El otoño de 2023 muere nada más nacer. Pese a la inestabilidad de las primeras semanas de septiembre, marcadas por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) y la bajada de temperaturas en España, el mes termina con un 'veranillo de San Miguel' al que el diminutivo no hace justicia. Un bloqueo anticiclónico que mantiene a raya a las borrascas que circulan desde el Atlántico se suma al ascenso de una masa de aire cálido desde latitudes del sur para disparar las temperaturas hasta rozar los 40ºC en puntos de la península Ibérica.
Es una situación "sin precedentes", avisa la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), e inaudita desde que comenzaron los registros de la serie histórica en 1950. Pero también es la crónica de una muerte anunciada. El verano lleva incrementando su duración en las últimas cuatro décadas hasta el punto de durar cinco semanas más en las ciudades españolas en comparación con los años ochenta. Este fenómeno se produce a costa de la primavera y verano, estaciones que se difuminan debido a la aparición de olas de calor cada vez más tempranas y tardías.
Así, 2023 ya experimentó un episodio de temperaturas extremas en pleno mes de abril que podría haberse considerado una auténtica ola de calor de no estar esta terminología restringida a los meses de julio y agosto. Esa canícula, tradicionalmente la época más cálida del año, se ha extendido con valores de récord en todo el hemisferio norte, facilitada por la aparición de grandes anticiclones como el que nos afecta ahora. Y si el verano de 2023 no ha llegado a superar en temperatura al de 2022 -máximo absoluto en la historia- pese a los récords, el 'veranillo' que está por llegar debe entenderse como una prolongación de este calor canicular.
"Los veranos se están alargando más como consecuencia del calentamiento global", explicaba Marta Almarcha, meteoróloga de Eltiempo.es, a EL ESPAÑOL. "El inicio del calor, los 30ºC, se ha adelantado en casi todo el país entre 3 y 4 semanas. El último día con 30ºC también se está retrasando, pasando de principios a finales de septiembre". Aunque el grueso de las olas de calor en España se sigue produciendo en los meses de julio y agosto, precisa, ya "no resulta raro" que estos episodios se presenten en junio y septiembre.
Sin embargo, este nuevo episodio se extenderá hasta bien entrado octubre, con temperaturas máximas que alcanzarán los 32-34ºC de forma generalizada en la península y Baleares, e incluso en Canarias, donde habría noches tropicales por encima de los 20ºC. Además, se pueden alcanzar los 36ºC en puntos de Castilla-La Mancha y el valle del Ebro, y se esperan hasta 38ºC en el valle del Gualdalquivir. "No hay precedentes, al menos desde 1950, de un episodio cálido tan tardío con tanta intensidad", subraya Aemet.
Este 'veranillo' anómalo puede alcanzar un hito: seis días de récords diarios de calor, acumulando a comienzos de octubre 26 de récords de máximas en lo que va de año. Los ciclos de otoños con temperaturas más bajas en comparación con la media histórica se han estado alternando con otros más cálidos: entre 1971 y 1977, por ejemplo, la anomalía fría llegó a descender hasta casi dos grados y medio por debajo de lo habitual. Sin embargo, la variación desde inicios del siglo XXI ha tendido claramente al calor.
En la misma línea del aumento de las temperaturas interanuales -la inmensa mayoría de los años más cálidos en España se han estado produciendo desde 2001-, hay que remontarse a 2010 para encontrar un otoño frío. O más bien fresco, porque la desviación negativa fue solo de 0,6ºC. En cambio, el año pasado tuvimos el otoño más cálido de la historia de nuestro país según los registros de Aemet. La temperatura media fue de 16,3ºC, "es decir, 2ºC superior al promedio normal".
El otoño de 1983 llegó a alcanzar ese exceso de temperatura, pero las fluctuaciones naturales seguían existiendo: las mismas estaciones de 1982 y 1984 fueron frías. En cambio, nos encaminamos al decimosegundo otoño cálido consecutivo, unas perspectivas que Aemet ya contemplaba en su previsión estacional pero que se presentan con mayor intensidad y premura de lo esperado. El bloqueo anticiclónico, por otra parte, abarca a toda Europa Occidental, por lo que septiembre podría terminar siendo un mes de récord de forma generalizada.
¿Qué pasará con las lluvias?
La previsión estacional de Aemet para otoño incluía no obstante un motivo para la esperanza: si los otoños cálidos de la última década han tendido a ser secos, ahondado en la sequía climatológica, el de 2023 se espera húmedo, "especialmente en la vertiente atlántica". Esto puede deberse a varios factores, entre ellos 'El Niño', el fenómeno natural de calentamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial que implica alteraciones climáticas en todo el planeta. Para España, tiende a implicar más calor, pero también más lluvias otoñales.
En cualquier caso, no cabe esperar lluvias hasta que la dorsal responsable del bloqueo anticiclónico se desplace, algo que ocurriría de cara a la segunda mitad de octubre, según la previsión de Samuel Biener, experto de Meteored. España quedaría entonces bajo la influencia de las ondulaciones del chorro polar y las borrascas que siguen esa ruta. "Las precipitaciones se situarían por encima de la media en la vertiente cantábrica, litoral mediterráneo, Baleares, Canarias y en puntos más dispersos del interior", apunta, mientras que en el resto estarían en torno al promedio.