Algunos de los productos más consumidos en el mundo están en riesgo. Son conclusiones del último estudio del Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo (SEI, por sus siglas en inglés) sobre cambio climático, comercio y seguridad alimentaria.
El documento estima que, para finales de este siglo, los rendimientos globales se reducirán el 58% en el caso de la caña de azúcar, el 45% en el café Arábica (el 23% en la variedad robusta) y el 27% en el maíz. Asimismo, la producción de arroz caerá el 8% y la de soja disminuirá el 7%, mientras que, de los seis productos básicos analizados, solo la de trigo aumentará el 14%.
"Los impactos del cambio climático, particularmente en los alimentos básicos, se expanden por todo el mundo y afectan a muchos países a miles de kilómetros de distancia debido al comercio", precisa a Efeagro uno de los autores del informe, Magnus Benzie.
Como consecuencia, cabe esperar problemas de seguridad alimentaria, puesto que los cereales se consumen en muchos países, no solo en aquellos menos desarrollados e importadores, sino también en los hogares de bajos ingresos en el resto del mundo.
Benzie destaca que los cambios en la disponibilidad de esos alimentos elevarán el precio que los consumidores pagan en general por la canasta básica.
La subida repercutirá igualmente en los productos de la industria alimentaria que contienen azúcar y soja, como los piensos, y en otros cultivos de "lujo" como el café, ya que empeorarán las condiciones de los pequeños agricultores que lo producen en el mundo y los consumidores pagarán más cara cada taza que tomen en los países desarrollados.
"Nuestros resultados sugieren que, con la falta de disponibilidad, habrá más volatilidad en los precios de los alimentos básicos y más inestabilidad política", al igual que ha ocurrido con otras crisis en el pasado, comenta el experto.
Riesgos en cadena
El informe del SEI señala que los riesgos climáticos para la seguridad alimentaria global se transmitirán de forma desproporcionada desde un pequeño número de países: Brasil, China y Estados Unidos (EE.UU.) por sus exportaciones de maíz; Tailandia y EEUU por las de arroz; y de nuevo este país por el trigo.
De hecho, se estima que el cambio climático puede llevar a una reducción a la mitad de la producción estadounidense de maíz, lo que impactará en países altamente dependientes como Jamaica, que importa casi un 90% de ese alimento del país norteamericano.
Los riesgos climáticos en el mercado del arroz aparecen concentrados en el Sudeste Asiático y América Latina, donde constituye un importante componente de la cocina local. Sin embargo, lo que para algunos países puede convertirse en un problema de producción, para otros el cambio climático puede suponer una oportunidad de aumentar sus rendimientos.
Así, mientras se espera que en África oriental experimenten caídas significativas de la producción de trigo, potencialmente podrán beneficiarse de ese comercio en calidad de productores Francia, Alemania y Ucrania en Europa, Uzbekistán en Asia Central y Argentina en Sudamérica.
Con los mercados del maíz y del arroz altamente expuestos al cambio climático, la producción de trigo puede parecer más estable, pero requerirá una redistribución que tendrá un "coste significativo y consecuencias negativas para los productores actuales", de acuerdo con el informe.
Una adaptación global
Según Benzie, hasta ahora la estrategia de los países por adaptarse al cambio climático se ha centrado en planes nacionales con los que abordar lo que ocurre dentro de sus fronteras, si bien estos deben también mirar al exterior y a sus relaciones comerciales.
"Necesitamos más ambición en las negociaciones de laCumbre del Clima de Glasgow, que comenzará a finales de octubre, y mayor nivel de cooperación para lograr un objetivo global de adaptación, con la participación de los países ricos y medianos", asegura.
El especialista duda de que diversificar las cadenas de suministro ampliando los socios comerciales pueda resolver el problema, porque en un contexto de menores producciones a causa del cambio climático, los países terminarán compitiendo por los mismos proveedores.
En cambio, aboga más por abrir nuevas vías de financiación de las acciones de adaptación al clima, incrementar la cooperación global para aumentar la estabilidad de los mercados de productos básicos y evitar las tendencias proteccionistas.