Hay veces en las que uno está ante un hecho insólito y no es consciente de ello. Otras, en cambio, si no se sabe, al menos se intuye. Esto último fue lo que les ocurrió a los presentes en la subasta del campanu, como se conoce al primer salmón de la temporada que se pesca en los ríos asturianos y cántabros. Había quien calculaba que se subastaría por 15.000 euros porque era un ejemplar "muy guapo". La puja final fue de 19.300 euros, una cifra récord para esta tradición que se remonta a tiempos inmemoriales.
El presidente de la Asociación de Pescadores Mestas del Narcea, Enrique Berrocal, es uno de los sorprendidos por la subasta que presenció el pasado 14 de abril: "Hubo tres que pujaron por más de 18.000 euros, con lo cual estaban muy interesados en hacerse con él. Pero ni de broma lo hubiera esperado". Para que el lector se haga una idea, por el campanu del 2023 se pagó la cifra 'irrisoria' de 9.200 euros.
El récord anterior databa de 2007, cuando se ofrecieron 18.000 euros por la pieza de aquella temporada. En esta ocasión, el encargado de inaugurar la temporada de pesca del salmón en el río ha sido el pescador Gonzalo Díaz Soto: "Sacar el campanu es el sueño de cualquier pescador de salmón", asegura a EL ESPAÑOL. Destinará los casi 20.000 euros a "cubrir algunos gastos que siempre se tienen" y darse un capricho con la familia para disfrutarlo juntos.
Esta primera captura no se hizo de rogar. Si a las 7.15 horas del domingo ya había pescadores en los ríos asturianos, apenas una hora más tarde un ejemplar de 8,2 kilos ya había picado el cebo natural que lanzó Díaz Soto. A pesar de la rapidez, no fue fácil hacerse con el campanu porque el agua estaba fría, el río tenía buen caudal y los salmones se defienden bastante mejor: "Todos los salmones dan guerra, pero por este tiempo suelen dar más".
Este minero prejubilado era, en realidad, "pescador de trucha de toda la vida". Su primer salmón no lo pescó hasta los 34 años. "Salí con un amigo que pescaba salmones y tuve la suerte de cogerlo aquel día. A partir de ahí, ya es como la droga, se te queda en la sangre y estás pensando en ello durante toda la temporada".
Buscando la última captura
Su alegría se contrapone con la tristeza de alguno de sus paisanos. "Es una pena que todavía se premie sacrificar salmones", lamenta Román Herrero, presidente de la Asociación de Pescadores Fuentes del Narcea. "Es muy goloso que se pesque un salmón y que te paguen una cantidad de dinero tan importante. Esto lleva consigo que se estén sacrificando más salmones de lo razonable. Es más, no se debería matar ningún salmón más".
Para Herrero el problema no es de los pescadores, sino de los políticos y su dejadez para tomar "una drástica decisión" con la que evitar la desaparición de la especie: "Prefieren que se acabe el salmón antes de que se forme un grupo de personas en la calle a tocar la pandereta. Aquí, en vez de ir encaminados a fomentar la conservación, nos dirigimos a ver quién es el que pesca el último salmón del río".
Sus palabras se apoyan en el número de capturas de salmón que se han dado en Asturias desde 1949, año en el que se aprueba el precinto obligatorio para los salmones pescados. Así, si en el año 1980 se llegaron a pescar un total de 6.542, en 2023 cayeron hasta las 387 capturas.
Se trata de la segunda peor cifra desde que se tiene registro; sólo superada por 2010, cuando se capturaron 250 ejemplares. Antaño, la abundancia era tal que los trabajadores que hacían las vías de tren junto al río Narcea-Nalón se quejaban de que comían siempre salmón.
Otra buena muestra de la crítica situación del salmón en Asturias se encuentra en los cupos de captura: la normativa actual permite únicamente un máximo de dos salmones por pescador y temporada, en el caso de la captura con muerte.
Para la temporada de pesca de 2024, el Principado no permitirá que se pesquen más de 620 salmones entre todos los ríos asturianos. Aunque los propios pescadores reconocen que a día de hoy resultaría prácticamente imposible superar este número puesto que los cupos ya nunca se alcanzan.
"Desde el primer domingo de abril sólo han salido dos salmones. No es que todo el mundo pesque, pero la presión es brutal", explica Herrero. "El salmón no tiene opción: a los 20 metros tiene un anzuelo, y a los 20 metros siguientes, otro. Es muy difícil que permanezca en el río hasta que acabe la temporada de pesca a mediados de agosto".
Se vende bajo cuerda
Para los pescadores, el campanu no sólo es especial porque supone capturar el primer salmón de la temporada, sino también porque es la única oportunidad que tienen de sacarle rendimiento económico —al menos, legalmente— a esta pesca. Y es que desde 2002 la legislación prohíbe la comercialización de esta especie.
Ahora bien, como suele decirse, hecha la ley, hecha la trampa. "Es vox populi que se siguen vendiendo bajo cuerda porque no es una práctica ilegal. Yo puedo regalar un salmón y que alguien me regale 400 euros", reconoce uno de ellos. En este 'mercado negro', los salmones no se venden al precio de la subasta del campanu: "¡Ni mucho menos! Se está pagando a unos 60 euros el kilo".
Uno de los motivos aducidos para impedir la comercialización fue el temor al furtivismo. Aunque, 22 años más tarde, no se ha conseguido acabar con él. "Se pescan mucho más salmones de los que se precintan. Y sabemos que todavía hay restaurantes donde se venden salmones cuando está prohibido", denuncia Fructuoso Pontigo, miembro de la Coordinadora Ecologista de Asturias.
