La lava emitida por el volcán de Cumbre Vieja en la Palma ha arrasado ya más de 860 hectáreas y los expertos discrepan entre dejar actuar a la Naturaleza y declarar las coladas como zonas protegidas o intervenir para acelerar un proceso de recuperación ambiental que, por sí solo, llevará milenios.
En lo que no hay duda, es en que los terrenos de cultivo serán recuperables a corto plazo, siempre que se habiliten medios y fondos. Para José María Fernández-Palacios, catedrático de Ecología de la Universidad de La Laguna (Tenerife), dado que una colada o masa de lava es un fenómeno "absolutamente natural" no debe ser objeto de restauración y las surgidas de la erupción de La Palma deberían ser declaradas espacios naturales protegidos por su valor intrínseco.
"Es un experimento de la Naturaleza ver cómo la destrucción va a dar paso a la creación de ecosistemas", según este experto, que ha subrayado que otra cosa es lo que haya que hacer con las casas y cultivos que se han perdido.
Las Canarias existen por los volcanes
"Los canarios estamos hechos a convivir con la lava…, destruye pero también crea oportunidades para nuevos ecosistemas: el proceso continuado de erupciones crea especies exclusivas de Canarias, es parte de nuestra naturaleza y así hay que entenderlo", ha añadido.
Las Canarias existen gracias a los volcanes y las coladas y "debemos aprender cómo se recolonizan espontáneamente: desde que se enfrían, empiezan a ser pobladas por seres vivos que, con el paso de bastante tiempo, dan lugar a un ecosistema maduro", según Fernández-Palacios, quien ha insistido en que la restauración ecológica sólo tiene sentido cuando las perturbaciones son de origen cultural o antrópico.
El pinar, que domina en la parte alta del volcán, "se basta y se sobra para recuperarse solo; el de La Palma es el mejor de Canarias y no ha sido creado por repoblaciones o plantaciones: es prácticamente el original y eso se recuperará solo", ha explicado.
En el resto de la colada, con el paso de mucho tiempo -milenios- y, si no es perturbada, se desarrollarán de nuevo los ecosistemas afectados: matorral costero y bosque termófilo.
En cuanto a la fajana o terreno ganado al mar por la lava, se cubrirá con suelo productivo traído del monte, práctica ancestral conocida como la sorriba, y llegado el momento allí estarán los mejores cultivos.
Las mejores plataneras de las Canarias están en la plataforma de más de10 kilómetros cuadrados surgida de la erupción del San Juan en 1949, ha añadido el científico, quien considera que, además, sería "muy complicado" volver a cultivar o construir en la colada, dada la altura del frente, por lo que "en ella no se debe actuar sino proteger", ha reiterado.
En su opinión, si llegaran fondos para restauración ambiental, éstos deberían destinarse a recuperar los bosques termófilos, que están muy deteriorados por cuestiones ajenas a la erupción.
Necesidad de un diagnóstico concreto
Para que la vegetación viva tiene que haber suelo, pues "en piedra no se puede instalar" y tras la erupción lo que más se ha trastornado es el suelo que ha quedado bajo la lava y luego están las zonas en las que han caído cenizas y bombas volcánicas, ha señalado Rafael Serrada, exvicepresidente de la Sociedad Española de Ciencias Forestales.
Por eso, habrá que hacer un diagnóstico, fijar rodales -unidad forestal básica- y planificar dónde y cómo actuar antes de hacerlo, con el fin hacer "un traje a medida para cada rodal".
En muchos lugares, como las zonas perimetrales, no habrá que hacer nada, pues los daños por recubrimiento o calentamiento serán menores y sólo habrá que esperar una regeneración natural.
En el caso de la colada, cuando se enfríe, la vegetación iniciará un proceso de sucesión que será "enormemente lento" y habrá que decidir "qué hacer para acompañarlo y acelerarlo" en función de la experiencia acumulada y de los datos científicos disponibles.
"Esperar a que de haga de forma natural y espontánea sería un proceso de siglos. Hoy en día contamos con conocimiento suficiente para llevar semillas, plantas y ayudar al suelo para acelerar ese proceso de sucesión y recuperar las funciones que se han perdido", según Serrada.
"A mí no me valen las recomendaciones genéricas, igual que cuando hay un gran incendio: no vale decir que hay que repoblar todo ni decir que no hay que tocar nada, sino rodalizar y, en cada unidad, sabiendo de dónde viene, cómo va a evolucionar y para qué lo queremos, actuar donde sea necesario y conveniente", ha resumido.
En su opinión, lo contrario sería "expulsar al humano de los ecosistemas terrestres" y en las islas Canarias "hay mucha experiencia" de cómo trabajar en coladas relativamente recientes.
¿Cultivos recuperables a corto plazo?
El presidente del Colegio de Geólogos, Manuel Regueiro, ha abogado por estudiar lo que ha pasado en erupciones anteriores, aprender de ello y entender que habrá zonas en las que no volverá a haber nada, al menos a corto y medio plazo.
En cuanto a los cultivos, ha subrayado que los mejores de Canarias están en terrenos ganados al suelo volcánico, concretamente en las fajanas, porque son llanas, mientras que el resto de áreas serán difíciles de reutilizar por su elevada pendiente. Las áreas de cultivo son regenerables en el corto plazo, diez o doce años, "si se pone dinero" y si las autoridades medioambientales permiten llevar allí terrenos sacados de otros sitios, ha apuntado Regueiro.
"La regeneración de todo ese terreno para uso agrícola se puede hacer, ya se ha hecho históricamente. No hay que abandonar la isla, sólo hay que ver cómo hacerlo y habilitar los medios. Lo que pasó en el pasado volverá a pasar en el futuro, sólo hay que ver cómo se ha hecho antes", ha insistido.
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