El geógrafo y climatólogo Samuel Biener es la persona responsable de muchas de las notificaciones de nuestros smartphones en estos días en los que escrutamos con ansiedad los cielos en busca de la más mínima gota de agua. Investigador del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante y experto de Meteored, su trabajo se centra en estos días en pronosticar y monitorizar el histórico episodio de altas temperaturas con el que cerraremos el mes de abril, preludio de un final de primavera y comienzo de verano con pocas esperanzas de revertir la sequía.
¿Qué circunstancias meteorológicas van a provocar este episodio de temperaturas propias de verano la próxima semana, la última de abril?
La situación responde a lo que estamos viendo en los últimos años: se han producido cambios en la circulación atmosférica. La corriente en chorro, el elemento que domina y marca el tiempo en nuestras latitudes, transcurre de forma más meandrizada, ondulante, lo que provoca intrusiones tanto de aire cálido como frío más potentes, persistentes y extremas. Los episodios de calor a destiempo y calima se han vuelto más frecuentes en España desde que comenzó el siglo, se han batido una vez tras otra récords de estaciones cuyas series comenzaron hace 100 años.
¿Se puede afirmar que estos episodios de temperaturas extremas están relacionados con el cambio climático?
Es muy complicado atribuir un episodio concreto al cambio climático. Pero sí podemos afirmar que serían mucho más infrecuentes y esporádicos sin el proceso actual. Antes se concentraban en las épocas estivales, ahora tenemos episodios de calor intenso tanto en abril como en mayo, y también a finales de septiembre y octubre. Lo que va a ocurrir esta semana es una muestra de que el verano se está alargando en España. Con datos desde los años 70 en la mano, ya podríamos decir que en algunas zonas hemos tenido un verano de seis meses, y que la estaciones de transición como la primavera y el otoño están desapareciendo.
¿Se batirán récords históricos con este episodio? Algunas previsiones hablan de hasta 40ºC para un mes de abril
La semana que viene vamos a tener una situación extraordinaria: una zona extensa de bajas presiones al noroeste de las Islas Azores va a provocar un arrastre de aire muy cálido y muy potente procedente del norte de África hacia la Península y Canarias. Hablamos de temperaturas 12 o 14 grados por encima de lo normal para esta fecha, muy altas, prácticamente caniculares. En puntos de Córdoba o Sevilla se pueden alcanzar los 37 e incluso 38 grados, y parece probable que en el centro y sur se superen o rocen los 35 ºC.
Cuando hablamos de temperaturas caniculares, ¿nos estamos refiriendo a las propias de lo más duro del verano?
Eso es. En ciudades como Córdoba o Sevilla las temperaturas máximas previstas van a ser las habituales de los momentos más cálidos del año. Hay gente que dice que "35 o 36 ºC no son para tanto", pero hay que ver el contexto: hablamos todavía del mes de abril, no de julio o agosto. No es solo que haga mucho calor, sino que dura mucho más tiempo. Es muy perjudicial para los cultivos y le pone la puntilla a la sequía.
¿Está España transformándose en un clima desértico, con pocos cambios estacionales y mayor aridez?
Lo que estamos viendo es que efectivamente se está extendiendo por España el ámbito subtropical. Aparte del ascenso de las temperaturas, ha cambiado la forma de llover. En algunas zonas se ha producido una bajada importante, pero en otras como el Mediterráneo incluso están aumentando. Lo que pasa es que estas precipitaciones son más irregulares, más espaciadas y más intensas. Y eso provoca un importante estrés hídrico a la vegetación y un problema de erosión. La desertificación está avanzando muy rápidamente en España, es el aspecto más palpable y preocupante.
¿Nos estamos adaptando adecuadamente a esta nueva realidad del agua en España?
Se van a tener que tomar medidas muy impopulares que ahora se están alargando en el tiempo. Por ejemplo, habrá temporadas en las que el trasvase del Tajo podría no ser viable, porque en su cabecera se detecta una disminución de las más importantes en precipitación en la Península Ibérica. Si añadimos que en zonas del sureste algunos regadíos están sin control, podemos decir que no se ha hecho muy buena gestión y aprovechamiento de los recursos territoriales. Para los próximos años habrá que apostar por métodos alternativos como la desalación, la depuración y la reutilización de las aguas. El travase del Ebro también será inviable, no hay que más que ver cómo está el Pirineo este año sin nieve.
