El lince ibérico (Lynx pardinus) es la especie de félido más amenazada del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). A comienzos del siglo XXI, la especie se encontraba en grave riesgo de extinción, pero gracias a los enormes esfuerzos de conservación de los últimos 20 años, fruto de un programa LIFE financiado por la Unión Europea, en el último censo se alcanzaron casi los 900 ejemplares en libertad.
En la actualidad, su distribución se limita a determinadas zonas del Parque Nacional de Doñana y otros pequeños reductos en el sur de la península ibérica y Portugal. Sin embargo, el futuro de esta pequeña especie de félido es incierta debido a la reducción de su hábitat y la dependencia del conejo de campo, también en recesión y amenazado por varias enfermedades infecciosas.
Si bien el conocimiento de la biología y ecología de esta especie han sido elementos clave para su recuperación, su historia evolutiva y su origen como especie era bastante desconocida. Ahora, un estudio, publicado en la revista Quaternary Science Reviews por investigadores de la Sapienza Università di Roma y el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), describe unos 415 restos fósiles de 40.000 años de antigüedad de esta especie en el yacimiento de Ingarano (cerca de Foggia, en el sureste de Italia).
El trabajo incluye, además de mandíbulas y dientes, varios cráneos extraordinariamente bien conservados que han permitido asignar los restos de forma indudable a la especie ibérica, gracias a los detalles observados en las imágenes obtenidas por tomografía computarizada.
Cráneo fósil de Lynx pardinus (derecha) y modelo 3D del cráneo y la mandíbula (izquierda) obtenido mediante tomografía computarizada. / Dawid A. Iurino / Sapizenza Università di Roma.
La localización de restos de lince de una antigüedad de 1,6 millones de años en un yacimiento de Gavà (Barcelona) en 2015 permitió constatar que el origen de esta especie se remonta a tiempos lejanos. “Hasta hace relativamente poco se creía que esta especie había aparecido hace apenas unos 40.000 o 50.000 años”, explica Joan Madurell, paleontólogo del ICP, coautor del estudio que estudia la historia evolutiva del lince ibérico desde el año 2010.
“Creemos que hace aproximadamente 1,8 millones de años, coincidiendo con un periodo de glaciación, el lince quedó aislado en la península ibérica”, comenta Madurell. Aquí se habría tenido que adaptar a cazar presas de menor tamaño, como los conejos, y este hecho explicaría que su tamaño corporal disminuyese en comparación con el lince boreal que habitaba en el resto del continente.
Hace unos 600.000 años pudo salir de la Península y colonizar el sur de Francia, donde también se han encontrado fósiles a lo largo de las últimas décadas, y llegar hasta Italia, donde sobrevivió hasta hace unos 40.000 años.
“No sabemos cuáles fueron las causas precisas de su extinción en el resto de Europa, pero no están relacionadas con la actividad humana”, indica Madurell. Los análisis de ADN fósil de esta especie revelan que hace entre 40.000 y 50.000 años su diversidad genética ya era bastante baja, lo que podría haber limitado su capacidad de adaptación a nuevos ambientes.
A diferencia del lince ibérico (Lynx pardinus), el lince boreal (Lynx lynx) es una especie ampliamente distribuida en la actualidad por los bosques europeos y siberianos. Hasta mediados del siglo pasado todavía vivían algunos individuos en los Pirineos que acabaron desapareciendo debido a la caza. Es un poco mayor; pesa entre 17 y 20 kilos, mientras que el ibérico oscila entre los 13 y los 17 kilos. Los ejemplares de Ingarano, sin embargo, habrían sido bastante más grandes que los que actualmente sobreviven en la Península.