desde árboles que se han caído, se han tronchado, y que habrá que eliminar, hasta otros muchos que con los trabajos adecuados de poda y de mantenimiento, y con la evolución de los próximos años, se podrán recuperar", comenta Morcillo.
Un tercio, dañado
En total, 749.000 árboles de los 1,8 millones que hay en conservación municipal se han visto afectados: 150.000 en el eje viario, 11.000 en El Retiro y 559.000 en la Casa de Campo, recintos que el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, calcula que seguirán cerrados "como mínimo dos meses más" por razones de seguridad.
"Los parques se han cerrado estrictamente buscando la seguridad de los ciudadanos, y se abrirán aplicando también de forma estricta criterios técnicos de seguridad. Hasta que todos los parques no sean adecuadamente revisados y evaluados, no se podrán abrir", apunta Morcillo.
Buscando también la seguridad de los ciudadanos y "recuperar la normalidad dentro de la ciudad", los trabajos se centran en los árboles ubicados en las calles de Madrid y después en las distintas zonas verdes, para así poder tener unas cifras "más rigurosas y más exactas". "Se está trabajando de forma muy intensa" aunque "hay mucho trabajo por delante", dice Morcillo mientras los operarios de la calle Juan Esplandiú continúan faenando.
Las ramas que van retirando del gran pino irán o al parque tecnológico de Valdemingómez o la planta de compostaje Migas Calientes, donde "se transforman para su recuperación en forma de compost" y darle así una "segunda vida a todos estos residuos".
Subraya que los trabajos se realizan "no solamente con los medios ordinarios", sino también con los que se han conseguido a través de un contrato de emergencia que entró en vigor el pasado día 14. El contrato contempla la contratación de 1.100 efectivos que se dedicarán durante los próximos 50 días a las labores de revisión, poda y retirada del arbolado dañado, y se suman también 495 medios mecánicos adicionales como plataformas móviles para poda, camiones para retirada de restos o biotrituradores.
Con esa maquinaria, hasta el 5 de marzo operarán 110 equipos que se desplegarán en los 21 distritos de la capital, y, a la par, en el Ayuntamiento "estamos acumulando un volumen de datos y de información que tendremos que analizar y que procesar".
Después de ese análisis, y como en cualquier crisis, "estoy seguro de que obtendremos alguna enseñanza que tendremos que aplicar en el futuro para los trabajos de gestión del arbolado de la ciudad", apostilla Morcillo.
El drama de los parques
Para Juan García Vicente, de Ecologistas en Acción, una de las lecciones es evitar los árboles de hoja perenne en los viales y propiciar en las calles el uso de las especies de hoja caduca, porque "se adecúan a la climatología", y en verano protegen del sol con sus sombras mientras que en invierno dejan pasar los rayos a través de sus ramas desnudas, y también potenciar la encina.
"No veremos ningún abeto, ningún cedro, con afectaciones apenas. Los que más se han visto afectados es el pino piñonero", agrega García Vicente sobre esa especie que abunda en la Casa de Campo, donde "da grima echar un vistazo, aquello es terrible".
Define el paso de Filomena como una "catástrofe absoluta", al tiempo que reconoce que "tampoco se podía hacer nada" para evitarlo porque el arbolado es el adecuado a la meteorología mesetaria, si bien pone el acento en el "déficit de plantilla y recursos" histórico que hay que paliar, mientras apunta que "no hay capacidad para reciclar" el volumen de ramas y árboles perdido.
Por su parte, el secretario de la Asociación Retiro Norte, Félix Sánchez, subraya que "a nivel emocional" para la gente del barrio, "que ha crecido en El Retiro, que lo visita a diario y pasa sus horas libres" en él, ver cómo está el parque supone "un drama".
"Estamos muy desanimados", apunta, y también "preocupados" por los árboles singulares del parque, como el conocido como Ciprés calvo -un ahuehuete considerado el árbol de jardín más antiguo de la ciudad- del que "sabemos que se la ha roto alguna rama", y otros tantos especímenes distinguidos de los que aún no se conoce el estado.