El reproche que recibe la desalación tiene que ver con su impacto ecológico en las costas: cambiar el daño ambiental de la sequía por otro.
Cada alternativa va a tener sus puntos positivos y negativos. Habrá que ponerlos en la balanza. La desalación altera el medio local en el que se sitúa el punto de extracción, pero si los travases no van a ser viables durante meses o años, habrá que pensar en reforzar otros métodos aunque sea impopulares, como subir el precio del agua procedente de desaladoras. Pero es que si no hacemos nada, nos va a pillar el toro.
¿Qué medidas impopulares podemos esperar a corto plazo, ante la perspectiva de sequía hidrológica y meteorológica para los próximos meses?
Bueno, en algunas zonas de Cataluña con sequía desde hace años ya se está prohibiendo llenar las piscinas o regar los jardines. El año pasado hubo restricciones, y probablemente se repetirán este verano. Si pensábamos que 2022 iba a ser muy difícil de repetir, 2023 ya lo deja atrás. Si se cumplen las proyecciones, habrá problemas en muchas zonas de España, con cortes horarios de agua o suministros por camiones cisterna. Vamos hacia un contexto bastante negativo, con verano más largos de calor extremos y precipitaciones más irregulares y escasas en algunas zonas de España.
¿Es correcto plantear que harían falta más embalses para aumentar las reservas de agua aprovechando las lluvias más torrenciales?
Habría que empezar por un correcto mantenimiento de los que ya hay. Muchos de ellos están ya colmatados de sedimentos por las crecidas y no almacenan todo lo que deberían. Además, tampoco queda mucho sitio para para construir. Y si hacemos más enbalses, trasladamos problemas aguas abajo, porque las presas son barreras de sedimentos. En los últimos años se está constatando que muchas playas están en una regresión muy importante porque no llega arenas o cantos rodados de los ríos.
El problema no es exclusivo de España. Europa ha tenido en 2022 el verano más cálido desde que existen registros.
Sí, Europa está viviendo prácticamente un reflejo de lo que ocurre en España. El cambio climático es un fenómeno global, pero hay diferencias entre unas zonas y otras. Y en el continente ya hemos tenido varios récords muy importantes en los últimos años de temperaturas altas o inviernos con muy poca nieve en los Alpes. A esto hay que sumar que también gran parte de Europa está viviendo una importante sequía, y si se cumplen las proyecciones climáticas, van a ser más recurrentes en las próximas décadas. Estamos viendo que todo está pasando más rápidamente de lo de lo que se pensaba hace unos años, y mira que ya estaba pasando rápido.
Aemet ha tenido que emitir un comunicado condenando los ataques conspiracionistas. ¿Ha sufrido usted acoso en su trabajo como divulgador?
Sí, en el pasado he sido objeto de acoso y derribo en redes sociales. Tenemos más información, pero eso no significa que sea forzosamente mejor. Eso da lugar a que aparezcan bulos y fake news. Las sequías entran dentro de la normalidad de nuestro clima, pero el cambio climático provoca fenómenos cada vez más extremos y frecuentes. Para los conspiranoicos, cada año el culpable es uno distinto. Hace un tiempo era la OTAN, pero ahora están contentos con ella por la guerra con Rusia, así que la toman con el Gobierno. Ya no hago caso, porque la verdad es que en cuanto vuelve a llover, desaparecen.
¿Estamos los españoles correctamente sensibilizados y concienciados sobre el verdadero impacto del cambio climático en nuestras vidas?
En España somos unos analfabetos ambientales, pero hemos dado los primeros pasos. La educación desde el colegio es la base para intentar para no repetir los errores que hemos cometido en el pasado. El cambio climático afecta a todos los ámbitos y a todos los sectores económicos. Se están realizando estudios en España y se está viendo que repercute en la salud humana. Con el aumento de las noches tropicales en el Mediterráneo se está perdiendo confort climático, y eso a su vez provoca que vengan menos turistas. En las últimas décadas se han cometido errores muy importantes, y la clave para los próximos años va a ser la divulgación, educación y formación.