Que haya bares que no puedan garantizar la procedencia conlleva un riesgo para los consumidores. "Y también para la naturaleza porque estás extrayendo recursos salvajes sin saber cómo está afectando a la presión", apunta Pontigo. "Si hay gente que vende salmones salvajes es que prodecen de manera ilegal. Hay una connivencia de algunos establecimientos hosteleros con unos pescadores furtivos que permiten esta situación".
Los hosteleros, por su parte, consideran que para evitar el furtivismo se debería volver a permitir la venta legal de salmón. En declaraciones a los medios locales, lamentan que en sus restaurantes puedan vender salmones de Noruega y no del Sella (una de las cinco cuencas asturianas en las que aún se permite la pesca del salmón con muerte).
Tradición y locura
Teniendo en cuenta que dejó de ser una forma de vida en Asturias (donde hay años en los que se ha capturado cerca del 86% de todos los ejemplares que se echan a tierra en España), ¿por qué se siguen capturando entonces? Una de las razones que esgrime Herrero es que "se pesca por el ego".
Parece que si no pescas un salmón, no eres 'nadie'. Desconoce también a qué se debe tanto valor, ya que "no hay que ser un artista para pescar un salmón, lo hace cualquiera". Díaz Soto coincide con él: "Es importante saber algo de pesca, pero el 90% de la pesca de salmón es suerte".
Para tratar de comprenderlo mejor, el portavoz de la asociación Asturias Salmón Vivo, Eugenio Saavedra, relata la siguiente anécdota: "En la última subasta del campanu me acompañó un profesor estadounidense que está estudiando la especie, le dije que iba a asistir a una subasta suculenta".
"Cuando concluyó, nos preguntó cómo lo interpretaba: ¿Como algo tradicional o como una locura? Dos de los cinco comensales respondimos a la vez: de ambas formas", cuenta Saavedra, quien cree que la subasta del campanu, una de las más antiguas del Atlántico Norte, está en riesgo dramático de desaparecer.
Para Díaz Soto, la pesca del salmón es un hobby, una manera de "quitar el tiempo libre que tengo". Este pescador no cree que uno de los motivos por los que ha caído el número de capturas sea por la propia pesca: "Que puedan salir entre 300 o 400 salmones en una temporada en Asturias no influye mucho". Entiende que hay menos ejemplares porque "es una especie migratoria y cada vez tiene más difícil los retornos a los ríos".
Dinero, la única motivación
La postura más complicada en este debate la protagoniza Enrique Berrocal. Como presidente de la Asociación de Pescadores Mestas del Narcea, representa a una sociedad que tiene casi 1.000 socios: "Entre ellos, unos los matan y otros, no". Berrocal pertenece al segundo grupo desde hace una década.
"Hasta 2014, mataba todo lo que se me ponía al alcance. Y lo vendía todo, legal o ilegalmente". A partir de entonces, no los mata porque les da mucha pena. "La única motivación que yo tendría es el dinero; en concreto, los 19.300 euros. Es una pasta. Por esa cifra, a ver quién es el guapo que no mata a un salmón".
En 2015, puso en marcha el proyecto ARCA para que los pescadores donen a las Mestas de Narcea el salmón que capturen, y no lo sacrifiquen. "De esta forma, los mantenemos con vida hasta diciembre, que es cuando realizamos la repoblación".
Desde la Coordinadora Ecologista piden que se suspenda de forma inmediata las repoblaciones porque no están avaladas por estudios científicos y suponen un problema al reducir la varibailidad genética de las especias repobladas.
Para Berrocal la subasta del campanu es una buena forma de dar a conocer esta especie: "Ahora mismo estamos hablando del salmón porque se vendió uno por 19.300 euros", incide. "Si no se supiera si los salmones se sacan del río o no, se podría seguir furtiveando, como pasa en verano, y nadie se enteraría", prosigue.
"Me atravería a decir que si se vedara la pesca ahora mismo, sería lo peor que le pasaría al salmón". Piensa que la pesca sí que se puede mantener. Pero cree que es necesario convencer a los pescadores de que es mejor no matarlos: "Hay mucha gente que lleva toda su vida en el río y ya no los vas a convencer. Con algunos directamente es que no puedes ni hablar".
Para Berrocal, si la administración lo permite es porque entiende que se pueden extraer esos salmones: "Mientras la normativa lo permita, la decisión está en manos de los pescadores".
Hay posturas más críticas al respecto. "El Principado tomó una serie de medidas, pero las retiró para no confrontar con los propios pescadores. Tenemos un gobierno que es un 'cagón' y que no se toma en serio este problema", reprocha Pontigo. A ello se le suma la falta de recursos: "Hay muy pocas guarderías forestales y cuando no tienen coches, no tienen dinero para combustible. Es un desastre".
Prohibirla durante cinco años
La caída de ejemplares de salmón no se limita a Asturias. De hecho, la última actualización de La Lista Roja de Especies Amenazadas, que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ha incluido al salmón común o del Atlántico en la categoría de especie "casi amenazada" porque su población global disminuyó un 23% entre 2006 y 2020.
Para tratar de recuperar la especie, algunas regiones en España ya han optado por prohibir la pesca de salmón puesto que la situación es aún peor. Es el caso del Gobierno de Navarra, que aprobó la veda de pesca del salmón en 2023 y 2024, pues los salmones que se echan a tierra en esta comunidad apenas superaban la veintena.
Quienes apoyan esta medida entienden que lo razonable sería prorrogar la veda durante al menos cinco años, que es el tiempo que dura el ciclo de un salmón. "Esperas durante este tiempo para ver la evolución del salmón en los ríos", señala Herrero. "Pero mientras no haya un gobierno regional que le dé prioridad a recuperar la especie, el salmón se acaba", concluye.