Dos ejemplares de lince ibérico, especie catalogada como en peligro de extinción en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, han muerto atropellados el pasado domingo junto a la carretera N-323-A, en el término municipal de Pegalajar (Jaén). Según ha informado en un comunicado Ecologistas en Acción, los ejemplares eran una madre y su cría, y "la pérdida de estos dos ejemplares supone un grave revés en la conservación de la especie".
La población de lince ibérico existente en esta zona de Sierra Mágina ha estado formada hasta el momento por dos hembras reproductoras que se ha formado de manera espontánea a partir de ejemplares dispersantes desde la población de Sierra Morena. Por tanto, la organización ecologista considera que la población lincera de Pegalajar "es estratégica para la conservación de la especie", ya que estos ejemplares son clave para conectar los núcleos que existen al norte de la provincia de Jaén y la zona de reintroducción del norte de Granada.
"Quizás un atropello sea inevitable, pero lo que no se puede consentir que no se adopten medidas para reducir la siniestralidad y evitar más pérdidas de linces", ha señalado Ecologistas en Acción en Jaén. En los últimos 20 años la población ha pasado de unos 100 a 1.668 ejemplares (1.105 adultos y 563 cachorros), según el censo de lince ibérico de 2022 que ha elabora el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Los ecologistas urgen a las administraciones competentes en carreteras a la señalización vertical de advertencia por paso de lince ibérico y la colocación de reflectores en balizas laterales a lo largo de la carretera en el tramo afectado. "Son medidas sencillas, económicas y que, al menos en el caso de los reflectores, se han demostrado efectivos en otras ocasiones", apunta Ecologistas en Acción.
Según explicaba a EL ESPAÑOL José Antonio Godoy, de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), se estima que la viabilidad genética del lince ibérico se alcanzaría con al menos 1.100 hembras reproductivas. O lo que es lo mismo, triplicar el último censo, en el que se registraron un total de 326. "El objetivo final es que la población sea viable a largo plazo, y todavía no nos encontramos bajo esta situación".
El punto de inflexión se produjo en 2003, cuando apenas quedaban 150 ejemplares vivos en España. Aquel año un comité internacional se reunió en Doñana para evaluar los planes con los que salvar a esta especie. El lugar del encuentro no era casual. Se trataba del único espacio, junto con el Parque Nacional de Andújar, en el que había poblaciones de lince ibérico con capacidad para reproducirse.
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El resultado de aquella comisión fue —cuanto menos— contundente: calificaron la situación de la especie de dramática y catalogaron a esta especie como el felino más amenazado del mundo. "Si no hubiera existido la intervención humana, ahora hablaríamos del lince ibérico como una especie en extinción", sentencia Godoy en referencia a los primeros años de este siglo.