Hasta el año 1970 en España estaba permitido por ley la caza de algunos animales precisamente porque suponían una amenaza para esta práctica. Esto provocó que en determinadas especies se redujera tanto el número de ejemplares que llegaron al borde de su extinción, como fue el caso del quebrantahuesos. A principios de la década de los 80 sólo quedaban dos poblaciones de esta rapaz en nuestro país: entre 20 y 30 parejas en los Pirineos, y un par de parejas en la Sierra de Cazorla (Jaén) que desaparecieron en 1986.
A pesar de la situación crítica, el caso del quebrantahuesos se ha tornado similar al del lince ibérico. Según el estudio del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), perteneciente al CSIC, se pasó de unos 30 individuos en todo el territorio español a un total de 1.026 individuos en 2018. Esta cifra, sin embargo, no deja de ser una estimación, debido sobre todo a los ejemplares flotantes, aquellos de los que es muy complicado conocer su número real porque llegan a recorrer 10.000 kilómetros cuadrados.
La investigación del IREC ofrece una doble lectura acerca de la población del quebrantahuesos. Por un lado, con los proyectos de reintroducción que se iniciaron durante la década del 2000 se ha conseguido que esta ave que se alimenta de huesos y tendones se distribuya más allá del Pirineo. Así, un total de 53 ejemplares se han liberado en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, junto a otros 28 en los Picos de Europa y 13 en la Cordillera Cantábrica.
Sin embargo, el estudio también revela que esta especie tiene cada vez menos éxito reproductor. "El quebrantahuesos no tiene un número suficiente de ejemplares reproductores", asegura el vicepresidente de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ) Juan Antonio Gil. "Se necesitan unos 1.000 ejemplares distribuidos por toda la península y aún no estamos en esta situación", apunta el naturalista a este periódico.
Muertes por envenenamiento
Hay que tener en cuenta que el quebrantahuesos crece de una forma muy lenta puesto que la edad media de su primera reproducción se estima en 10,3 años. "Aun así, es una especie muy longeva, que puede llegar a superar los 40 años de vida", indica Gil.
Lo primero que sucedió para que la especie dejara atrás los "mínimos históricos" de la década de los 80 es, a juicio del vicepresidente de la FCQ, que no se podía cazar. Además, en aquella época la utilización del veneno era otra de las principales amenazas para la fauna pirenaica. "Este producto no es selectivo. Puede acabar con un quebrantahuesos, un águila real o un lobo. La desaparición de este último, de hecho, a principios del siglo XX en los Pirineos está muy relacionado con la utilización del veneno".
En la actualidad algunos insecticidas muy tóxicos, como el carbofurano, están prohibidos en España. Aunque esto no ha impedido que se produzcan casos de envenenamiento. En 2018 un macho adulto de quebrantahuesos, de seis años de edad, fue localizado muerto en Huéscar (Granada) como consecuencia de la ingesta de un cebo envenenado. Otros dos quebrantahuesos también fallecieron aquel año por el mismo motivo en los Picos de Europa.
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El macizo montañoso de la Cordillera Cantábrica es un claro ejemplo de cuánto han funcionado los proyectos de reintroducción en nuestro país. En 2021 desde la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos celebraron que naciera el primer polluelo de quebrantahuesos desde su desaparición del Parque Nacional de los Picos de Europa en 1956.
Otro proyecto de éxito ha sido, según señala Gil, el que ha tenido lugar en Andalucía. Desde que iniciara su andadura en 2006, a las cinco parejas de esta especie que han realizado puestas en libertad hay que unir los diez pollos nacidos en el Centro de Cría de Guadalentín (Cazorla) durante los meses transcurridos de 2021, que es el mayor número de la historia en un centro de cría en Europa. En este sentido, el quebrantahuesos está considerado una de las aves más amenazadas del continente.
Por qué se ha duplicado
Ahora bien, para que los proyectos de reintroducción se pudieran llevar a cabo antes era necesario aumentar la supervivencia del quebrantahuesos en los Pirineos. "Una de las acciones más importantes fue la puesta en marcha de puntos de alimentación suplementaria (PAS) para que la especie tuviera comida predecible, limpia y abundante; sobre todo, durante la época invernal", expone Gil. Éste es uno de los motivos por los que se ha duplicado la población en Aragón: "Hemos pasado de 39 parejas en 1994 a 92 en el último registro".
Sin embargo, la alimentación también se ha convertido en una nueva amenaza para el quebrantahuesos; en especial, la ganadería extensiva, que se encuentra en peligro, según los expertos. "En nuestra región, las ovejas han descendido en un millón de ejemplares. Si una de las principales fuentes de alimentación está en franco declive, el quebrantahuesos no tiene nada que ingerir si no se mantienen los PAS".
El quebrantahuesos no sólo crece de una forma muy lenta por su reproducción tardía, también influye que es una especie filopátrica; es decir, tiende a volver a reproducirse en una zona próxima a su área de nacimiento. "Normalmente se suele criar en un radio de unos 50 kilómetros donde nació", aclara Gil.
En condiciones normales, esta limitación no supondría un problema, pero no hay que olvidar que es una especie en extinción. "Por eso se establecen los planes de reintroducción. Para que un quebrantahuesos llegara de los Pirineos a la Sierra de Cazorla tendrían que pasar muchos años. En la naturaleza los tiempos no funcionan como en la vida frenética que llevamos ahora", comenta con cierta sorna el vicepresidente de la FCQ.
Las nuevas amenazas
Esta distribución de la población que reclaman los científicos guarda una estrecha relación con otro de los riesgos que corre el quebrantahuesos en la actualidad, provocado por la transmisión de enfermedades virales como la malaria aviar. También están apareciendo nuevos casos del virus de la fiebre del Nilo Occidental que aunque no producen síntomas fuertes en esta especie, sí que la debilitan y pueden provocar la muerte de otras infecciones como la aspergilosis, tal y como muestra este estudio en el que participa la propia FCQ.
Gil reconoce que los riesgos por los que desapareció el quegrantahuesos -el veneno y la persecución directa- se han remitido con el tiempo, pero advierte de que existen "nuevas amenazas para la especie". Una de ellas la han vivido en primera persona. Con el proyecto LIFE 'Corredores ibéricos por el quebrantahuesos' trataron de reintroducir una población en El Maestrazgo (Teruel). Sin embargo, la iniciativa se paralizó porque se iban a instalar 367 aerogeneradores en torno al punto de liberación que imposibilita alcanzar el objetivo de recuperar la especie.
Este naturalista también lamenta que siga habiendo animales electrocutados. Precisamente, uno de los dos quebrantahuesos reintroducidos en El Maestrazgo antes de que se detuviera el proyecto murió al posarse en un poste eléctrico de media tensión. "Las compañías eléctricas deberían asumir su responsabilidad", denuncia Gil.