Antonio Ruiz de Elvira, Catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares.

Antonio Ruiz de Elvira, Catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares. Jesús Umbría EL ESPAÑOL

Meteorología

Ruiz de Elvira, catedrático de Física: "Ensanchar 100 metros las ramblas es sencillo, evita inundaciones y es ecológico"

Publicada

En una época en la que muchos menospreciaban la existencia del cambio climático antropogénico o directamente lo ignoraban, Antonio Ruiz de Elvira Serra, catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares, se convertía en pionero de la divulgación en España sobre el calentamiento global. Ahora, casi tres décadas después de sus primeras publicaciones premonitorias en algunos de los medios generalistas más importantes del país, sus artículos que explican las dinámicas atmosféricas responsables de la catástrofe en la Comunidad Valencia, traducidos a varios idiomas, ayudan a entender tanto las causas como las soluciones que tenemos a nuestro alcance.

¿Qué factores nos llevan a descartar que la DANA del 29 de octubre en Valencia fuera una 'gota fría de toda la vida'?

En primer lugar, las 'gotas frías' han tenido lugar tradicionalmente en España a finales de octubre y comienzos de noviembre. Pero ahora hay episodios de precipitaciones gigantescas todo el año. Por ejemplo, hubo una en Baleares a comienzos de septiembre. Y no solo se trata de lluvia e inundaciones, tenemos cada vez más extremos climáticos: de calor desesperante a heladas en las cosechas en Bajo Aragón y Lérida. Claro que ha habido fenómenos extremos en el pasado, pero los actuales son muy repetidos y muy intensos.

Los cambios climáticos del pasado, además, no permiten anticipar los efectos del actual sobre nuestro urbanismo y nuestro consumo de energía.

Efectivamente. El problema no viene de los efectos de un cambio climático provocado por una disposición del planeta. Se debe a que somos muchos más en la Tierra y tenemos que vivir en algún lado. En Valencia, Málaga o Murcia se ha vivido siempre de la huerta, al lado de la rambla y junto al agua. Ahora no podemos llevarnos las manos a la cabeza: hay que entender lo que está pasando, lo que va a ocurrir y qué medidas podemos tomar para corregirlo.

¿No es esta también la época de los grandes contrastes hidrológicos, de pasar de sequías extremas a inundaciones relámpago?

Claro, pero no es solo nuestro caso. En el norte de Italia, el lecho del río Po, que históricamente irrigaba los cultivos, se ha secado. En Colombia, que es uno de los países del mundo donde más llueve, hay zonas al este de los Andes, en la Amazonía y el Orinoco con una enorme sequía, mientras en el lado oeste de la cordillera, en Bogotá, sufren casi las mismas inundaciones que hemos tenido nosotros en Valencia.

¿Hay que entender que la planificación del territorio en España se hizo bajo un clima completamente diferente, que las premisas ya no valen?

Se está diciendo que hay que hacer más embalses, pero sabemos que en caso de riadas rebosan y se rompen. Esas son ideas que vienen de atrás, cuando teníamos otro esquema de precipitaciones y temperaturas. No podemos seguir con el mismo manual para hacer canales, carreteras y canalizaciones. Debemos dejar los dogmas hidráulicos, de ingeniería y ecológicos, y mirar con nuestros propios ojos, no con lo que hemos leído en los libros de texto.

¿Qué lecciones se pueden aprender de la DANA del 13 de noviembre en comparación con la más destructiva de 15 días antes?

En primer lugar, que dar la alerta y que la gente se quede en casa salva vidas, pero no evita destrozos. Y después, que en Sevilla puede llover mucho pero no hay inundaciones porque no hay montañas cerca, al contrario que en Málaga, Valencia e incluso Baleares. Lo que llamamos tradicionalmente ramblas son canales que se llenan de agua cuando llueve y están secos el resto del tiempo. Y si se alcanzan los 1.700 metros cúbicos por segundo, es una fuerza imparable. ¿Qué se puede hacer? Retener el agua en origen cuando va flojita, en las laderas de las montañas. Debemos conseguir que permee el suelo y crezca vegetación y bosques. Y si no lo conseguimos, lo que hay que hacer es abrir los cauces.

¿Abrir los cauces? ¿En qué consiste?

El volumen va con el cuadrado de las dimensiones transversales. Si yo tengo un cauce estrecho y poco profundo, una rambla de 20 metros de ancho, ensanchar su superficie hasta los 100 metros es una solución muy sencilla y agradecida. El agua bajaría pero no se saldría. Y tampoco va en contra de la ecología, ayuda a la fauna y flora.

