El arroz está presente en casi todas las despensas de los hogares españoles, especialmente en las del levante donde la paella es un plato casi sagrado. Estos granos tienen la versatilidad de poder usarse tanto de plato principal como de guarnición. Y esto se traduce en que en el supermercado podemos encontrar diferentes variedades de arroz, incluso vasitos precocinados listos para su consumo con sólo calentarlos.
En el momento de ponerse delante de los expositores pueden saltar muchas dudas, ya que la gente no sabe cuál es el mejor ni tampoco si su consumo puede suponer un riesgo para la salud por una problemática que preocupa a los expertos en salud pública: su contenido en arsénico.
La primera incógnita es la más fácil de contestar. "Tendríamos que buscar un arroz integral", explica a EL ESPAÑOL Lucía Redondo, doctora en Ciencias por la Universidad Católica de Valencia y dietista-nutricionista. "Da igual el tipo que sea: basmati, redondo, largo,...", ejemplifica la experta.
La experta explica que el integral es mejor porque aporta un contenido mayor de vitaminas, minerales y fibra. Pero, para que todavía sea más sano, la nutricionista recomienda refrigerarlo: "Si hacemos esas operación de cocer y refrigerar, la respuesta de los niveles de glucosa en sangre es menor". Simplificando mucho, si se realiza esta operación el arroz engorda menos, ya que al generar una menor respuesta glucémica también se produce una formación menor de grasas, según la especialista.
La experta explica que también se puede encontrar en herbolarios un arroz semintegral que "es una buena opción porque se digiere muy bien". Asimismo, destaca que esta variedad "mantiene la parte del germen del arroz donde se concentran la mayor parte de vitaminas y minerales del arroz".
Pero Redondo matiza que "lo de fijarse en que engorde menos es relativo, porque la gente compra un arroz integral pensando que va a engordar menos y luego añade ketchup". "Hay que evitar sobre todo las salsas preparadas, que tengan un contenido de azúcar muy alto y aditivos sintéticos, que pueden hacer que el conjunto del alimento sea perjudicial", destaca.
Para su preparación la nutricionista recomienda utilizar el arroz como acompañamiento de una verduras y, si es plato principal, se añadan verduras picadas, atún, carne troceada o un huevo a la plancha o cocido. Pero matiza que "aunque el arroz es un alimento saludable, no debe desplazar a alimentos que son todavía más saludables, como las hortalizas".
Riesgo de arsénico
Pero el riesgo real a la hora de elegir el tipo de arroz para la nutricionista, más allá de sus características, es el arsénico que pueda contener: "A mi lo que más me preocupa es el contenido de arsénico que pueda haber en los arroces, más que el tipo de arroz". "El lugar donde se ha cultivado ese arroz es lo que va a determinar si tiene más o menos arsénico", señala.
Por ello, recomienda comprar arroz que haya sido cultivado en España, ya que es el que tiene un contenido menor de este elemento químico. "Los que más tienen son los de zonas de Asia, pero habría que analizar en cada cultivo concreto el contenido de arsénico para conocer el riesgo", señala la experta. Pero en general "el que proviene de Asia tiene un volumen de arsénico más alto", insiste.
Si nos acercamos al supermercado podemos comprobar que la mayor parte de los arroces tradicionales -como son el redondo y el largo- de marca blanca indican claramente origen en la Unión Europea, algunas marcas indican países como España, Portugal e Italia, y otras solo generalizan en todo el territorio europeo.
Respecto a los de marcas más conocidas -en algunos paquetes es más difícil encontrar como tal el origen- desde las fábricas confirman que los arroces comunes se cultivan en España: SOS (principalmente en la Alfubera y puntualmente de Cataluña), La Cigala (sur de Andalucía y puntualmente Badajoz), Brillante (totalmente en Andalucía) y La Fallera (mayoritariamente en la Albufera y muy puntualmente en la zona del Ebro).
Por otro lado, la procedencia varía si miramos las etiquetas de arroces más exóticos, aunque es comprensible, ya que sus nombres hacen referencias a su origen de ciertos países asiáticos. Si ejemplificamos con las marcas blancas: el arroz aromático Jazmín de Mercadona procede de Camboya, el Basmati de Hacendado procede de Pakistán, e igualmente pasa con el Basmati de Carrefour, que se cultiva en "India o Paquistán". Aunque haya que tener cuidado porque los arroces de estas zonas pueden tener mayor contenido en arsénico, cabe recalcar las palabras de la nutricionista que señalan que habría que analizar cada lugar de cultivo concretamente.
Como explicamos en otro artículo de EL ESPAÑOL, la contaminación por arsénico está aumentando y se pueden encontrar altos niveles de arsénico inorgánico en todos los tipos de arroz, según alerta el panel de Dieta y Agua Potable de la Society for Risk Analysis (SRA). Este cereal, básico para la gastronomía en Asia pero también fundamental en dietas como la mediterránea, absorbe la sustancia tóxica presente en el suelo y los campos inundados, y ya se ha convertido en la "principal fuente alimentaria" por la que penetra en nuestro organismo humano dada su facilidad para atravesar la pared gastrointestinal.
Para alguien que consume arroz a diario, destaca la SRA, el arsénico inorgánico tendrá un efecto acumulativo a largo plazo. Las patologías asociadas a este envenenamiento incluyen las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y los daños neurológicos y cognitivos. Y se trata de un caballo de Troya muy efectivo: en 2016, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA) estableció que entre el 63% y el 99% del arsénico contenido en el arroz es bioaccesible, es decir, asimilable por nuestro organismo a través del tracto gastrointestinal.
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