El catedrático Antonio Ruiz de Elvira (Cedida)

El catedrático Antonio Ruiz de Elvira (Cedida)

Usted ha sido uno de los pioneros de la concienciación climática. ¿Cómo se siente ahora que sufrimos efectos que se podrían haber prevenido?

Yo empecé a escribir sobre cambio climático hace 25 años. Ya trabajaba sobre el tema, pero pensé que tenía que divulgar lo que sabía, contar lo que se nos venía encima. Lo tuve que dejar porque no aguantaba más los insultos. Fui a los ministerios, pedí que se estimularan las células fotovoltaicas, la energía eólica, el hidrógeno, y todo eso ha empezado a funcionar más o menos ahora. Pero luego ves que están celebrando la Cumbre del Clima en Bakú, y frente al palacio de congresos se ven las bombas que están sacando petróleo constantemente. No estamos frenando el ascenso del CO2 en la atmósfera, y no lo vamos a conseguir en al menos en 30 años.

¿Cuáles son las consecuencias del aceleramiento del calentamiento climático que estamos experimentando?

El CO2 en la atmósfera está calentando el Ártico, lo que provoca que se fundan los hielos de la tundra siberiana y canadiense. Se producen entonces dos efectos: la emisión de metano en cantidades gigantescas por un lado y la absorción de calor por parte del planeta, ya que se pierde el efecto albedo que proporciona el hielo al reflejar la luz del Sol. Es absolutamente seguro que de aquí a 2050 la temperatura del planeta va a seguir aumentando; después, no lo sé.

¿Cómo valora el hecho de que ya hayamos incumplido el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento a 1,5ºC antes de 2030?

Hay un dicho en español: "El rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre". Se refiere a la economía, pero también ocurre con el medioambiente. Son fenómenos no lineales, es decir, que no progresan como una línea recta. Se retroalimentan y crecen cada vez más deprisa hasta que de vez en cuando se rompen. Ahora, el clima está incrementando en energía. Hace 25 años podríamos haberlo frenado pero ahora los fenómenos extremos ya están aquí y seguirán creciendo. Calor, sequía, subida del nivel del mar... Esto lo van a experimentar en los próximos 30 años muchos españoles que compraron casas en la costa pegaditos al mar. Si sube el nivel del mar, se socavan los cimientos y los edificios acaban cayendo.

¿Se puede vincular inequívocamente el calentamiento global antropogénico con la DANA del 29 de octubre en Valencia?

Se puede trazar una relación absolutamente directa. El mar está más caliente que hace 50 años. Hay más vapor de agua sobre el Mediterráneo, que está rodeado de la cadena costera desde el cabo de San Vicente en Portugal hasta los Pirineos, y con el Atlas marroquí al otro lado. Eso es una caldera. Y al calentarse el Polo Norte, el chorro polar hace grandes meandros y baja hasta nosotros. Se ha visto perfectamente en las últimas DANAs: al descender, enfría el vapor y lo transforma en gotas de agua líquida. Ahora ocurre cada 20 días, pero hace 50 años no pasaba porque el Ártico seguía estando muy frío.

¿Somos conscientes en España de que el Mediterráneo es precisamente uno de los epicentros globales del calentamiento?

No, no creo que lo seamos, pero porque no queremos serlo. Recuerdo que, como catedrático en Alcalá de Henares, dimos una conferencia en plena Plaza de Cervantes. Había familias con niños, gente mayor, pero los jóvenes que pasaban metían la cabeza en la carpa, escuchaban cosas de cambio climático y se iban asustados.

¿Cuáles serían entonces las prioridades de adaptación y resiliencia tras la tragedia de Paiporta?

Lo más urgente es abrir los cauces para evitar que el agua se salga e invada las casas. Puede ser un poco complicado, habría que expropiar viviendas a unos precios muy razonables. Lo segundo es tratar de contener el agua allí donde cae, en las laderas de la cadena costera. Capturarla en lo alto y no dejar que se formen torrentes, se unan unos con otros y al final arrasen con todo lo que encuentran a su paso.

¿En qué consisten estas obras, si no son presas?

Me refiero a obras que permitan que el agua se reparta en anchura como terrazas, pequeños desvíos y barreras que la vayan repartiendo. Esa es una idea, cualquier ingeniero puede aportar otras, pero me parece lo más razonable. Además puede llenar las tierras secas de España de fauna y flora, y producir bosques. Esa sería mi solución: hoy ampliar los cauces, mañana frenar el agua donde cae.